Siempre proclamo a la música independiente como la forma de expresión (musical) más honesta de todas. De alguna manera romántica o injustamente utópica todavía creo que artistas autogestionados se movilizan por responder a un llamado estético y un desahogo lírico interno que responden y son motivados por sus propias vivencias, sus sueños, miedos y la genuina manera en la que puedan impregnar cualquier tipo de sentir en sus sus creaciones. Con las inmensas posibilidades que internet ha brindado en materias de distribución global y acceso, me gusta creer que el poder se ha posicionado del lado del oyente, y que, sin presión mediática involucrada, es finalmente la específica conjunción de estímulos provocados, la atracción estética o la curiosidad lo que logra que uno opte por escuchar un disco o seguir a una banda. Para apoyar dicho statement uno de los ejemplos más fehacientes de los que usualmente me puedo valer es el camino de Juan Román Diosque.
De una manera sutil, y ante todo encantadora, el tucumano ha logrado cautivarnos con sus esotéricas composiciones, su ocurrente lírica y su imparable crecimiento artístico. Valiéndose principalmente por la hermosura misma de sus creaciones (y un nuevo giro sensitivo que devino del uso de sintetizadores y el acompañamiento de una banda), Diosque es hoy, a casi diez años de su disco debut, uno de los principales exponentes de la música independiente argentina. Siempre fue, para mí, uno de sus más importantes cantautores.
Adentrándonos en el minuto quince de mi entrevista telefónica, cuando comparto estos pensamientos con él, buscando algún tipo de confirmación a la premisa que abre esta nota, Juan responde: “Sí, es así la cosa, es todo muy lentamente, y es muy jodido, pero es así seguro”.
Busco extender la respuesta y adiciono: si tuvieras que dar algún consejo a un cantautor que recién está empezando este trayecto, ¿qué le dirías?
Simplemente cerrar los ojos. El talento… es como lo dice Charly: “el talento es gratis”. Por eso no es simple hacer las cosas con talento, hay que ser constante también. También pienso que el talento si no se desperdicia, no es talento. Es gratis, sí, pero hace falta acompañarlo con lo otro, que es continuar, cerrar los ojos y hacer buenas canciones. Y bueno, ¡no lavarse las manos después de tocar un instrumento!
La entrevista, enmarcada en la anunciada participación de Diosque en la segunda fecha del ciclo de Indie Hoy en Beatflow (Av. Córdoba 5509), empezó con un cause más tradicional, donde dialogamos sobre la inminente salida de su cuarto disco, su reciente colaboración con Julieta Venegas y las puertas que abrió su aclamado último trabajo: Constante (2014, Quemasucabeza). Aquí alguno de sus highlights:
Hablame del disco nuevo. ¿Qué se viene? ¿Cuándo?
Ibamos a sacarlo este año, pero finalmente sale el año que viene. Yo empecé a escribir nuevas canciones y se fue desarrollando más el tema de la composición.
¿Nuevas canciones como para un nuevo proyecto o para este?
No no, para este. Es como una nueva vuelta de rosca para este. La idea era sacarlo en julio-agosto, pero no llegábamos con el tema de la producción y dijimos “bueno, lo saquemos en marzo-abril” y ahora estamos mucho mejor. Todo sea por el bien de la música.
No hay que apurar este tipo de cosas…
Totalmente.
¿Cómo lo vas sintiendo al disco? ¿Deviene orgánicamente o te está costando un poco más desde el giro de Constante? Me refiero a: después de esa “irrupción sonora” que representó Constante en tu discografía, ¿te sentís de alguna manera presionado para seguir por algún camino…?
No, la verdad es que yo ya estoy aprovechando y visualizando el disco en un formato como más “acompañado”, con mi banda me refiero. Estamos tocando todos, y más que nada eso, estoy dirigiendo y escuchando mi banda digamos. Entonces sí, yo calculo que es una especie de mezcla de Constante con Bote quizás, porque es más eléctrico. Me cuesta describirlo con palabras. Pero bueno, también le estoy prestando mucha atención a las letras, a nuevas partes de las canción: nuevos puentes, alargues, secciones largas y ese tipo de cosas.
¿Creés que este tipo de crecimiento o esta nueva búsqueda de complejidad viene de la mano de tu nuevo rol de “director” de tu banda digamos?
No sé, es simplemente otro el medio. Siempre fui el “director” de mis manos en tiempos de I Can Ción o Bote, y ahora puedo trabajar escuchando otras voces. Hay otro tipo de seguridad, de mí parte en el “dejar hacer”.
Con respecto al énfasis que me decís que estás volcando en las letras… ¿en qué clave emotiva viene?
Y… hay de todo, hay desde poesía reflexiva (algo así como “La Verdad Rota”) y letras de amor. Hay también temas más “cancherescos”, hay uno que está al borde de rapear.
¿Sentís que Constante te abrió a un nuevo público? Advertí una suerte de “diosque-explosión” que antes no había…
Claro que sí, creo que Constante nos abrió mucho a otro público que estaba latente y agarró. Les gustó y eso es algo que podemos confirmar en cada fecha. Se arman cosas lindas. Nos llevó a México, y a varios lugares del país. Creo que a partir de Constante algo pasó.
¿A vos como artista te cambió de alguna manera?
Como artista no, no me cambió. Simplemente me hizo más fuerte. Me obsesionó más con mi universo musical. Fue una cosa como nutritiva, un cambio como nutrición.
Confirmamos el poderío de la música que se vale por sí misma cuando Diosque me comenta la satisfacción que sintió la vez que se presentó en México el año pasado y la gente conocía canciones de Bote. También me cuenta de una anécdota que tiene atesorada sobre un fan acérrimo de la vieja época que lo interceptó en uno de sus shows para decirle: “vos venías bien”.
Anticipando la fecha del próximo jueves en el ciclo Indie Hoy me cuenta: “vamos a tocar con la banda, como últimamente. Estamos en la recta final de tocar este disco, por eso también va a ser un poco especial. Estamos crossfadeando temporada”.