Hay discos en la historia que fueron mucho más que la música, discos que se convirtieron en ideas. Pasaron cuarenta años de la salida del mítico Never Mind the Bollocks, el único disco de los Sex Pistols y ya no necesitaron más para quedar en la historia; una pistola apoyada en la cabeza del sistema lo obliga a ser siempre contemporánea. Los Sex Pistols solo tuvieron un año de trayectoria pero golpearon tan fuerte que su marca quedó para siempre resonando en la cabeza de montones de jóvenes que empezaban a crecer y a conocer algo distinto; los Sex Pistols en cualquier momento de la humanidad siempre van a ser algo distinto. Su corta trayectoria no es sinónimo de una pequeña historia, los Sex Pistols se ramificaron en miles de bandas de miles de países distintos hasta el día de hoy, como si a pesar de su propia detención como grupo, la idea siguió influenciando a todo lo que le siguió. Ya sea en cuanto a estética, pensamiento, forma, o lo que sea, una cosa es la bomba y otra cosa es su explosión. La bomba explota en el momento pero la destrucción queda. Los Sex Pistols fueron una bomba expansiva que atravesó los tiempos durante cuatro décadas, por eso los Sex Pistols son.
La banda liderada por Johnny Rotten es muy diferente a la banda liderada por John Lydon, a pesar de que esas dos personas son las mismas. Los Sex Pistols dieron un potente inicio al punk y Public Image Ltd. también dio origen al postpunk. Y sólo hubo un año de distancia entre Never Mind the Bollocks y First Issue. La idea de ser estandarte de una creación y a la vez de su destrucción para crear algo nuevo. En lo que hay en el medio, en esa elipsis, en ese shock, se ve la fuerza y así su expansión. Los Sex Pistols fueron la publicidad de la anarquía, publicidad en diversos sentidos, ya sea como altavoz de la rotura de cánones morales que impone el sistema con un par de canciones cantadas con bronca y mucha saliva, pero en una boca que está seca. Como también en un sentido estrictamente publicitario, porque los Sex Pistols nunca perdieron la oportunidad de hacer de su imagen pública un cliché de la rebeldía, casi hasta como un producto de su manager quien intentó pulir esa caricatura con el nombre de Sid Vicious dibujándolo hasta su temprana muerte. El “No future” literal de Sid Vicious contra el “No future” literario de Johnny Rotten, poniéndole límite a su imagen pública. El punk tenía que ser mucho más y para eso debía ser destruido, como un kamikaze, como un suicida. Lo importante es la explosión, ver romperse todo en pedacitos para que quede su expansión, su idea, y eso es lo que lo hace vivir para siempre en un montón de formas diferentes.
Never Mind the Bollocks es un disco que atraviesa generaciones sin irlas saltando por encima, sino haciendo paso a un costado más como pogueando, empujando todo lo que se le cruce por delante. Tiene toda la antipoética necesaria para escupir a las generaciones anteriores producto de la psicodelia de los sesenta. Guitarras crudas y una batería latosa que gritaban al desperfecto de la singularidad de la voz de Rotten, quien tenía y tiene el don de la distorsión del lenguaje y hacer de una palabra otro mensaje. Johnny Rotten vuelve al lenguaje un gruñido con solo estirar las sílabas, su boca seca sedienta de caos logró revertir los términos musicales de “academicismo” y actitud. Las canciones presentan una dura denuncia social frente a un sistema que los rodea. Para todo discurso político barato existe la opción de poner el volumen más alto con “Anarchy in the U.K.“, porque no importa qué país es, lo importante es ese grito de anarquía frente al estado, el mismo que gritó Ricky Espinosa para la escuela nacional. Porque los Sex Pistols enfrentan una lucha generacional sea la generación que sea. Cargados de mensajes en el disco adentro y afuera, lo primordial era la representación, el pisotón para marcar dónde estaban parados. Cuando se enciende la televisión, los Sex Pistols están del otro lado escupiéndote la cámara, cantando sobre las mentiras del sistema, sobre el cuerpo sin espíritu religioso que es cuerpo que se pudre y se muere. Por eso tiene que luchar, para darle otro sentido al espíritu que no sea espiritual. Cuando la reina se coronó una vez más pero en el agua para hacer algo diferente, los Sex Pistols también tuvieron su barco para ir contra la corriente y cantar frente a ella uno de sus himnos: “God Save the Queen“. Por eso una cosa es la música y otra su actitud, los Sex Pistols son hasta comercialmente publicitarios, pero eso no quita su mensaje porque fue una bomba que estalló en todos lados, en todos los ámbitos y siempre que su música suene te va a hacer dudar de que algo de todo lo que está pasando no está bien y hay que gritar. Destruir es el trabajo del punk, construir del humano. La historia que siguieron sus integrantes después de la rápida defunción de la banda define el camino que eligió cada uno después de afrontar esa inmensidad llamada Never Mind the Bollocks.
Pasaron cuarenta años y sigue habiendo gente que conoce a los Sex Pistols y tiene ese mismo sentimiento que el tiempo no envejeció el concepto, los Sex Pistols son un árbol con muchísimas ramificaciones en todas sus intensidades. Un árbol que va a estar de pie para siempre y sus hojas van a crecer, secarse y caerse, para luego volver a caerse después de otro otoño en que pasó como consecuencias de unas vacaciones bajo el sol sin vacantes. Los Sex Pistols son la razón para siempre denunciar el sistema que nos envuelve en su circuito permanente, a toda velocidad. Los Sex Pistols son la razón suficiente para sentarse a esperar a ver cómo la bomba vuelve a estallar: un lema más que una canción, un piedrazo al sistema.
Sex Pistols – Never Mind the Bollocks
1977 – Virgin
01. Holidays in the Sun
02. Liar
03. No Feelings
04. God Save the Queen
05. Problems
06. Seventeen
07. Anarchy in the U.K.
08. Bodies
09. Pretty Vacant
10. New York
11. E.M.I.