A pesar de su imagen del "Príncipe de las Tinieblas" y de las letras sombrías que definieron su longeva carrera, Ozzy Osbourne siempre fue consciente de una amenaza más íntima que cualquier otra cosa: su propia adicción. Durante la época dorada de Black Sabbath, desde el disco Vol. 4 en adelante, el consumo de cocaína se convirtió en una rutina peligrosa para el recientemente fallecido artista. Ozzy era capaz de brillar con su talento vocal incluso en ese estado, pero lo que parecía tener bajo control luego se transformó en caos.
En una entrevista del 2021 con Rolling Stone, Tony Iommi recordó: “Fue una época en la que realmente nos metimos en el mundo de la cocaína y nos gustaba mucho”. Por su parte, Osbourne sumó: “Escribimos ‘Snowblind’ porque fue el descubrimiento más asombroso de nuestras vidas. Pensábamos que eso era el éxito, pero resultó ser nuestro peor enemigo. Nos metimos de lleno en esa porquería y fue terrible. Ahora pienso: ‘¿En qué demonios estaba pensando para creer que era una buena noche de fiesta?’. La noche nunca terminaba. A la mañana siguiente, seguías yendo a la fiesta”.
Con riffs poderosos y letras que hacen referencia a la adicción, “Snowblind” refleja el choque entre el ascenso al éxito y el colapso personal. Al año siguiente, el conjunto de Birmingham vivió algo parecido con Sabbath Bloody Sabbath (1973), uno de los mejores álbumes de su historia, pero cuyo proceso de grabación también fue sumamente agotador, pues el abuso de sustancias y la fatiga de la banda después de su gira mundial de 1972-1973 en apoyo de su LP anterior no hizo más que obstaculizar la composición de la música.