A comienzos de los 90, el panorama musical alrededor de todo el mundo comenzaba a cambiar con fuerza. Mientras que en los años previos el pop pulido y las superproducciones estaban en boca (y oídos) de todos, durante la última década del Siglo XX surgía una nueva generación de bandas que traían consigo un sonido más crudo, visceral y emocional. Entre ellas, claro está, se encontraba Nirvana, un power trío con una actitud desafiante y guitarras distorsionadas.
El grunge, nacido en Seattle, no tardó en convertirse en un fenómeno global. Conjuntos como Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains acompañaron el ascenso meteórico de Nirvana, cuyo segundo disco de estudio, Nevermind (1991), marcó un precedente y supuso un antes y un después en la industria.
Los nuevos géneros como el grunge llegaron con tal fuerza que las grandes discográficas, las radios y los canales de televisión se vieron forzados a adaptarse al nuevo paradigma: la era del pop-rock cuidadosamente producido y banal parecía quedar atrás, mientras que la autenticidad tomaba un lugar protagónico.

Phil Collins reflexionó sobre este cambio latente
Uno de los artistas que observó este fenómeno fue Phil Collins. Consolidado como una de las voces más exitosas de los años 80, tanto con Genesis como en su carrera solista, el baterista y vocalista inglés no fue ajeno al cambio que se gestaba a su alrededor. Tal es así que en una entrevista con la revista Q realizada en 1993, reconoció el poder transformador del grunge, y en particular, el papel de Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl en ese proceso.
“Creo que algo de esto de Nirvana y el grunge, o como quieras llamarlo –quiero decir, mi hijo sigue inventando estas palabras alternativas para el mismo tipo de música– está cambiando la cara de la radio en Estados Unidos, por ejemplo”, señaló Collins, en un gesto que denotaba tanto desconcierto como admiración.
Lejos de una crítica, las palabras del músico británico mostraban una percepción honesta del momento musical de ese entonces: Nirvana no solo encabezaba las listas, sino que estaba cambiando las reglas del juego. A su vez, las radios abandonaban las fórmulas tradicionales y comenzaban a abrazar un sonido más alternativo, alineándose con las demandas de una nueva generación.