“Smells Like Teen Spirit” es más que una canción, es un símbolo generacional que marcó la década de los 90 y llevó a Nirvana al estrellato. Su título proviene de una historia un tanto curiosa que involucró a una de las mejores amigas de Kurt Cobain: la líder del grupo Bikini Kill, Kathleen Hanna.
A principios de los 90, Cobain estaba sumergido en la escena punk y grunge de Seattle, rodeado de amigos y músicos radicales que compartían su descontento con la cultura dominante y su búsqueda de autenticidad. Una de estas amistades era la de Hanna, alguien con quien podía hablar de música, política y rebeldía.
Una frase que se volvió símbolo
En un impulso casi casual, Hanna escribió en la pared del cuarto de Cobain la frase: “Kurt smells like Teen Spirit”. Para ella, solamente se trataba de una broma: Teen Spirit era el desodorante que usaba la novia de Kurt en ese momento, Tobi Vail, y él olía como el producto. Sin embargo, Cobain vio en esa simple frase algo mucho más poderoso y trascendente.
La frase parecía sugerir algo más profundo, una especie de declaración que resumía el desasosiego y la rebeldía de la juventud. Las palabras resonaban con la filosofía que tenía en mente para el nuevo álbum que estaba escribiendo, así que decidió convertirla en el título de la primera canción de Nevermind.
El himno de una generación
Cuando la canción fue lanzada en septiembre de 1991, se convirtió en un éxito inmediato, especialmente gracias a su estribillo atronador y a su riff de guitarra, inspirado -según se cree- en “More Than a Feeling” de Boston, pero potenciado por el estilo crudo y frenético de Cobain.
El título ambiguo y la agresiva energía de la canción se volvieron el eco de una generación de jóvenes desencantados. Sin pretenderlo, Nirvana dio vida a un himno que capturó el sentir de miles de adolescentes que rechazaban las convenciones y se sumergían en la contracultura de los 90.