Joe Strummer, conocido por su incansable búsqueda de sonidos y culturas diversas, no solo fue el líder carismático de The Clash sino también un ávido explorador musical, con una pasión particular por la música tradicional de distintas latitudes. Criado en una familia diplomática que lo llevó a vivir en lugares tan dispares como Ankara, El Cairo y Ciudad de México, Strummer estuvo expuesto desde joven a una vasta gama de influencias sonoras. Aunque la música rock fue su principal refugio, sentía un amor profundo por la cumbia colombiana.
Jason Mayall, el hombre clave
En 1990, un amigo cercano a Strummer llamado Jason Mayall viajó a la ciudad de Cartagena, Colombia, para asistir al Festival de Música del Caribe, un evento de gran importancia para la música tradicional de la región. Durante su estancia, Mayall pasó horas en tiendas buscando discos de música local, especialmente aquellos que representaban la rica tradición de la cumbia y el vallenato. Al regresar a Inglaterra, Mayall no solo trajo consigo discos, sino una tonelada de cumbias que, al ser escuchadas, cambiarían la vida del miembro de The Clash.
Andrés Landero lo convirtió en fan
“Basicamente fui a comprar discos y me terminé llevando montones y montones. Regresé sintiendo que llevaba media tonelada de discos”, recuerda Mayall en una entrevista. “Cuando llegué a casa, hice cassetes con esos discos y se los di a gente cercana y amigos. Joe [Strummer] era uno de ellos y se terminó convirtiendo en un gran fanático de Andrés Landero“.
Fue así como Strummer descubrió el sonido del Caribe colombiano, particularmente la música de Landero, cuya voz llena de lamento, según Mayall, evocaba una emotividad muy similar a la del blues y el ska. “Al escuchar su cumbia pensé: ‘Wow, ¡Esto es genial!’ porque realmente se parecía mucho a la música roots“.
Un cassette muy especial que pasó por varias manos
El cassette que Mayall le entregó a Strummer, titulado Cumbias, cumbias, cumbias, llevaba una portada diseñada por él mismo a partir de recortes del vinilo original. Sin embargo, antes de dárselo, le puso una condición tajante: “No se lo prestes a nadie”.
Como era de esperar, terminó desobedeciéndolo. “Dos o tres meses después encontré a unos muchachos escuchando el mixtape y les pregunté de dónde lo habían sacado. Me dijeron: ‘Lo conseguimos de Joe, pero nos dijo que no le contáramos a nadie’“, recuerda Mayall entre risas.
Lejos de molestarse, Mayall consideraba este hecho como una muestra del cariño genuino que Strummer sentía por esa música y su deseo de que muchas más personas pudieran acceder a un tipo de arte que, de otra manera, habría sido muy difícil de encontrar. “Dios bendiga a Joe, fue un buen hombre e hizo más por propagar la cumbia de lo que yo hice“, concluyó Mayall.