En la evolución de la música popular, pocas corrientes fueron tan ambiciosas y divisivas como el rock progresivo. Surgido en un momento en que el formato del álbum empezaba a ser tratado como una obra de arte integral, el prog rock se convirtió en sinónimo de experimentación sonora y conceptual. Sin embargo, su historia está marcada por un delicado equilibrio entre la innovación y la autoindulgencia.
Los orígenes del prog
Durante la era del rock and roll y la invasión británica, la música giraba en torno al formato de 45 rpm, con singles destinados a dominar las listas de éxitos. Este enfoque cambió radicalmente a mediados de los años 60, cuando bandas como The Beach Boys y The Beatles empezaron a tratar el álbum como un medio para declaraciones artísticas más complejas. Pet Sounds (1966) y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) sentaron las bases para la narrativa conceptual y la cohesión lírica que definirían al prog rock.
En Listening to the Future: The Time of Progressive Rock (1998), Bill Martin destaca el papel de estas bandas como precursoras del género. “The Beach Boys y The Beatles expandieron la armonía, la instrumentación, la duración, el ritmo y la tecnología de grabación, allanando el camino hacia el desarrollo del rock progresivo”, escribió. Estas innovaciones permitieron que el estudio de grabación se convirtiera en un instrumento en sí mismo, transformando el álbum en una experiencia inmersiva.
Days of Future Passed: el nacimiento del prog rock
Aunque Sgt. Pepper’s suele ser considerado el primer álbum conceptual, la narrativa se diluye después de las primeras canciones. Como explica Martin, Days of Future Passed (1968) de The Moody Blues llevó la idea más allá, ofreciendo una estructura narrativa completa y compleja.
En colaboración con la London Festival Orchestra, el álbum combina psicodelia barroca con elementos orquestales. Las transiciones suaves entre pistas y la inclusión de narraciones de Mike Pinder añadieron una dimensión teatral que rompió con las convenciones del pop. Su énfasis en la continuidad y la instrumentación sinfónica lo consolidó como el primer álbum prog rock en el sentido moderno.