Julen y la Gente Sola es una de esas bandas que detentan un tacto especial a la hora de narrar cosas tan comunes como las desilusiones adolescentes y los vaivenes del amor. Entre melodías estruendosas y letras directas cargadas de dolor, la música de los uruguayos genera diversos climas que hacen que el público se deje llevar por este viaje sensible estampado de recuerdos.
A la espera de que el grupo cruce el charco para hacer su debut dentro del Festipulenta, tuvimos la oportunidad de charlar con Fede (voz y guitarra) y Agus (bajo y coros) sobre sus nuevos proyectos y el presente de una escena independiente en constante crecimiento.
¿En qué instancia se encuentra la elaboración del segundo disco? ¿Qué diferencias perciben respecto al sonido y la calidad?
Agus: Estamos super entusiasmados con este nuevo disco. Hay un crecimiento importante con respecto al primero, un poco vinculado a que el proceso creativo de este disco fue mucho más en conjunto y “de banda” que el primero. A su vez, va a ser un disco más heterogéneo, porque las canciones proponen distintos lugares musicales. Es un álbum fruto de estos años de tocar mucho juntos y se nota.
Fede: El disco, que lo estamos haciendo allá en Argentina, está casi todo grabado y en proceso de mezcla. Lo está produciendo Fede Dopazo (Tobogán Andaluz) que es un genio y la rompe. Tuvimos la suerte de grabar las bases (batería y bajo) en Estudios Machete, un estudio muy bonito y profesional de nuestro amigo Diego Acosta, lo que nos permitió de arranque un salto de calidad importante.
¿Se sienten más maduros como músicos?
A: Más allá del crecimiento personal de cada uno como músico, creo que hubo una maduración en conjunto re grande, del hacer escuchando al otro, de alimentarse de las propuestas del otro y retrucarlas, por ejemplo.
F: Antes era todo catarsis, aunque las canciones siempre fueron suaves las tocábamos fuerte y rápido, esa cosa punk y adolescente en la que estás siempre fastidiado con el mundo. Entonces eso en el escenario se traducía a quien tocaba más fuerte o llegaba más alto en ese sentimiento, que estaba bien, pero se volvió un poco desgastante. Ahora disfrutamos un poco más de tocar juntos, un poco lo que dice Agus de dar lugar, escuchar y responder al compañero. No como si fuéramos músicos de jazz, pero bueno, se entiende ¿no?
¿Cómo funciona la escena independiente en Uruguay? ¿Existe una variedad importante de circuitos alternativos y sellos?
F: Hay un montón de movidas y sellos independientes que generan todo el tiempo actividades alternativas y eso está buenísimo. Otra cosa importante es que se están tomando los barrios de nuevo, acá en Montevideo hasta hace un tiempo pasaba que toda la actividad independiente estaba centralizada (como la mayoría de las cosas) y ahora se están armando cada vez más movidas en los barrios. Incluso, de a poco se está empezando a tomar también el resto de los departamentos del país. Es importante salir de Montevideo.
¿Qué cosas de la escena independiente creen que podrían mejorar o cambiar?
A: Montevideo tiene algo bastante particular y es que, aun siendo una ciudad chica, hay una serie de circuitos musicales independientes re cerrados, que casi no dialogan o interactúan entre sí. Estaría bueno poder generar un circuito independiente un poco más amplio y abierto y que el público pueda circular más entre las diferentes propuestas del circuito.
Las letras de Julen, en general, hablan sobre las relaciones amorosas. ¿Son todas autobiográficas? ¿Qué sienten cuándo el público comparte y se apropia de esas emociones tan personales?
F: No todas son autobiográficas, algunas sí, uso mucho ese formato de escribir canciones, historias de chico/chica, es más bien una fórmula que me queda cómoda. El melodrama es divertido, buscar emociones intensas en lugares comunes, pero usando mi lenguaje. A veces pienso que algunas de mis canciones son totalmente terrajas y podrían funcionar en otros géneros o resultarle emocionantes a personas con gustos totalmente diferentes. Compartir esas emociones con el público está siendo realmente un motor importante para seguir con esto. Hasta hace un tiempo tocar era más bien una experiencia personal o muy cerrada del grupo, ahora me estoy abriendo bastante y es muy bonito recibir todo el cariño de las personas. Se vuelve algo más grande que nosotros y eso es bastante hermoso. No nos parece un detalle menor en un momento en el que cuesta mucho encontrar cosas hermosas.
En los últimos tiempos, en la escena musical argentina ha surgido un cuestionamiento acerca del machismo y el rol del músico como figura de poder tanto en el mainstream como en la movida under. Dicho debate tomó relevancia luego de las denuncias por abuso al ex cantante de La Ola Que Quería Ser Chau, banda con la que ustedes han compartido escenario. ¿Qué posición asumen al respecto?
A: La música ha sido históricamente un espacio muy masculino, donde el rol de las mujeres ha sido, o bien relegado al de acompañante/escucha, o un adorno lindo de una banda de hombres. Son pocas las músicas en comparación a la cantidad de varones que han tenido notoriedad por su valor artístico. Así que es necesario que la escena musical se haga eco de este contexto mundial en el cual muchos cuestionamientos, provenientes mayormente del feminismo, están empezando a tener visibilidad. Sobre todo, para poder movilizarnos a varios niveles: por un lado, construir una nueva sensibilidad, para que prácticas muy comunes entre los músicos varones que antes de repente no eran pensadas como abusos, ahora podamos identificarlas como tales. Pero, además, para construir una nueva escena musical en donde un varón y una mujer tengan las mismas oportunidades de salir a compartir su música y no tenga que ser una lucha para una piba o un grupo de pibas el querer ingresar al circuito musical o lograr difusión.
Este mes regresan a la ciudad de Buenos Aires para formar parte de una nueva edición del Festipulenta, la ya clásica serie de conciertos que reúne a los artistas más destacados de nuestra escena independiente. ¿Qué es lo que más les llama la atención de la ciudad?
F: Estamos entusiasmados con tocar en el Festipulenta. Lo queremos desde chicos, todas las bandas que nos gustaban tocaron ahí. Yo fui a ver uno porque tocaban los chicos de Carmen Sandiego (Uruguay) y recuerdo que el mismo día, más tarde, subió al escenario 107 faunos y la rompió, fue una locura. A mí me gusta mucho Buenos Aires porque es como una extensión pack de Montevideo. Mi relación con la ciudad creo que está muy bien definida por esa frase que Antolín canta en “El Retador del Peligro“: “quiero una vida en un lugar salvaje, donde el peligro sea mayor.”
Para los que aún no escucharon la banda, ¿cómo la definirían?
F: Somos cuatro pibes haciendo esta música que es un poco melódica y un poco rítmica, prestando especial cuidado a las letras y sumando a todo eso un caudal emocional y afectivo importante. Somos algo así como cazadores de lo bello, o de lo que nosotros creemos que es bello del mundo. Podrían amarnos si el cantante no fuera tan malo, así que en un primer momento solo vamos a resultarles encantadores. Después de 4 o 5 escuchas, cuando se acostumbren a la voz desafinada, ahí nos van a amar para siempre.
Julen y la Gente Sola se estará presentando en el marco del Festipulenta Vol. 26 el viernes 17 de noviembre en Espacio Cultural Mi Casa (Agüero 787, CABA), junto a La suma de todos los tiempos, El Sur, Niños envueltos, Javi Punga y más.