El disco Wed 21 y su gira promocional representaron para Juana Molina un gran salto. Si bien su música ya había logrado trascender límites terrestres y marítimos de la mano de sus discos anteriores, el álbum de 2013 terminó de coronar su fama internacional y la llevó a tocar a los festivales más importantes de todos lados. Junto a ella iban Diego López de Arcaute y Odín Schwartz, que son desde ese entonces la banda que la acompaña en vivo y en el estudio: los tres le dieron forma a un show que marcó un antes y un después en la historia de Juana y ahora desembocó en Halo, su nuevo álbum.
Nos propusimos dialogar con Diego y Odín en la transición entre un disco y otro; entre una gira y la que le sigue. Llenos de anécdotas y experiencias, nos dieron una idea de cómo es trabajar a la par de Juana, cómo fueron las giras y qué tanto incidieron en este nuevo trabajo, además de contarnos sobre sus proyectos paralelos.
¿Cómo llegaron a la banda de Juana?
Odín: Cuando Juana necesitó banda lo llamó a un amigo que tenemos en común. Él no podía, porque estaba en Brasil, pero le dijo “te mando a un amigo”. Ahí caí yo y fue espectacular, la ayudé a armar el show de Wed 21 y me quedé como tecladista. Después vimos que había temas en que también podía tocar la viola, o el bajo; fuimos descubriendo juntos qué banda necesitaba ella. Cuando nos dimos cuenta que necesitaba baterista, ahí apareció Diego.
Diego: Yo había hecho algunos shows con Juana en el 2010. Cuando volvió a llamarme, hicimos un ensayo en Buenos Aires y luego nos encontramos en Europa para hacer un par de ensayos más en Bruselas y arrancar la gira. No viajamos juntos porque yo ya iba a estar allá tocando con Axel Krygier.
¿Cómo es trabajar con ella? ¿Cómo son los ensayos?
D: Una de las cosas que más me motivan de tocar con Juana es que casi todo lo que tengo que hacer es bien distinto de lo que suelen pedirme en otros proyectos. En vivo, muchas veces tenemos que sintetizar varios ritmos, sonidos e ideas grabadas por ella en los discos. Es muy original lo que resulta, básicamente por las ideas rítmicas y tímbricas de Juana.
O: Todo el laburo con Juana es raro, digamos. Ella siempre te lleva a laburar distinto. Y en la mayoría de los casos es para mejor. Te mueve hasta que te corre de tu lugar de comodidad. Por ahí la parte negativa es que los ensayos son largos y se avanza muy lento en comparación con otras bandas, y hay momentos en que se hace un poco desesperante. No ves la hora de pasar al siguiente tema. De todas formas, para este show nuevo estamos tomando más la posta Diego y yo; Juana nos dio ese espacio (si lo hacemos es porque sentimos que nos deja), y creo que le está gustando justamente porque logramos que todo avance más rápido. Yo llevo preparadas algunas cosas desde mi casa: qué va a disparar Diego, qué tendría que tocar yo, qué tendría que tocar Juana. Lo que hacemos es llegar, proponerle a Juana lo que pensamos, y después de un par de pasadas ella empieza a decir qué le gusta y qué no. Le quitamos a ella un poco de laburo y a nosotros nos resulta más práctico. Esto se dio también gracias a que en vivo hubo siempre muy buena química entre nosotros. A ella la escuché decir que esta es la banda con la que se sintió más cómoda. Juana ha tocado con músicos del recontra carajo, y por ahí en nosotros encuentra que somos más contenedores, intentamos averiguar bien qué es lo que quiere. Además, a Diego y a mí nos gusta tocar fuerte. Que sea para bailar, con sonidos más definidos y directos, ¿se entiende? Por eso dejamos los teatros con butacas. Al año de estar tocando juntos dijimos “che, no da que esté sentada la gente”. Juana se recontra ceba, creo que lo que más le gusta en el mundo es que la gente baile con sus temas. Y todo lleva a que haya cambiado un poco la grabación del disco nuevo. Quisimos ponerle un poco más de lo que tiene el vivo.
¿Qué tanto aportan ustedes a los temas?
O: La música de Juana es el mundo de Juana, y está buenísimo que sea así. Yo siempre voy con mucho cuidado, no solo con Juana sino con cualquier proyecto en el que esté. No me gusta invadir el espacio del otro, solo intento ayudarlo a que llegue al lugar que quiere. Por eso me parece que en Halo soy más productor que músico, porque mi labor importante en el disco fue ese: llevar a Juana al lugar que ella quería. Quise que sacara el mejor disco posible de la manera en que ella lo buscaba. Uno aporta lo que ella quiere que aportes, ¿se entiende? No quiero decir que ella sea cerrada, para nada, todo lo contrario, siempre está abierta a las propuestas. Pero en su modo de laburar, Juana te va llevando a tocar de la manera en que ella lo imagina, y eso es parte de lo groso de tocar con ella, que te hace tocar cosas distintas. Musicalmente yo aporté detalles. Obviamente en vivo hay más aportes de cada uno, lo vamos viendo más entre los tres. En el disco no tanto. Diego grabó muchas batas, pero volvemos a lo mismo, grabó cosas que medio que salieron del bocho de ella. Esa es por ahí la diferencia entre una banda y el proyecto de una persona, es un modo más loco, a mí me encanta. No tengo la necesidad de meter mano en donde no hace falta.
