Trostrigo es el mote que se puso el chileno Rodrigo Jorquera para darse a conocer con sus inquietudes artísticas y que sin llegar a tener formación musical llegó lejos con su folk de estilo pop y punk, siendo tan solo él. Carisma y humildad en la personalidad de un chico que llegó a una ciudad para superarse y termino brillando. Aprovechando que acaba de sacar su quinto disco titulado Sangre, y que finalizara su etapa musical del anterior trabajo Tren en la Muestra Latinoamericana: Viva Chile! (donde compartirá escena con su paisano Zambrano y el argentino Ninio) que se realizará en Buenos Aires, tuvimos un intercambio de preguntas y respuestas que demuestran todo lo que es de forma sencilla pero especial.
Llegaste a Buenos Aires con intención de estudiar, y lo hiciste, y en el camino fuiste formando tu carrera musical. ¿Cómo fue hacer las dos cosas al mismo tiempo, cuando mucha gente extranjera deja de estudiar para querer hacer solo lo musical?
Con respecto a lo musical todo fue muy simple, además que todo el circulo de gente que me rodea siempre me apoyó. Eso te hace el camino mucho mas fácil y nunca tuve complicaciones ni choques entre el mundo académico y el musical; es más, son caminos que fueron de la mano de forma sinérgica. Si crecía en conocimientos académicos, entonces también sentía que crecia en lo musical a nivel compositivo, el desafío era el juego de mezclar los dos mundos.
¿Cómo fue tu primer recital en Buenos Aires, qué recuerdos tienes de esa vez?
El primer recital fue un desastre (risas), pero rescato algunos tesoros de ahí. Era mi primera presentación en la vida como Trostrigo, primera vez que subía solo a un escenario y fue en El especial de Av. Cordoba; recuerdo que ese día tocó Sortie y Go-Neko!, todo organizado por Rafa Paz de Big Making Records. Recuerdo que toqué como 7 canciones y estaba como aprisionado en mí, no me atrevía a mirar para abajo ni abrir los ojos, recuerdo cuando bajé del escenario tenía un nudo en la garganta y se me acercó gente para felicitarme (obviamente deduje que era una formalidad porque el show no estuvo bueno). Entonces fue cuando pensé que no servía para eso y más tarde se acerca Rafita y me dice “che buenísimo, al dueño del lugar le copó y por acá han pasado bocha de bandas, sigámosla, viene otro evento pronto y cuento con vos”, me dijo. Recuerdo bien a la gente que me fue a ver, gente que amo y el tiempo demuestra que son lazos verdaderos.
Tienes una forma de cantar muy suelta de huesos, muy punk. Supongo que te pasaste escuchando muchas bandas de este estilo en tu época de formación. ¿Qué artistas dejaron huella en ti para formar tu estilo?
Principalmente Fun Peolple y los primeros discos de Boom Boom Kid me marcaron mucho; bebí mucho de la energía de las bandas punk de los 2000 de Argentina, Chile y Uruguay, porque en Santiago se hacían eventos llamados “Invasion” donde iban estas bandas. Shaila, Eterna Inocencia, Nada que Hacer, Bbs Paranoicos. Posteriormente empecé a navegar en otros estilos y me hice fanatico de Nach, Dan Deacon, Patrick Wolf, Joanna Newsom, SFDK, The Tallest Man on Earth, entre otros…
Eres terapeuta ocupacional y hasta hace poco ayudaste a gente discapacitada. ¿Cómo afecta esta forma de ver el mundo más humano a la hora de crear y componer canciones?
Yo no ayudo, simplemente hago mi trabajo. No interactué con gente discapacitada, interactué con gente que tenía alguna deficiencia en alguna función corporal o alguna otra área (como cualquier ser humano). A la hora de plasmar eso en alguna composición trato de que se haga la discusión de conceptos como el de “normalidad” (¿qué queremos normalizar, para qué?, ¿ qué parámetros tenemos de normalidad? ¿queremos forjar consumidores o ciudadanos de derecho?), “Asistencialismo” (por eso al principio de la respuesta digo que no ayudo, hago mi trabajo, la idea es inyectar la capacidad de empoderamiento y resilencia)… en fin, la idea es plantear la discusión y no fomentar la mirada que ve a las personas que tienen algún problema como un ser inferior, débil o sin capacidades.
