Se anima a decir que en el stand up es “nueva”. También afirma que no hace mucho que lee sobre feminismo. Sin embargo hace ya casi un año y medio que gira por el país con un show donde (junto a Ana Carolina, Charo López y Malena Pichot) reflexiona sobre la ¡loquísima! idea de que la mujer también es persona. Allí no es solo la única rubia natural, sino también la más experimentada. Editó tres discos con Sergio Pángaro & Baccarat, pasó música para gente concheta en hoteles cinco estrellas, es actriz, vestuarista, diseñadora y muy graciosa: Vanesa Strauch quiere que los chistes inviten a reflexionar y haya algo detrás de las risas.
De eso se encarga en Persona, un show de stand up con una fuerte temática feminista que está por realizar sus últimas funciones entre Buenos Aires y Santa Fe. Antes de que su inquietud la lleve a otra parte, hablamos con ella sobre su vida y su humor, la música, lo que pasó en el Encuentro Nacional de Mujeres y cómo se ve el mundo viejo con la nueva lente del feminismo.
¿Cómo arrancaste en la actuación? ¿Fue siempre por el lado de la comedia?
La primera vez que me subí a un escenario fue a los dieciocho. Tuve que leer un discurso de fin de año en mi colegio porque era muy feo y nadie quería leerlo. Era muy malo, entonces agarré e improvisé la mitad. Ahí me di cuenta de que eso me fascinaba. O sea que me di cuenta de grande, yo no pensaba que iba a actuar. Terminé estudiando con gente muy buena de acá de Buenos Aires. Después me metí en la improvisación y estuve diez años con Mosquito Sancineto, en su compañía, donde aprendí mucho de impro y de humor. Y después tuve mi propio grupo, y siempre me fui para el lado del humor.
¿Por qué creés que terminabas siempre por ese lado? ¿Qué te permite el humor?
Creo que es interesante como crítica. Si una quiere decir algo, es mucho más interesante decirlo por ese lado, entrar por ahí. Es más interesante de fabricar. En stand up o no, no sé; pueden ser sketch, videos, lo que sea. Pero me parece que de todos los tipos de teatro es el que más me divierte. Cuando es algo crítico, ¿no? Porque después tenemos los chistes de suegras… *risas*. Me gusta el humor bueno, que cuente algo.
Hace ya un tiempo que Persona está girando por el país. ¿Qué balance hacés?
Nos fue muy bien. Fuimos a lugares muy interesantes, a mí me gusta mucho ir a distintas provincias, porque hay gente que quizás de otro modo no podría escuchar lo que tenemos ganas de decir. En Tucumán, por ejemplo, fue muy bueno porque fue una producción que hicimos nosotras mismas, en lugar de que nos lleve un mánager o algún otro chanta. En Neuquén pasó algo muy interesante con unas socorristas abortistas que hay allá. En fin, nos vamos muy felices de esta gira, que termina en Rafaela el viernes, o al menos por este año.
De las cuatro mujeres de Persona, ¿qué pensás que te define, que te destaca?
Soy la más vieja *risas*. Es como que soy la que hizo de todo un poco, al ser más grande… Tuve una banda muchos años, fui disc-jockey otro tanto, hice muchas obras de teatro. Las chicas siempre me cargan, se ríen de que tengo anécdotas para todo, o que conozco mucho a alguien, tipo “ah, sí, con este fulano en tal año hicimos tal cosa…”. Soy como muy inquieta y me aburro rápido, entonces cada cinco años hago un viraje y hago algo nuevo. Lo del stand up no hace mucho que lo hago. Pero sí vengo actuando desde los veinte. Y voy así, multimedia. También me encargo del vestuario, hago los flyers. Muy inquieta.
Ahora por suerte se está hablando cada vez más de feminismo, pero ¿vos cuándo lo descubriste? ¿cómo llegaste a esas ideas?
Yo de bastante grande, te digo. No sé a qué edad, pero creo que tiene que ver con cómo fui siempre. De chiquita hacía surf; siempre hacía cosas “de varones”, entre comillas obviamente, porque son cosas que podía hacer cualquier mujer y que yo hice mucho tiempo. Siendo disc-jockey me acuerdo que todos decían “¡ay, una mujer!” y yo no entendía por qué, cuál era la diferencia, por qué no iba a poder. De muy chiquita también solía decir que quería ser varón. Pero no por una cuestión de sexo, sino porque me había dado cuenta de que los varones tenían más libertad. Además mi vieja siempre fue muy tremenda, muy independiente. Lo mejor y lo más interesante lo veía en que las mujeres hagan todo lo que quieran. Pero bueno, yo empecé a leer sobre feminismo y eso hace pocos años, cuando empecé con el stand up, porque me di cuenta de que ya empezaba a hablar con mi nombre y apellido y no desde un personaje. Tenía que estar bien informada y tener un backup de por qué hacía un chiste sobre algo, que parece un chiste de un culo o de un pedo pero que tiene todo un trasfondo de lo que yo realmente pienso, y de lo que estoy segura y de lo que quiero hablar. Eso pasa mucho. Mucha gente dice “uh, estas feministas deben ser un plomazo, hablado mal de los hombres todo el tiempo…”, y la realidad es que son chistes. Pero chistes que tienen una cocina más interesante, creo yo.