D: El nuevo show lo armamos bastante entre los tres… Lleva mucho laburo adaptar lo que se escucha en un disco de este estilo a una formación de solo tres músicos. Específicamente hablando de lo que hago en la bata: creo que tiendo a encarar las ideas de Juana de un modo bastante más “rockero”, por decirlo de algún modo, de lo que suenan las grabaciones.
¿Qué les dejó la etapa de Wed 21?
D: Fue bastante intensa… viajamos muchísimo por Europa, Japón, Estados Unidos y Latinoamérica y muchas veces íbamos solamente Juana, Odín y yo. Hicimos más de cien shows juntos. Tuvimos el placer de tocar con Jaques Morelenbaum, pude conocer a David Byrne en Nueva York y después de terminar de tocar en el festival de Roskilde, Dinamarca, pude ver en el escenario de al lado a uno de mis más grandes ídolos, Stevie Wonder. Obviamente es genial haber tocado en tantos lugares del mundo pero también es agotador. Hay gente que no se dedica a la música y piensa que las giras son estar todo el día revoleado tomando cerveza en una playa paradisíaca y la verdad es que, en nuestro caso, no es muy así que digamos. Muchas veces llegamos a una ciudad, vamos a probar sonido, tocamos, dormimos un par de horas y de ahí al aeropuerto para ir a otra ciudad… no me quejo para nada pero, a veces, me cuesta estar tanto tiempo lejos de casa.
O: Yo pasé de tocar en algunas bandas medio under, que tenían cierto público, a tocar con Juana, salir de gira, tocar en escenarios que no sé si de otra manera los piso… ¿con qué otro artista en una misma gira tocás en el Park Stage de Glastonbury, el Roskilde antes de Stevie Wonder, el Roundhouse en Londres? Y encima tocando una música que para mí es de lo más interesante que hay en el mundo. Es un placer muy grande subir a un escenario, sobre todo cuando la banda funciona, los temas funcionan. Hemos tenido shows para 30 personas, para 200 y para muchísimo más. En Eslovaquia, en un festival, tocamos después de Kraftwerk, que tocaba en el escenario principal. ¡La cantidad de gente que había en esa carpa! ¡En Eslovaquia! O sea, buenísimo. Una fiesta. Encima a la una de la mañana. A esa hora estaban todos más puestos que no se qué, Europa tiene una cultura de drogas muy fuerte. Pero lo mejor de todo es siempre tocar acá. Tocar Wed 21 en Vorterix, o en Mendoza; realmente el público acá es una locura. ¿Pogo, entendés? ¡Mosh hicieron! Cantan los temas… y es Juana, son temas raros. En fin, para mí fue un cambio en mi vida, y siempre va a estar ligado a ese disco y a su gira. Fueron tres años muy geniales. Y no dudo que lo que viene ahora es mejor aún. Después te digo por qué.
¿Cómo fue la grabación de Halo? ¿De qué va el disco?
O: En 2014 ella estaba haciendo la música de una película, La mujer de los perros, y en un momento de la peli tenía que sonar un reggaeton de fondo. Juana se ofreció a hacerlo también, dijo “qué vas a poner cualquier reggaeton, te hago uno yo”. Y cuando se dio cuenta de que no sabía hacerlo me dijo a mí. Me armé una base en casa, se la mostré, se re copó y en ese día lo compusimos. Después de entregar eso me dijo “che, ¿por qué no venís a ayudarme a arrancar con el disco?”. Y yo, ¡obvio! Imaginate, a las seis de la mañana ya estaba ahí tocándole la puerta. Empecé a ir y estar horas ahí, incluso me quedaba a dormir en su casa-estudio. Laburábamos a full. Un laburo muy complicado; ella es un poco caótica. En ensayos, pruebas de sonido y demás, de repente se inspira y al toque se pone a grabar la idea. Entonces antes de hacer el disco reúne todo ese material que tiene grabado, que por ahí son 30 o 40 ideas: riffs, alguna voz que balbucea, o un par guitarras, un ritmo. Así que primero hay una selección de las mejores ideas, y después se empieza a laburar sobre eso. Esa instancia fue muy interesante, yo la ayudaba, le recomendaba cosas, le cambiaba sonidos, le instalé plug-ins. Medio entre ingeniero y productor, pero muy relegado, yo dejaba que ella se explaye. Ella grabó todos sus discos, menos Rara, ahí mismo en su casa. Y estaba preocupada porque temía hacer un disco igual a Wed 21. Yo entendía esa preocupación; a mi lo que me preocupaba era que cada vez que empezábamos a hacer algo bueno, de repente algo dejaba de andar, o había que darle de comer al perro, o sonaba el timbre, o se acordaba de que había que pagar las cuentas, etcétera. Entonces le empecé a insistir con que no debería grabar el disco en su casa. “Vámonos a un estudio, que no te joda nadie, apagamos los teléfonos, y ahí te va a salir un disco nuevo”. Un año tardé en convencerla.