Sangre es tu quinto disco. Un disco sensible, con matices pop y que muestra la evolución de tu música. En este disco hay colaboraciones excepcionales: el chileno Javier Barría, el argentino Edu Schmidt (ex Árbol) y el mexicano Rubén Albarran de Café Tacvba. ¿Cómo surgieron estas conexiones?
Al primero que conocí de ellos fue a Javier; recuerdo que mi hermana más chica me recomendó escucharlo; luego me enteré que tocaba acá y lo fui a ver al mítico Lebar, nos saludamos, quedamos en buena onda y compartimos fechas cuando vino después. Su capacidad de ser prolífico artísticamente es directamente proporcional con la calidad de su material y a su vez es directamente proporcional con la buena onda que tiene, eso lo supe al compartir con él y cuando surgió la idea de que colabore: dio el sí enseguida. Luego conocí a Edu en el contexto de la Bienal arte joven de Buenos Aires, donde fui finalista y él fue mi tutor y le confesé haber sido fan de Árbol por ahí en el 2005. Edu tiene una calidez humana tremenda, lo primero que hace cuando llegas a su casa es ofrecerte un mate y desde ahí nació un buen vínculo. Recuerdo que le comenté que quería hacer una canción a un HDP de apellido Rey y se la mostré. Me ayudó a darle forma a la idea que tenía revuelta en mi cabeza; es él quien toca los violines en la canción “El Rey” en el disco. A Rubén todavía no lo conozco en persona, pero en las ocaciones que nos escribimos pude percibir la grandeza humana que tiene, la humildad y la entrega que le pone a cada cosa que hace, de gente como él se aprende mucho. El nexo nació a partir de Rafa Paz que fotografió a Café Tacvba y quedaron en contacto. Me gustaría mencionar que cuando Rubén mandó las pistas desde algún lugar al norte de nosotros me dice que se había tirado desde un paracaídas y con esa emoción grabó…
Dicen que nadie es profeta en su propia tierra. ¿Cómo te sientes en Chile, cuál es la diferencia con Argentina en cuanto a tu carrera musical?
Nada es blanco o negro, siempre hay matices y diferentes lecturas, además en cada momento cambian las condiciones del entorno; por ejemplo el año pasado no pude tocar en mi ciudad y a estas alturas del año se me han abierto todas las puertas; también me pasa acá en Buenos Aires. Debo reconocer que hay una ciudad donde me siento más cómodo que en ninguna, que es Valparaíso. Hay algo en el aire, en las personas, y en el trato humano que me hacen sentir un poco más comprendido. Espero sentir eso cada vez en mas lugares.
Sueles moverte mucho en las redes sociales. ¿Cómo manejas esas herramientas de difusión, te has llevado sorpresas de la gente que te sigue por esos medios?
Sí, soy bien adicto a la computadora; en especial a los juegos. Me gusta interactuar; conocer a quien me escuchó y he llegado a tener en Twitter seguidores de Estonia, Brasil o Inglaterra, cosas que nunca imaginé. Una anéctoda: una vez un chico me vio tocar y no le gustó y twiteó “no escuchen a Trostrigo, es malo” y yo lo retwitée y como fruto de la psicología a la inversa, fue el día que tuve más escuchas ese año (risas). La última gran sorpresa que me llevé de las redes sociales fue que Café Tacvba en sus cuentas oficiales de Twitter y de Facebook compartió la canción en la que colaboró Rubén; con un alcance de más de 5 millones de personas. Ese gesto nunca se lo pedí y lo guardo entre uno de los tesoros digitales más grandes que tengo.
Por tu forma de ser y expresarte en las canciones me gustaría preguntar: ¿te gusta llegar cada día más lejos o ahondar en el corazón de quien te escucha?
No hago lo que hago para ahondar en el corazón de otro, hago lo que hago para ahondar en mi corazón. Si uno está sano, sana quien lo rodea, como una lamparita en la oscuridad. Si estoy sano, puedo ir cada vez mas lejos.