La destreza de Wolf Alice como banda en vivo trasciende las constricciones del streaming. El pasado 12 de mayo, el cuarteto londinense se presentó en el marco del festival Marvin Gateway para un set breve pero conciso, cuya contundencia los posicionó entre las mejores ofertas de la edición virtual y transnacional del evento.
“Silk” y “Space and Time”, dos favoritas de fans, convivieron con naturalidad junto a “The Last Man on Earth”, el single promocional de Blue Weekend que tuvo su debut en vivo en el festival. El tercer LP de Wolf Alice, a estrenarse el 4 de junio vía Dirty Hit, representa una progresión natural en el derrotero artístico del grupo, ostentando su eclecticismo característico pero amplificando la inmediatez emocional.
En adelanto al lanzamiento de Blue Weekend y en simultáneo a su pasaje memorable por el festival Marvin Gateway, Indie Hoy conversó con Theo Ellis, Joff Oddie y Joel Amey.
¿Pueden rastrear la idea inicial de la que germinó el disco?
Joff Oddie: No hubo una idea creativa que haya detonado a todas las subsiguientes. Blue Weekend es una colección de diferentes ideas más que un disco conceptual. Lo empezamos en conjunto yendo de viaje a un lugar que se llama Somerset, en el suroeste inglés. Allá alquilamos una capilla que había sido renovada y convertida en una casa de campo. Estuvimos ahí una semana y comenzó la intención de volver a escribir, volver a rastrear influencias y volver a pensar qué íbamos a hacer.
Para mucha gente creativa cuyo proceso consiste en acumular experiencias de vida, la pandemia fue un obstáculo grande. ¿Se interpuso en su capacidad de inspiración?
Theo Ellis: No necesariamente porque ese primer viaje a Somerset fue en algún momento de 2019. No teníamos forma de saber lo que se venía. Al disco lo terminamos de escribir y a fines de enero fuimos a grabar, justo antes de que se desate la pandemia. La grabación fue en Bruselas y terminó en mayo, con el virus ya circulando. Va a ser interesante observar las obras que la gente escribió en cuarentena.
¿Hubo algún disco pandémico que hayan disfrutado?
Theo Ellis: Me gustó el disco de Charli XCX. Admiro mucho su ambición y también el plazo que se autoimpuso para terminarlo. Su forma de abordar el pop es muy refrescante.
Blue Weekend es el primer disco que van a publicar después de ganar el Mercury Prize en 2018 por Visions of a Life. ¿Incidió en ustedes la conciencia de que ahora son una banda con mucha más llegada y exposición?
Joel Amey: Quizás sea distinto para el resto pero, en mi caso particular, yo sentí la misma presión de siempre. Nuestros estándares siempre han sido altísimos y siempre queremos sacar el máximo rédito de la oportunidad que conlleva hacer un disco. Es algo muy afortunado, que se te confíe la oportunidad de hacer un disco, sobre todo en este clima particular para las bandas de guitarra. Es un lujo poder tomarte unos meses para irte a grabar música, un lujo que conlleva a su vez la presión de alcanzar nuestro máximo potencial creativo. Nos sentimos muy agradecidos cuando ganamos el Mercury Prize pero no es algo de lo que hablemos en el estudio. Ahí discutimos sobre hi-hats y pedales Big Muff.
¿En qué dista Blue Weekend de sus trabajos anteriores?
Joel Amey: Ellie empujó sus propios límites en tanto compositora y estos muchachos acá presentes también lo hicieron desde lo interpretativo. Es dichoso escuchar la guitarra de Joff en “Delicious Things” o el bajo de Theo en “Feeling Myself”. Creo que nos desafiamos como intérpretes pero también me parece importante resaltar que a veces una forma de desafiarte es tomar un poco de distancia y permitir que las canciones hablen por sí solas y expresen sus verdaderas necesidades. Es difícil, porque no hay nada más divertido que empezar a tirar cosas contra la pared y ver qué queda mejor. Pero creo que Blue Weekend es el disco donde ganamos mayor precisión como banda y terminamos de afianzar nuestra escritura. Fue hasta impactante vernos no necesitar sumar drum fills en cualquier lado porque sí. Dejamos que las canciones y las emociones hablen por sí mismas y eso creo que ya nos sitúa por encima de nuestros dos discos previos, con todo lo que me gustan.
El corte de difusión, “The Last Man on Earth”, está inspirado en el libro Cat’s Cradle de Kurt Vonnegut. ¿Qué tiene él como escritor que pudo haber inspirado a la banda? ¿Encuentran algún paralelo entre su forma de escribir y la suya de componer?
