Muchas veces los cambios son difíciles de asimilar, especialmente para fanáticos acérrimos de una banda que no pueden ni siquiera soportar la idea de que su grupo favorito se “venda” y comience a tocar otro tipo de música. Sin embargo, las personas crecen, el arte evoluciona y la pesadilla de muchos tiende a volverse realidad en algún punto.
En el caso de The Clash, se hizo popular gracias a su disco homónimo de 1977 y a Give ‘Em Enough Rope, de 1978, ambos enfocados en el punk rock. Pero lo que los seguidores de Joe Strummer y compañía no esperaban era que con la llegada de London Calling, el tercer LP, la banda empezara a explorar otros horizontes musicales como el reggae, rockabilly, ska, pop, lounge jazz y hard rock.
Según recordó el propio Strummer en una entrevista con NME en 1981, la rabia de sus fanáticos ante las decisiones del grupo fue tal que los atacaron. “Tuvimos momentos difíciles durante la gira”, reconoció el músico. Y agregó: “Este año me atacó una turba. En Berlín, hay algunos skinheads alemanes y decían: ‘Oh, a mi abuela le gustan los Clash’. Es comprensible que se enfadaran por eso. Pero en Hamburgo estos chicos nos atacaron”.
“Nos decían: ‘Se vendieron, se vendieron’. Pero me imaginé que no habían llegado a esa conclusión, era más bien una suposición de moda que pensaban: ‘Oh, vamos a seguir esa línea’. No creo que lo hayan resuelto con sus propios cerebros”, agregó. Acto seguido, reveló que el ataque escaló a nivel físico: “Todos estaban en la parte delantera y si podían agarrar un cable de micrófono tiraban y era como un tira y afloja. Después empezó a ponerse muy violento, y en cierto modo fue culpa mía”.
“¿Cuánto puede aguantar un hombre? Estaba tocando y vi a un tipo que usaba al que tenía delante como saco de boxeo, intentando hacerse el duro. Así que le di un golpe en la cabeza con una Telecaster y perdí los estribos. La sangre le brotaba a montones delante de la cara. No era un corte muy grande, pero parecía un auténtico horror. Y el aullido del público… deberías haberlo oído. A partir de entonces, todo fue saltar y golpear”, sumó.
Finalmente, después de que lo llevaran a una comisaría y lo acusaran de “agredir a un ciudadano alemán golpeándolo en la cabeza con una guitarra”, Strummer reflexionó sobre el episodio y llegó a una conclusión. “Empecé a tener mucho miedo de que la violencia se hubiera apoderado de mí. Así que, desde entonces, decidí que la única forma de luchar contra la agresión del público era tocar una canción realmente aburrida”, cerró.