1967 fue el año en el que la contracultura británica alcanzó su cenit creativo dentro del mundo pop. La música se convirtió en un concepto que podía influenciar a toda la cultura de un país junto a sus usos y costumbres. Desde sus ropas llamativas y los cortes de pelo que remitían a un pasado romántico victoriano, la psicodelia brindó color y calor a la siempre gris y hostil Gran Bretaña.
En discos clásicos de ese año como Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles, obras futuristas como The Piper at the Gates of Dawn de Pink Floyd y proyectos ambiciosos como Small Faces de la banda comandada por Steve Marriott podemos reconocer una idea central relacionada a lo que el teórico inglés Mark Fisher más tarde llamaría “hiperstición artística” para describir el momento en el que la realidad se ve desbordada por la fantasía misma del arte.
Poco tiempo después de la denominada invasión británica, en la que grupos como The Kinks, The Who, The Beatles y The Rolling Stones habían logrado conquistar el omnipotente mercado norteamericano de aquel entonces y se hicieron conocidos en todo el mundo, el sonido del rock había comenzado a incorporar ideas musicales de la Europa del este, especialmente de la música clásica y barroca.
Además, la idea de que un álbum debía seguir una narrativa y no ser solo una colección de canciones llevó a varias bandas inglesas a influenciarse por el Pet Sounds (1966) de The Beach Boys, un disco que si bien no había repercutido en el mercado norteamericano, sí había liderado los rankings durante largos meses en Gran Bretaña.
El encuentro de músicos con artistas provenientes de otros ámbitos como la pintura, la fotografía, la moda y el cine también ayudaría a consolidar este interés por las narrativas potentes, y al poco tiempo se comenzarían a vender más álbumes que singles en el mercado.
La psicodelia británica era diferente de la norteamericana. Los estadounidenses experimentaron a partir de géneros autóctonos, como el country, el folk o el acid jazz, mientras que los británicos iban a estar influenciados por la música oriental -especialmente de la India-, además de la música clásica y barroca. Pero también se sumaría un elemento fonético. El caso más emblemático sería el de Syd Barrett, fundador de Pink Floyd, que dejó el acento “cockney” de la mayoría de los grupos de entonces para adoptar el timbre vocal de grandes escritores británicos como Lewis Carroll, James Joyce y Hilaire Belloc.
La cultura pop también había madurado en simultáneo con el crecimiento de escenas como los mods, el freakbeat, el soul y también el rhythm and blues británico. La confluencia de estas diferentes escenas dio cuenta de una evolución musical hacia una fenomenología de vanguardia, en la que cada mes de 1967 pareciera condensar un año de innovaciones en la manera de componer y producir.
En un plano filosófico, es también importante recordar que 1967 fue el último año que mantuvo una mirada positivista hacia el futuro, ya que con el fracaso del mayo francés del 68, la nueva izquierda y la contracultura de la música comenzarían lentamente a alejarse.
A continuación, en Indie Hoy elegimos los 10 discos británicos más destacados de este año, y para un recorrido más exhaustivo se puede escuchar esta playlist con 152 canciones del inolvidable 1967.
10. Small Faces – Small Faces
Immediate Records
Luego de cortar lazos con su primer manager, Don Arden, la banda Small Faces sería incorporada por Andrew Oldham, manager de los Stones, a su nuevo sello Immediate Records. Y es que, por esos años, Steve Marriott era quizás el único frontman cuya performance en vivo le competía al carisma de Mick Jagger. El disco homónimo que su banda publicaría en 1967 reflejó el cambio de percepciones y sensaciones que había recorrido a partir de que Brian Epstein les hizo probar LSD esparcido en gajos de naranja.
En Small Faces, la banda abandona el soul pop que los había hecho populares entre los mods para tomar rumbos más experimentales y psicodélicos. Se destacan “(Tell Me) Have You Ever Seen Me?” y “Green Circles“, canciones que parecen mezclar el denominado “maximum rhythm ‘n’ blues” de The Who con el pop barroco de The Rolling Stones y su disco de ese año, Between the Buttons.
9. Eric Burdon & The Animals – Winds of Change
MGM Records
Tras la disolución la formación original de The Animals, el cantante Eric Burdon deja Gran Bretaña y se muda a San Francisco. Inspirado por este periodo de transición, Burdon describe en sus canciones visiones voyeurísticas impregnadas de esperanza y lisergia.
Dejando atrás el blues característico de su banda anterior, encontramos en este disco joyas de psicodelia y spoken word como “San Franciscan Nights” y “Good Times“.
8. Procol Harum – Procol Harum
Regal Zonophone Records
Procol Harum se había convertido en la sensación del verano inglés gracias al hit “A Whiter Shade of Pale”, canción que John Lennon confesó haber escuchado más de cien veces seguidas en su tocadiscos y Brian Wilson la nombró como la banda de sonido perfecta para su funeral.
