Matías Hernán “Tuto” Petruzzi es un músico argentino nacido en 1987 que reside en los montes cordobeses. Se mantiene activo como guitarrista y vocalista de grupos como Alí y el power trío Biruta. Pero desde 2017, Tuto empezó a sacar sus canciones en formato solista con dos discos, Lo hotel ambulante (2017) y A pelo (2018), y hoy estrena su tercero titulado No estamos bien. Hablamos con Tuto sobre los detalles que conforman el universo de su música y otras facetas que se complementan en su mirada artística.
Hace poco sacaste dos singles, “Festividad espiritual” y “Cuarentena blues”. ¿Qué nos podés contar sobre ellos?
Son dos temas que forman parte de No estamos tan bien, el disco nuevo que sale el 1 de mayo. Quizás son las canciones más urgentes que tiene este material y por eso decidimos ir sacándolas como singles para ir abriendo el espectro estético y sonoro de todo lo que va sugiriendo la obra. “Festividad espiritual” es un bolero existencialista y “Cuarentena blues” es un rock que levanta todas las banderas que se pregonan en el disco, tenía otro nombre originalmente pero las circunstancias cuando estaba por lanzarse le dieron esa identidad cuarentenal.
¿Cómo describirías el concepto de tu nuevo disco?
El disco lo grabé los primeros días de este año en una semana, de corrido. Los temas los íbamos terminando durante la grabación. Tuvo una espontaneidad alucinante. A los músicos los invitaba y los hacía grabar casi sin haber escuchado el tema, buscaba esa frescura. Lo que venía sintiendo es que la vida moderna había entrado en una especie de espectáculo grotesco. Ahora lo importante no era vivir algo en especial, o hacer una experiencia, sino que existía una ansiedad desesperada por mostrar que estábamos haciendo esa experiencia, dejando de lado la profundidad y riqueza de esa vivencia en sí. Es decir, la vida moderna nos había llevado a disfrutar más de mostrar que estábamos tomando un vino asombroso que a disfrutar de ese vino en sí, lo cual es catastrófico. Este tipo de cuestiones, sumado a todo el daño que se le viene haciendo al planeta en pos de sostener el ritmo de vida del consumo compulsivo, que muchas veces confunde la esencia de cada ser, me llevó a dar con el título del disco. No estamos tan bien como parece que estamos o creemos. Esa gente que se exhibe constantemente también llora y putea, pero eso no se exhibe. Creo que lo que se busca es que seamos autómatas, evitar que uno reflexione, medite, piense en un atajo o en otras alternativas y celebrar la banalidad. Casualmente, ahora que estoy por lanzarlo, estamos en medio de la pandemia mundial, de un momento histórico, que lleva a replantearlos muchísimas cosas. Creo que por lo menos deberíamos tomar este fenómeno como un maestro que nos viene a enseñar y a despabilarnos un poco, de movida creo que va a cambiar radicalmente nuestras vidas.
¿Qué libertades te facilita ser solista en comparación con tu trabajo en bandas?
Una banda es como una tribu. En esa tribu uno interactúa con las otras personas para buscar el bien común y ese qué que los identifique del resto, musical, estética y porque no, humanamente. Creo que esa es la diferencia fundamental. En el proyecto solista, valga la redundancia, uno está solo, el viaje en sí es mucho más introspectivo pese que uno a veces está acompañado por excelentes músicos y gente que cree en el proyecto en distintas áreas. Pero las ideas, composiciones y la forma de hacer las cosas en sí, nacen y mueren en uno, eso es lo bueno y lo malo también. Porque no cuenta con esa riqueza de varias miradas que tiene un grupo, pero a la vez es mas íntima, más pura y genuina en lo que respecta a uno, y allí se puede comunicar lo que se quiera, como sea, sin tener que estar de acuerdo con nadie, lo cual es tan interesante como peligroso.
¿En qué estado se encuentran Biruta y Alí?
