Si bien hoy es recordado como una leyenda del grunge, Kurt Cobain no se limitaba a consumir ese estilo de música, sino que, como cualquier melómano, su horizonte musical era sumamente amplio. Una de las tantas bandas que el líder de Nirvana amaba era Shonen Knife, un grupo femenino de pop-punk formado en 1981 por Michie Nakatani, Naoko Yamano y Atsuko Yamano.
Influenciado por grupos de chicas de la década de 1960, bandas de pop, los Beach Boys y las primeras bandas de punk rock como los Ramones, el trío oriundo de Osaka ganó reconocimiento no solo dentro de su país sino mundialmente. Shonen Knife cautivó a millones de fanáticos alrededor del globo y uno de ellos fue Cobain, quien admitió que su segundo disco, Burning Farm, tocó sus fibras más íntimas y lo llevó a las lágrimas.
En una entrevista con Melody Maker a principios de la década de 1990, el estadounidense habló sobre el álbum y afirmó:
“Después de una semana de escucharlo todos los días, comencé a llorar. Simplemente no podía creer que tres personas de una cultura totalmente diferente pudieran escribir canciones tan buenas como esas porque nunca había escuchado a ningún otro artista o música japonesa a quien se le hubiera ocurrido algo bueno”.
Cobain las invitó a participar del tour que Nirvana realizó por Europa en 1992. Años después, en 2018, la guitarrista Naoko Yamano recordó: “Cuando estábamos de gira con ellos, nuestra área detrás del escenario era pequeña y fría, pero Kurt siempre nos invitaba a la sala grande y cálida de Nirvana. Recuerdo que me dio un sándwich de mantequilla de maní y mermelada, muy americano”.