Paul McCartney siempre fue un perfeccionista. Desde sus tiempos con los Beatles, el talentoso músico se caracterizó por pulir a más no poder sus composiciones y no dejar nada librado al azar. Es por ese motivo que no resulta raro escucharlo criticar su propia obra, y sobre todo sus primeros discos de estudio como es el caso de McCartney, su EP solista debut, al cual definió como “descartable”.
Una obra austera y hogareña
Publicado en abril de 1970, McCartney sorprendió a sus fanáticos, ya que lo último que habían escuchado por parte del cantautor había sido Abbey Road junto a The Beatles. Teniendo en cuenta su exigencia y rigor, a los seguidores del músico les resultó raro escuchar grabaciones un tanto desordenadas en el álbum.
Para este proyecto, que con el paso de los años terminaría siendo una trilogía, Paul buscó presentar una obra mas austera, personal y hogareña. Fuera de “Maybe I’m Amazed”, la mayoría de las canciones fueron grabadas en la misma casa del artista, ya que no quería ninguna interferencia en el proceso.
Un disco que podría desechar
Sin embargo, el tiempo lo hizo reflexionar y años después declaró haber decepcionado a mucha gente con su disco debut. “Me doy cuenta de que fue más desechable y hogareño que cualquiera de los discos anteriores, pero eso no era motivo de preocupación para mí. De todos modos, uno nunca sabe qué va a pensar la gente de un disco“, dijo en una entrevista con Rolling Stone.
Si bien fue una obra experimental, el concepto del LP se resignificó con el lanzamiento de sus dos discos complementarios: McCartney II y McCartney III. Por su parte, el primero de ellos presentó a un Paul jugando con la música electrónica, de donde salieron algunas de las composiciones más raras como “Temporary Secretary” y “Coming Up”.