Con Alí luego de varios años de tocar por todos lados, en lugares grandes como Niceto, Konex, y girar y laburar muchísimo, decidimos tomarnos un parate, creo que cada uno necesitaba hacer algo distinto y oxigenarse. Dimos aproximadamente 200 shows en varias partes del país, también fuimos a Uruguay, es una banda que quiero mucho, de excelentes músicos de los que he aprendido muchísimo sobre todo en todo lo que respecta a música negra. Biruta es un trío clásico de rock, somos tres hermanos del alma. Tocamos juntos hace casi diez años, a veces con mayor intensidad y otras mas relajados. Nuestra única ambición siempre fue subirnos los tres a un escenario y regalarnos esa faena rockera, cosa que seguimos haciendo con cierta frecuencia, quien nos sigue y viene a los shows sabe que es así, que nuestro mayor goce es ese.
¿Cómo te resulta la experiencia de productor de Mocambo Records?
El estudio de grabación de Mocambo se terminó de construir hace muy poco, pero rápidamente mucha gente empezó a acercarse y desarrollar su música ahí, por la onda medio psicodélica que tiene el lugar, que es una verdulería, una herrería, un estudio de grabación y también un bar que tocan bandas. Ahora estamos empezando a producir sesiones en vivo de bandas que ensayan ahí o que han tocado en el ciclo, jamás pensé en estar en ese rol pero bueno, las circunstancias se fueron dando así y la verdad me encanta estar entre todo el torrente de ideas y de gente entusiasta a la hora de hacer música. Como sello en sí, No estamos tan bien es el primer disco que vamos a editar. Esperemos que sea el primero de muchos.
¿Qué artistas o qué tipo de música influencia hoy en día tus canciones?
La lista abarca desde Atahualpa Yupanqui hasta Devendra Banhart, hay caudales de inspiración casi infinitos. Pero en gran parte, mis canciones están influenciadas por artistas de blues como Robert Johnson, Elmore James, Lightin Hopkins. Esas grabaciones para mí son religión. También de folk rock como Bob Dylan, Grateful Dead, Allman Brothers. En el plano nacional, todos los pioneros del rock argentino son de gran influencia: Luis Alberto, Pappo, Miguel Abuelo, Tanguito. Luca Prodan es una influencia bestial. Me gustan mucho los artistas existencialistas, que se les va la vida en su arte.
Sos curador del ciclo Mocambo Abierto en Vicente López. ¿De qué se trata? ¿Cuánto nutre esto tus composiciones?
El Mocambo Abierto es la celebración del Mocambo, como lugar y como forma de vida. Allí mezclamos bandas de la escena local con bandas del interior. La idea es que haya artistas hombres y mujeres y de otras partes del país. Que puedan venir a Buenos Aires a mostrar lo suyo a un lugar que los abrace y los cuide como diamantes que son. Esto es algo que realmente hacemos por amor al arte porque creemos en el poder de los artistas. Como nadie de quienes participamos en el ciclo realmente vive de eso ni tiene una expectativa económica, nos permitimos tratar a los artistas como nos gusta que nos traten a nosotros cuando vamos a tocar a cualquier lado, convoquen cien personas o una. Lo importante es el hecho artístico en sí y la comunión de toda esa gente y no cuánta guita hay en la caja al final de la noche. Lo mismo sucede con el público, la gente necesita sentirse parte de algo y ese algo es muy genuino, es posta.
¿Podés hacer una reflexión de la autogestión que prima en tu trayectoria?
La autogestión fue, es y será el común denominador en mi obra y en mi vida. Siempre me gustaron más los senderos poco marcados y callejones, que las grandes y transitadas avenidas. Cuando no encontré los espacios ni las formas que me hacían feliz, las creé y encontré a la gente indicada para llevar a cabo esas cruzadas. El secreto estuvo siempre en desafiar las modalidades impuestas y lo que supuestamente es lo normal. No tener miedo ya es ganar, ya que es el ladrón más grande de todos los tiempos y regula letalmente el accionar. Creo que dándole riendas sueltas a la potencialidad genuina que tiene cada proyecto e inquietud en sí es cuando se consiguen resultados maravillosos y se llega a lugares y gente inimaginada. La autenticidad es un magneto suficiente y muy contundente y no puede decepcionar jamás. No podría crear absolutamente nada en consonancia con alguien o algo que me diga “esto sí podes, esto no podes,” porque nacieron bajo el mismo sol y creo que hay que ser dueño de la propia energía creadora sino se transforma en mera mercancía, y ahí ya no me interesa, ese deporte no me emociona.
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