La era de Pink Floyd post The Final Cut (1983) es un tanto ambivalente. Si bien tiene momentos y canciones memorables, no se comparan a las composiciones de cuando Roger Waters formaba parte de la banda. Si bien A Momentary Lapse of Reason (1987) resultó un tanto desabrido para varios fanáticos del grupo, con The Division Bell (1994) el conjunto logró encaminar un poco su rumbo, aunque no lo suficiente para las exigencias de David Gilmour.
A diferencia de discos anteriores, The Division Bell surgió a partir de un proceso de composición no tan explotado por el grupo por aquellos años: improvisar en la sala y componer al mismo tiempo con lo que surgía. Así nacieron algunas canciones realmente memorables como “Marooned” y otras no tanto como “Wearing The Inside Out“, por lo menos para el guitarrista.
La canción carece de la mística guitarrera que tanto ha caracterizado composiciones de Pink Floyd como “Comfortably Numb” o “Money”, y se destaca por otras particularidades como la progresión de acordes a cargo de Richard Wright en los teclados, que volvió a tocar con sus ex compañeros después de haber sido relegado a un segundo plano y despedido del grupo a principios de los años 80.
Aunque el tema incluye un solo de guitarra hacia el final, David cree que pudo haberlo hecho mejor, recordando (vía Far Out Magazine): “Nunca me gustó mucho el solo de guitarra en el final. Todos los demás decían que les gustaba, pero yo quería descartarlo y hacer otra cosa ahí porque pensé: ‘Dios, tengo demasiados malditos solos de guitarra otra vez. Están por todo el maldito disco’. No pensé que ese fuera tan bueno, pero supongo que a mucha gente le gusta”.