En 1986, Slayer publicó su tercer álbum de estudio, Reign in Blood, el cual contó con la producción de Rick Rubin. Esta fue la primera experiencia de Rubin con el heavy metal, ya que venía de trabajar en discos de hip-hop y rap. Sin embargo, tenía claro algo: no quería que suenen como Metallica.
Así lo declaró el productor en una nueva entrevista junto a Rick Beato, donde dijo que inmediatamente se dio cuenta cómo el enfoque estándar para producir canciones de rock o metal no funcionaría con Slayer. Además, recordó que usó a Metallica de ejemplo para mostarle al ingeniero Andy Wallace la manera en que no debía sonar la banda.
Así lo expresó:
“Tenía una teoría. Esto no se basaba en ser músico o ser una persona técnica. Esto se basa en ser un fan y… sólo pensamientos. Cuando escucho música muy rápida, como Metallica, los sonidos son grandes, como en los discos de rock. Todo se vuelve borroso y no se oyen los tempos rápidos. Si la música que tocas es rápida y los sonidos son grandes, no hay espacio suficiente para que esos grandes sonidos se sucedan. No hay puntuación; se vuelve nebuloso. Le puse un disco de Metallica como ejemplo de lo que pensaba que estaba mal y le dije: ‘¿Sería posible grabar de tal manera que sonara duro pero todo fuera corto, porque es rápido y queremos que haya esto?’. No quería que fuera un difuminado de bajos, quería que fuera un pulso”.