Theo Ellis: No puedo hablar en nombre de Ellie porque no está acá pero sí puedo decirte que tanto ella como yo atravesamos un período donde lo leímos y nos asombró su forma de ridiculizar el ego de las personas. Con esta canción intentamos lo mismo, derribar la arrogancia de la gente que todos tenemos de una forma u otra, tomar lo pomposo y reducirlo a un nivel más humano.
Se ha señalado el paralelo de “The Last Man on Earth” con el post brit pop, que no es un período de la música británica que nadie esperaba ver resucitado, pero suena muy bien en la canción. ¿En qué se inspiraron?
Joel Amey: Ese no es un género al que necesariamente volvamos, aunque no digo que esa comparación sea tuya. Creo que Ellie simplemente quiso escribir algo más sujeto al clasicismo, una canción atemporal. Recuerdo estar hablando con Markus Dravs, nuestro productor, sobre cómo visualizaba la canción, y él quiso apuntar a la estética de Lou Reed y al sonido de Bowie. Joff le guiñó a The Beatles con su solo de guitarra, que a mi gusto suena súper George Harrison. En lo que respecta a lo sónico, Markus es un productor de la vieja escuela en el sentido de que tiene una noción perfecta de dónde disponer los micrófonos y cuál es el más apropiado para lograr cierta calidez en el sonido. Nuestras canciones se beneficiaron de su conocimiento y su técnica.
¿Cómo consiguieron que Owen Pallett componga las cuerdas del disco?
Joff Oddie: Owen y Markus ya habían trabajado juntos en varias cosas de Arcade Fire, así que había una relación preexistente ahí. Cuando quisimos incorporar cuerdas al proyecto, primero intentamos sintetizarlas y también usar packs digitales, pero llegamos a un punto donde nos hacía falta tener cuerdas de verdad. Owen Pallett era el indicado. Es un talento increíble, nos elevó por completo.
El disco abre y cierra con dos canciones tituladas “The Beach”. ¿Cómo fue la historia detrás de esos temas?
Joff Oddie: “The Beach 2” era una canción distinta originalmente. En ese entonces ya teníamos “The Beach 1”, que por supuesto todavía no llevaba un dígito numérico para distinguirla. “The Beach 2” inicialmente se llamaba “Okay”, pero la canción estaba medio estancada y ni sabíamos si debíamos incluirla en la versión final. Entonces Ellie se la llevó consigo una semana a otro estudio, reescribió las letras y la resignificó por completo. El álbum es un viaje de principio a fin, y lo que hizo Ellie fue recuperar ese principio para que sea más positivo. “The Beach 1” es bastante mórbida, casi austera, y suena derrotada. Fue lindo volver a ese momento en el final pero con un poco más de esperanza. ¿Conocés The Streets? En su disco A Grand Don’t Come for Free, tienen una canción titulada “Empty Cans”. Lo que hicieron ahí intentamos hacerlo pero en dos partes, una al principio y una al final.
¿Cuál fue la canción más difícil de componer?
Joff Oddie: “Lipstick on the Glass”. No teníamos una idea definitiva de lo que debería ser, así que mutó muchísimo en el estudio a lo largo del proceso.
¿Cómo describirían su estilo interpretativo y quiénes son sus influencias?
Theo Ellis: Nunca me consideré bajista y nunca le he conferido al instrumento el respeto que se merece, pero siempre me inspiró mucho Nick Allbrook de Tame Impala. También me gustan los bajos más melódicos de Kevin Parker. El mejor bajista tiene que ser Paul McCartney, aunque no sea una inspiración directa para mí.
Joel Amey: Yo siempre amé la batería, pero también debería tomarla con más seriedad. Para mí el mejor batero, y también el más cool, es Levon Helm de The Band. Cuando pienso en batería, pienso en él.
Joff Oddie: Mi primer amor fue la guitarra acústica, así que mis influencias son más que nada guitarristas de folk como Nick Drake, John Martyn y Davey Graham, artistas con canciones muy técnicas que exigen cierto nivel de destreza para ser tocadas. Lo que me emocionó de la guitarra eléctrica más adelante es que nada tenía que ver con la técnica y todo tenía que ver con la expresión. Fue muy liberador cruzarme con guitarristas que rompían las reglas como Josh Hayward de The Horrors, Lee Ranaldo y Thurston Moore, Kevin Shields… Gente que hizo que la guitarra deje de sonar como tal. Para mí, cuando alcanza ese nivel, es arte.
Escuchá a Wolf Alice en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).