A lo largo de seis décadas, The Rolling Stones fueron muchas cosas: rebeldes, decadentes, elegantes, sucios, sofisticados, incendiarios. Pero si hay algo que los define más allá de las etiquetas es su insaciable curiosidad por los sonidos que forman la columna vertebral de la música popular. Aunque nacieron como un grupo de rock y blues, su evolución los llevó a sumergirse en los géneros más profundos y crudos del mapa estadounidense como el country.
La conexión de los Stones con la música country fue un acto de amor y respeto hacia sus raíces sonoras. Mick Jagger, con su habilidad camaleónica para adaptar acentos y estilos, y Keith Richards, eterno amante de las afinaciones abiertas, encontraron en el country un terreno fértil para explorar emociones más íntimas, paisajes sonoros más nostálgicos y una narrativa que muchas veces el rock más clásico no podía contener.
A finales de los años 60, el country comenzó a filtrarse de forma más clara en sus discos. Lo hacían con guiños, con instrumentación sutil, con letras cargadas de melancolía y personajes ficticios. En muchas ocasiones, esas canciones eran una especie de respiro entre tanta distorsión y desenfreno. A continuación recopilamos tres grandes canciones country en el catálogo de los Rolling Stones.
“Wild Horses”
Una balada conmovedora y confesional, donde la nostalgia se mezcla con la resiliencia. Grabada para Sticky Fingers (1971), es quizás su incursión más famosa en el sonido country-folk con un estribillo inolvidable.
“Far Away Eyes”
Un guiño cargado de ironía y cariño hacia el country cristiano. Incluida en Some Girls (1978), la canción tiene a un Jagger que adopta el acento sureño, exagerando cada línea, con una letra que alterna humor con reflexiones.
“Sweet Virginia”
Incluida en el mítico Exile on Main St. (1972), esta canción es un retrato crudo y entrañable del espíritu sureño. Con su ritmo lánguido, es country imperfecto y humano, como los Stones podían hacerlo.