Sin embargo, su primer disco seria uno de los primeros álbumes progresivos de la historia. Canciones como “A Christmas Camel“, “Mabel” y “Repent Walpurgis” se destacan por sus solos de guitarra largos y desencajados, sus conmovedores arreglos de teclados y la emocionante voz de Gary Brooker.
7. The Rolling Stones – Between the Buttons
Decca Records
Between the Buttons es el disco más beatle de los Stones. Con un cancionero marcado por el pop barroco y la fiebre inicial de la psicodelia, la banda comenzó a definir su lugar dentro del género musical.
La mano de Brian Jones fue clave en este disco, encargándose de tocar instrumentos como el kazoo, el dulcimer, el vibráfono, las marimbas y el órgano Hammond. El rhythm & blues de sus inicios dio paso a un cocktail de canciones vibrantes y coloridas como “Let’s Spend the Night Together” y “Ruby Tuesday”, futuros himnos de la banda. También se destacan “Yesterday’s Papers” y “My Obsession“, en cuyas sesiones estuvo presente Brian Wilson y declaró que era su tema favorito de los Stones.
6. The Moody Blues – Days of Future Passed
Deram Records
Luego de dejar el rhythm and blues atrás, The Moody Blues fue desarrollando una nueva personalidad musical que los llevó a crear un álbum conceptual que buscaba actualizar las melodías de música clásica de artistas como Johan Sebastian Bach.
En la primera canción, “The Days Begin”, se define la principal fuente de inspiración de la banda: la fantasía y nostalgia que nos generan los pasados perdidos y los futuros por venir. El final con “The Night”, que esconde e integra al resto del álbum una pieza titulada “Nights in White Satin”, es uno de los mejores cierres de disco de la historia de la cultura pop.
5. The Who – The Who Sell Out
Track Records
Considerado por muchos como el mejor álbum de la banda, The Who Sell Out es una unión de ideas experimentales y la característica potencia de The Who, y uno de los discos más innovadores de su tiempo.
Simulando ser una emisora de radio pirata y creando jingles en el camino, la banda explora un equilibrio complejo entre el virtuosismo y la canción pop, en el que se destacan canciones como “Armenia City in the Sky”, “Tattoo” y “I Can See For Miles”.
4. The Rolling Stones – Their Satanic Majesties Request
Decca Records
Interpretado como una respuesta al excepcional Sgt. Pepper de The Beatles, Their Satanic Majesties Request cierra el vínculo de The Rolling Stones con la psicodelia antes de volver a arroparse en las tierras del blues y el rock and roll.
También podemos escucharlo como la despedida musical de Brian Jones, quien siempre buscó corromper las estructuras rockeras de los Stones con su barroquismo instrumental, dejando un legado indeleble con “She’s a Rainbow”. Otras piezas que destacan son “In Another Land”, compuesta y cantada por el bajista Bill Wyman, y la satánica “2000 Light Years from Home”.
3. The Kinks – Something Else
Pye Records
El quinto disco de estudio de The Kinks refleja la quintaesencia de Londres de los años 60: soñadora y agitada, pero siempre melancólica. Sus canciones siguen a personajes que se encuentran y se pierden, como una suerte de postal victoriana moderna.
Con canciones como “David Watts”, “Afternoon Tea” y “Waterloo Sunset”, la banda de los hermanos Davies celebra el costumbrismo inglés desde una mirada ácida, elegante y contracultural.
2. Pink Floyd – The Piper at the Gates of Dawn
EMI Columbia
Syd Barrett cambió para siempre a la cultura psicodélica de aquel entonces. Podemos comparar el aporte del primer cantante de Pink Floyd con el rupturismo que Jackson Pollock provocó en la pintura: mientras que el norteamericano logró romper con 200 años de tradición europea de usar caballete al apoyar su lienzo sobre el piso, del mismo modo Barrett tomó su guitarra y la apoyó sobre una mesa para comenzar a disparar sonidos que parecían venir desde el futuro.
El primer disco de la banda inglesa traspasó cualquier intento de propensión al realismo con canciones surrealistas como “Lucifer Sam”, “Astronomy Domine“, “Insterstellar Overdrive” y “Bike“, influenciadas por las novelas de Kenneth Grahame, el poemario Música de cámara de James Joyce y la literatura fantástica de Lewis S. Carroll. The Piper at the Gates of Dawn es un disco esencial para comprender el poder de la psicodelia, basado en una sensibilidad profunda y una perspectiva de vanguardia.
1. The Beatles – Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band
Parlophone
Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band representó -no solo a nivel composición, sino también a nivel producción- el álbum más complejo y ambicioso que la música británica había visto hasta ese momento. Desde los arreglos propuestos por George Martin, hasta la ductilidad compositiva de Lennon-McCartney, el grupo de Liverpool estaba a años luz de las otras bandas de u escena por aquel entonces.
Desde “With a Little Help from My Friends”, “Lucy in the Sky with Diamonds”, “When I’m Sixty Four” y hasta el final de película de “A Day in the Life”, el octavo disco de The Beatles es una obra atemporal, en la que la música es explotado como un recurso para ampliar la percepción sensorial y social del ser humano sobre el mundo.