Es difícil pensar en un frontman más icónico que Mick Jagger, alguien que no solo cuenta con una voz y manera de cantar particular, sino que se adueña totalmente de cualquier escenario con sus bailes casi hipnóticos.
Con más de seis décadas de actividad, el británico es toda una leyenda, pero para alcanzar ese estatus tuvo que romper con la vergüenza que conlleva el hecho de que todas las miradas se posen en uno, algo que pudo lograr al inspirarse en dos referentes.
“Solía hacer locuras, como ir y hacer estos espectáculos, arrodillarme y rodar por el suelo, cuando tenía 15 o 16 años”, dijo sobre sus primeros shows de talentos escolares en los que participó. “No tuve ninguna inhibición”, agregó el líder de los Rolling Stones.
En lo que respecta a sus modelos a seguir, Jagger admitió que tenía dos fuentes de inspiración muy claras. “Vi a Elvis y Gene Vincent y pensé: ‘Bueno, puedo hacer esto’“, confesó en una entrevista con Rolling Stone.
“Es un verdadero revuelo, incluso frente a 20 personas, hacer el ridículo. Pero a la gente pareció gustarle. Si alguien me hubiera tirado tomates, no habría seguido con eso. Pero a todos les gustó y siempre parecía ser un éxito. La gente estaba sorprendida. Lo pude ver en sus caras”, sentenció.