D: La grabación fue en Sonic Ranch, Texas. Hay varios estudios en el medio de unos campos de nogales inmensos, pegado a la frontera con México. Es tremendo. Tienen infinidad de micrófonos, equipos e instrumentos y lo que se te ocurra… lo que más me emocionó fue tener en mis manos una Stratocaster de Stevie Ray Vaughan, ¡increíble! En general, cuando voy a grabar, en uno o dos días grabo las baterías ya compuestas y listo. En este caso, por el modo de composición de Juana, la idea era que yo esté al menos diez días en el estudio para ver qué salía. Cuando llegué a Texas, ella llevaba diez días allá con Odín y Edu Bergallo grabando y probando equipos, instrumentos, etcétera. En muchos de los temas toqué libremente sobre lo que ya estaba grabado y luego Juana, en Buenos Aires, eligió, recortó, editó y demás.
O: Ella nunca había tenido esa experiencia, la de ir con un equipo a un gran estudio. Después a la vuelta teníamos 15 temas que duraban media hora y tenían 88 canales cada uno. Ahí el trabajo de Juana fue impresionante. Hay unos climas terribles, unos audios tremendos. Eso para mí es lo que hace que sea tan distinto a Wed 21. A mí Wed me encanta, pero este tiene un boost groso de sonidos nuevos, de audio. Diego metió bocha de batas que están buenísimas: hacía mucho que Juana no metía baterías en un disco. John Dietrich de Deerhoof, un crack, vino a grabar algunas cosas también. Pero el disco, digamos, es un disco de Juana. No hay dudas. Lo que metemos nosotros son cosas que en realidad, en algún punto salen de ella.
¿Qué otros proyectos tienen en paralelo?
O: Estoy en varias cosas; me está gustando esto de producir y estoy dando varias manos a artistas amigos. Estoy laburando con el Tano Gianini, que es un tipo muy inteligente y siempre hemos coincidido en muchas cosas. Él está en un proyecto re loco de tango-pop, una locura. Nunca hice tango y bueno, pop… todos tenemos algo de pop. Son dos géneros medio locos. Y yo que soy rockero y me gusta la música rara *risas*. Pero lo que está haciendo este chabón está buenísimo y nunca había escuchado nada como eso. También estoy tocando en una banda, Bien Volando, donde solo toco el bajo. Es muy relajada: yo caigo con mi bajo, ensayo… es la única banda pre-Juana que me siguió bancando. Se toca y se ensaya cuando se puede, sin presiones, por eso me encanta y por eso me pudieron bancar. Grabamos un disco que se está masterizando y debería salir en un par de meses, calculo. Me encanta tocar con ellos, son muy capos, muy experimentados. Todos laburan de esto. Después tengo mi proyecto. Yo nunca había tenido ganas de ser líder, frontman. Siempre colaboré con temas y todo, pero en calidad de arreglador, productor, guitarrista o mano derecha. Ahora tuve el impulso de hacer mi disco. Me presenté para el mecenazgo del Gobierno de la Ciudad y me salió. Yo mientras había estado haciendo unos cuantos temas, y ya está todo en marcha. Es un trío, yo canto y toco el bajo. Saldrá el año que viene, supongo. Estoy re contento.
D: Hasta que comencé a girar con Juana yo tocaba en varias bandas al mismo tiempo, pero por los viajes y las características del proyecto tuve que dejar algunas cosas. Igualmente cuando estoy en Buenos Aires suelen salir grabaciones o tocadas con otros artistas; por ejemplo, una pequeña gira que tuve el gusto de hacer el año pasado por Latinoamérica, como invitado de Jorge Drexler y Luciano Supervielle. Además tengo mi grupo, MOT ROS, donde canto y toco la bata. En este momento estamos por sacar nuestro segundo disco. Mi compañero en el proyecto es Sebastián Crusvar, que es un genio total, un distinto. Él toca el teclado y la viola. Para mí, que vivo mayormente de tocar músicas de otros, es muy necesario tener una banda propia, donde componemos y hacemos lo que queremos.