Björk es conocida por su innovación y experimentación en la música, abarcando una amplia paleta de sonidos, desde el pop hasta el jazz electrónico. A lo largo de su carrera, publicó varios álbumes aclamados por la crítica, consolidando su lugar como una de las artistas más influyentes de su generación. Por ese motivo, su opinión resulta más que autorizada para hablar de discos.
En el año 2018, la cantautora fue invitada por el medio NME a participar en la elaboración de un listado con “los 100 discos de culto que tenés que escuchar antes de morir”. Su elección para el artículo fue nada más y nada menos que Sulk (1982), el segundo LP de la banda escocesa The Associates.
Sobre él, declaró: “Mi amor por The Associates comenzó cuando tenía 15 años. Estaba buscando mi identidad como cantante y realmente admiraba la manera en que Billy Mackenzie usaba y manipulaba su voz en ese disco. Era un cantante increíblemente espontáneo e intuitivo, crudo y peligroso”.
Y agregó: “Al mismo tiempo, siempre sonaba como si estuviera realmente conectado con la naturaleza. He oído a personas describirlo como un cantante de soul blanco, pero siempre he pensado que su voz era más pagana y primitiva, y para mí eso es mucho más raro e interesante“. Sulk combina elementos de synth-pop, new wave y rock alternativo, creando un ambiente que fluctúa entre lo dramático y lo conmovedor.