A medida que aumenta la oferta de servicios de ocio y entretenimiento a través de internet y las nuevas tecnologías, nos hemos ido creando una serie de necesidades alrededor de ello. Lo cierto es que cada vez más personas prefieren la televisión a la carta, sin estar ceñidos a una programación, sino creándose su propio plan de noche de cine o de series, lo que se ha conseguido a través de los servicios de streaming y de VOD. Lo mismo sucede con la música: si antes escuchábamos los discos completos o poníamos la radio, ahora creamos listas personalizadas.
Aunque de entrada tenemos la sensación de que todo es gratis o al menos más económico, en parte no lo es tanto. Para poder disfrutar de todo esto necesitamos un ecosistema bien planteado, que focaliza de un lado en una conexión a internet de alta velocidad y muy estable, y de otro unos buenos equipos para reproducir el contenido: televisión (smart o con set top box), smartphone, y por supuesto, suscripciones a servicios.
Los juegos también se han convertido en un esencial, ya no tanto desde las videoconsolas (que tampoco han caído en desuso) sino más desde smartphone. Lo que todos estos elementos tienen en común es que solemos utilizarlos sentados, y ¿dónde lo hacemos? Normalmente en el sofá del salón. Cuando jugamos, vemos televisión o leemos, actividades de ocio y relax, demandamos comodidad para el cuerpo, así la mente puede saborear el momento. El sofá, por tanto, se convierte en un verdadero imprescindible para el ocio tecnológico, sobre todo si es acompañados.
Según una encuesta realizada por Lotoland, en 12 años se ven desde el sofá 7482 horas de televisión, y aproximadamente el mismo tiempo es dedicado a jugar online (candy crush, angry birds) y a juegos de apuestas online (bingo, lotería, poker). Otras 3276 horas dedicadas a videojuegos desde videoconsolas, y 4349 para la lectura. Lo curios es que, con el paso de los años, si sumamos todas las actividades realizadas desde el sofá a través de un smartphone (redes sociales, videollamadas y los juegos online o de apuestas), superan con creces a los momentos en que interviene la televisión. Parece que a pesar de ser un dispositivo que podemos llevar a todos lados, el hecho de poder “ir a cualquier sitio” a través de su pantalla hace que no nos despeguemos tanto del sofá como cabria esperar.
Paralelamente a todo esto, hay que decir que la encuesta también revela muchas más horas dedicadas desde este imprescindible mueble a relacionarnos con otras personas sin necesidad de pantallas, muchas de estas ocasiones o la mayoría de ellas las dedicamos a demostraciones de cariño, afecto o pasión. Las casi 9000 horas de besos y abrazos superan a las casi 7000 de discusiones, lágrimas o noches en que un miembro de la pareja castiga al otro a dormir en el sofá.
De cualquier manera, parece que el sofá es y será el centro neurálgico del hogar, y que toda nuestra vida, incluso la digital, gira en torno a él. IKEA hizo hace unos meses una serie de exposiciones en sus tiendas en las que recreaba salones míticos de la televisión, mostrando cómo podíamos conocer a todo un elenco de personajes a través de todas las vivencias compartidas en un sofá. Ejemplos de ello son The Simpsons, The Big Bang Theory o Friends, series que desarrollaron la mayor parte de su metraje sentados en los sofás.
Por supuesto, aquellas personas menos sociables o en hogares en los que se pasa de tres convivientes, parte de esta vida se traslada a la habitación, y como consecuencia, cada vez se venden más sillones y sillas especiales para gamers, verdaderamente confortables, que sustituyan al sofá familiar para una vida de ocio digital en momentos en que no se desea compartir la pantalla con el resto de compañeros de hogar. La comodidad se convierte, por tanto, en una prioridad a la hora de dedicarnos un momento de ocio.