Vos estabas en Rosario durante la marcha del Encuentro Nacional de Mujeres, ¿no?
Sí, estábamos ahí cuando pasó el quilombete de las famosas piedras. Yo te aseguro que yo estaba ahí parada y vino un grupo de atrás, con pibes medio jóvenes, ¡y empezaron a tirar piedras! Yo pensé ¿qué pasa, muchachos?, y cuando nos dimos cuenta dijimos “rajemos”, tuvimos que salir corriendo porque nos pegaban a nosotras. Fue rarísimo, te juro. Ninguna de nosotras quiere que se hable mal de la marcha, queremos que cada vez más mujeres tengan ganas de ir. Entonces por qué vamos a hacer ese quilombo y que la gente tenga miedo. Ahora, pintar las paredes me parece fantástico.
Sobre eso te iba a preguntar. Malena hizo un comentario, no sé si en Twitter, donde dice algo así como que “está bien romper un poco todo”, y la gente se le enojó…
Ah, no, bueno, pero se enojan todo el tiempo. No sabés las cosas que nos escriben. Yo pienso que es mejor llamar la atención escribiendo una pared y que eso haga que se muera una piba menos, ¿entendés? Porque el escándalo que hizo la gente por eso y no porque todos los días matan a una chica, yo no lo puedo creer. Es tipo “bueno, escúchennos, es de la única manera que podemos porque nadie nos da bola”. Agarraremos un aerosol y escribiremos en la pared. Banquensela o digan “che, ¿tan grave es esto que nos tienen que escribir la pared?” Sí señor, sí señora, es tan grave, así que haga algo. Es una manera pacífica, no es tirar piedras. Pasan cosas horribles todos los días. También con la homofobia; están matando a muchas chicas travestis o grupos de prostitutas. Si hay que pintar paredes salimos a pintar paredes, está todo bien. Y estaría buenísimo que la gente diga “ah, lo hacen porque están desesperadas por que las oigan” y no “ay, la pared de mi quinta…”.
Está muy de moda el stand up, hay cada vez más artistas de este tipo por todos lados. ¿Cómo ves la escena standupera en Argentina?
Hay compañeros que me divierten mucho y otros que me dan una vergüenza, una bronca, que andaría con un sifón en la cartera por si los veo en la calle *risas*. Hay como una gente que solo usa el stand up para ver si tiene levante con las chicas, y se nota mucho; no les importa el humor, ni decir nada interesante, ni hacer que alguien se vaya a su casa pensando. Después hay otra gente maravillosa, que está re loca y es re divertida. Charo [López] hace todos los miércoles un ciclo que está buenísimo, que se llama Violonas, y ahí vamos todo el grupo de siempre y nos turnamos, hacemos sketch, probamos cosas, leemos. Ese es un grupo muy interesante para ver: Noe Custodio, Bimbo Godoy, las Persona, Franco Saraceni y un montón de comediantes.
¿Qué referentes tenés en el humor?
Siempre me gustó mucho el tema de los sketch. Monthy Phyton, es medio antiguo pero está bueno que lo vean. The Kids in The Hall me gustan muchísimo, son unos canadienses que me fascinan. Me gustaron siempre los sketch de Saturday Night Live. El humor físico también me divierte mucho. Yo lo que tengo es la suerte de trabajar con mis tres comediantes favoritas. Así que te las puedo nombrar a ellas, queda raro, pero es así. Y por eso nos juntamos, es así, uno se va juntando con la gente que le gusta y con la que tiene afinidad.
Y ya que has incursionado en la música, ¿qué música escuchás actualmente? ¿qué te gusta?
Yo escuchaba mucha música, porque cuando sos DJ tenés que escuchar todo el tiempo. Después me pudrí. Pasa que tocaba en lugares re caretas tipo el Faena, o en Punta del Este, y era muy insoportable la gente a la que le tenía que poner música. Ganaba mucha plata pero le pasaba música a gente muy idiota. Y después no escuché más nada. Si te digo algo ahora voy a quedar como una vieja gagá, pero yo siempre recomiendo el jazz, que es lo mejor del mundo. George Gershwin, el jazz de los ‘50. *Hace voz de abuela* “¡Querido, escuchen esa música que es divina!”. Después lo que pasa también es que cuando uno empieza a ver todo ya con el cristal nuevo del feminismo y estás como más despierta, muchos ídolos musicales resulta que son unos hijos de puta. Yo miro mucho el Rat Pack, que es una banda que tenía Frank Sinatra con otros tres, que cantaban y tomaban Martinis y hablaban, muy parecido al show que yo hacía con Sergio Pángaro en Las Vegas, y era divino. Pero claro, después tenían su programa de TV y estaban las chiquitas ahí paradas sirvíendoles el Martini, y no las dejaban hablar ni una sola palabra. Pero era otra época, ¿no? Como acá todas las monstruosidades que hacía Sofovich. Ahora, que hoy en 2016 haya un Polémica en el Bar con las minas ahí atrás… que pase en los ‘50, bueno, pero ahora… Qué tremendo. Con el feminismo te das cuenta de cosas que antes no veías o no querías ver. Pero es una cosa de amor; que nadie piense que es una cosa de odio. Hay como una prensa muy rara. Es una cosa de amor y de querernos más, eso tiene que ser muy claro entre todos. Que no nos vean como unas locas, viste.