“Death of a Disco Dancer” de The Smiths explora temas de desilusión, apatía y anhelo de algo más en la vida. La canción utiliza la metáfora de una bailarina de discoteca para representar a individuos atrapados en un mundo superficial y fugaz. Escrita en plena crisis del sida, cuando la enfermedad estaba en su pleno apogeo, la canción formó parte de Strangeways, Here We Come (1987), el último disco del grupo.
Tal y como recuerda Far Out Magazine, este tema es el único de toda la discografía del cuarteto inglés en el que se puede escuchar a Morrissey aportando más que su voz, pues interpreta los arreglos de piano. El resultado final es una canción que, según el propio Johnny Marr, resume “la conceptualización musical de The Smiths”.
Además, en una conversación con el medio Q Magazine, el guitarrista destacó: “Es como Goldfinger con ácido malo. Que es una especie de The Smiths en pocas palabras”.