Para la mayoría de los artistas no es nada fácil elegir lo mejor de su trabajo. Por lo general, suelen sentirse más representados por sus obras más recientes, que reflejan otro momento de su carrera o su vida. Sin embargo, para James Hetfield de Metallica es diferente, ya que considera que el mejor momento de la banda se dio con un disco que dividió las aguas entre sus fanáticos: The Black Album.
Un disco con amantes y detractores
El quinto álbum del conjunto salió en agosto de 1991 y catapultó a Metallica a la fama mundial, convirtiéndolos en una de las bandas de metal más grandes del planeta. El LP incorporó elementos más melódicos y accesibles dentro del género, lo que lo volvió atractivo para una audiencia más amplia, sin perder la esencia del sonido característico del grupo.
Aunque muchos fanáticos apreciaron la experimentación musical del álbum, que incorporaba elementos propios del blues, el hard rock e incluso retazos de música clásica, otros más puristas del thrash criticaron el disco por considerarlo demasiado comercial y por alejarse del sonido más pesado y agresivo de los primeros trabajos de la banda.
Tensión e ira: las claves del éxito
Producido por Bob Rock en los estudios One on One de la ciudad de Los Ángeles, California, este trabajo no estuvo exento de algunas tensiones y peleas entre los miembros de la banda, principalmente entre Hetfield y el baterista Lars Ulrich. Aun así, esa ira contenida fue el condimento clave para la potencia del disco, según explica el propio cantante y guitarrista del grupo.
“Era una batalla constante entre Lars y yo”, dijo Hetfield en una entrevista con VH1. “Pasábamos todo el tiempo discutiendo sobre cosas ridículas que no importaban, y lo hacíamos durante horas. Sin embargo, esa tensión y esa estática crearon esta electricidad donde estábamos alcanzando nuestro punto más alto“.