Frank Zappa fue un músico que intentó llevar su arte lo más lejos posible. De hecho, el guitarrista analizaba cuáles eran los límites e intentaba acercarse lo más que pudiera a ellos. En una entrevista con Sound on Sound en 1987 comentó: “Mira, cuando estoy componiendo, mi idea principal a menudo comienza con varias teorías musicales, y me pregunto qué sucede si hago esto o aquello, y cuáles son los límites físicos que puede comprender un oyente en términos de ritmo”.
“¿Qué tan grande es el ‘universo de datos’ que la gente puede asimilar y aun así percibirlo como una composición musical? Esa es la dirección en la que voy“, aseguraba Zappa, quien falleció en 1993 con tan solo 52 años. En su búsqueda por romper los límites de lo posible, Zappa terminó topándose con el Synclavier, uno de los primeros sintetizadores digitales, que le permitió grabar su disco instrumental Jazz from Hell.
“Creo que es todo un desafío llegar a alguien emocionalmente sin tener que usar palabras. Cualquiera que pueda tocar expresivamente un instrumento musical tiene mi respeto. Particularmente aquellas personas que alcanzan un nivel de desempeño en el que ya no piensan en operar una maquinaria sino en proyectar algo emocional a través de esa maquinaria. Eso es realmente digno de respeto”, comentó.
Dentro de Jazz from Hell se incluyó un track que el artista creía que era muy difícil de tocar para los humanos: “G-Spot Tornado”. Sin embargo, su afirmación no se cumplió, ya que en 1992, Ali N. Askin arregló la pieza para orquesta y fue interpretada por el Ensemble Modern como parte del recital de su último álbum, The Yellow Shark.