Cuando Michael Jackson se propuso llevar su música a un nuevo nivel, el resultado fue “Beat It“, un himno que no solo consolidó su estatus como el “Rey del Pop” sino que también rompió barreras al fusionar los mundos del pop y el rock. El artista quería una canción que resonara con la energía cruda del rock, algo que pudiera competir con los éxitos más pesados de bandas como Van Halen y AC/DC. Para ello, recurrió al virtuosismo del propio Eddie Van Halen.
El músico fue convocado por Quincy Jones, productor de Thriller (1982), y accedió con entusiasmo. Sin embargo, durante las primeras sesiones de grabación las cosas se salieron un poco de control. Con Steve Lukather al mando de las guitarras base y Jeff Porcaro en la batería, el equipo comenzó a darle forma a una versión que tenía un enfoque mucho más heavy de lo que Jackson y Jones habían imaginado.
El reto de Jones
En una entrevista con The Guardian, Lukather recordó este episodio: “Lo hicimos al revés. La voz principal de Michael y el solo de guitarra de Eddie Van Halen se hicieron con un par de pequeños retoques, pero sin pista de acompañamiento. Jeff hizo una pista de claqueta y luego una parte de batería, y yo toqué un montón de partes de guitarra realmente salvajes, porque sabía que el solo de Eddie iba a estar ahí: estaba haciendo rock duro de verdad, un riff de pista cuádruple”.
Finalmente, el guitarrista recordó las palabras exactas que el mítico productor (que falleció el pasado 3 de noviembre), le dijo por teléfono: “Es demasiado metalera, tienes que calmarte. ¡Tengo que hacerlo sonar en la radio pop! Usa el amplificador pequeño, no tanta distorsión“. “Beat It” logró mantener la ferocidad del solo de Van Halen y el groove irresistible que lo hizo apto para las listas de éxitos. Jones logró un delicado acto de equilibrio, creando un crossover sin precedentes que atrajo tanto a los amantes del pop como a los fanáticos del rock.