Me voy a confesar: esta nota está escrita en caliente, es viernes a la noche, me tomé algunas copas de vino tinto (por supuesto, de Mendoza) y me puse a escuchar el disco debut de la Bocci, Ahora.
Esa es la palabra clave: Mendoza. Los tipos no paran. Son un semillero que parece no tener fin. Que, como todo en la vida, debe tenerlo pero por ahora no lo estaría mostrando.
Me corregirán los mendocinos, pero al menos en Buenos Aires (desde donde escribo), la primer banda en hacer eco fue Mi Amigo Invencible, seguidos de cerca por Usted Señalemelo, que se venía escuchando nombrar hacía un tiempo pero que apareció fuerte en el radar de toda la escena con su presentación en el Lollapalooza 2017. Y agarrate. Pusimos la lupa en Mendoza y descubrimos que eran unos cuantos que se venían con toda.
Los mencionados, Perras on the Beach (que días antes se había presentado en el Cosquín), Las Cosas que Pasan, Luca Bocci… Son una caravana que te puede agradar o no pero que no pasan desapercibidos. Amigos, músicos compartidos y la fiesta que arman en cada fecha como puntos en común.
Fiesta en sentido literal: son una bocha y si toca una banda siempre hay miembros de las otras y amigos que viven mitad acá mitad allá. Se termina armando una especie de búnker de reivindicación mendocina que contagia al instante. Tienen la efervescencia de un grupo de amigos que empieza su primer semana de vacaciones, de un curso en pleno viaje de egresados, de una barra festejando un campeonato. De mendocinos pintándole la cara a un país. Lisa y llanamente. ¿Cómo no iban a estar encendidísimos si donde van tienen al público y a la escena local rendida a sus pies?
Ahora salió hace menos de un año, sin promoción, sin productora, sin discográfica. Colgado en internet y compartido en su muro, ya supera cómodamente las cuatrocientas mil reproducciones solo en YouTube.
Lo presentó en Buenos Aires con banda y en formato solista, en salas de las picantes del under explotadas a doble función y en shows íntimos para menos de cien personas, también en unas cuantas provincias del país y ya tiene en su haber una gira por México y Ecuador. Sin promoción, sin discográfica, con su disco como única carta de presentación.
Algún periodista le dijo alguna vez “el otro Luca”. Yo pienso que este Luca simplemente es este, Luca, la Bocci. El otro, el Prodan, tenía una comprensión total de los recursos que ofrece la canción como envase para comunicar algo y dijo alguna vez que un artista que te logra emocionar con una criolla, dos acordes y una letra, ya está adentro. La Bocci cumple con creces.
Su disco es una sola cosa de media hora en la que las canciones se funden en ambientes, hacen lugar a lo que viene, se deforman y toman la posta en un fluir tan natural que a un espectador tan ansioso como yo nunca se le ocurrió saltear alguna o picar el disco.
Un álbum grabado entre amigos con los recursos que tenía a mano. Una guitarra eléctrica con un amplificador vintage y una computadora. Entre esos dos grandes mundos, entre el imaginario y las posibilidades que brinda cada uno, se mueve su música con total soltura y libertad.
Beats eclécticos, samples, pedazos de otras cosas retorcidas e incrustadas, ruiditos, panderetas que dan lugar a baterías electrónicas. De la canción que te parte al candombe bailable. Canciones terapéuticas con los sentimientos expuestos a flor de piel, en las que se expía él a la vez que nos da consuelo a todos.
Él las supo definir a la perfección: música empática, que está dirigida hacia una persona cercana, querida, confiable. Escribió sus letras como cartas que le escribiría a un amigo entrañable en tiempos de necesidad. Nos puso a nosotros, los espectadores, en ese lugar; y ese nivel de cariño y apertura es tan potente que atraviesa toda pantalla y nos hace sentir, al menos por un rato, que verdaderamente somos ese viejo amigo.
“Nada de lo que me ata es real, las cosas no se pierden solo se transforman, el tiempo no existe y aún nadie lo nota”. ¿Te estás preguntando, como yo, de dónde sacó la madurez para escribir letras así con menos de veinte años? No tengo idea. El flaco escribió “Muchacha” a sus dieciocho, Charly escribió “Canción para mi muerte” (y todas las canciones de Sui) en sus veintis. Evidentemente la madurez no está siempre en los años.
Un arte de tapa que ni dice su nombre, solo su cara con un cigarro y una remera de red que deja ver un tatuaje. Doña Rosa le diría excéntrico, para mí es la Bocci.
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Luca Bocci se presenta el 30 de diciembre en la Salas Caras y Caretas (Sarmiento 2037, Buenos Aires), más info acá.