Hacia fines de los años sesenta Fleetwood Mac eran un cuarteto cuyas influencias se remontaban a una reinvención psicodélica del blues norteamericano. Gozaban de cierta popularidad pero la constante entrada y salida de miembros le otorgaba una inestabilidad a la formación que le impedía conformarse como una banda solida con un sonido propio.
Durante la primera mitad de la década de los ’70, la agrupación sufrió una transformación que supondría un giro de 180 grados tanto a nivel sonoro como estilístico: la incorporación de Christine McVie (la esposa de John McVie, antiguo miembro de la banda) y más tarde la entrada de Lindsey Buckingham junto a su novia, Stevie Nicks. De esta manera, la formación oficial del grupo quedaba conformada por las dos parejas y el baterista Mick Fleetwood. Como si de un álbum debut se tratara, el primer LP editado por el quinteto fue bautizado de forma homónima (Fleetwood Mac, 1975). El disco significaba una transformación completa alejándolos del blues americano para ubicarse a medio camino entre el rock y la sensibilidad de la música pop radio friendly. Si este trabajo marcaba el comienzo de un camino totalmente distinto, la consagración mundial como una de las bandas más exitosas de la historia llegaría dos años después con Rumours, su siguiente disco.
Para el año 1977, el relativo éxito del cual Fleetwood Mac había comenzado a gozar hacía estragos en las relaciones personales de sus integrantes. El abuso de cocaína se incrementaba de forma preocupante y tantos los Buckingham como los McVie estaban dándole fin a sus respectivas relaciones. No existía un contexto menos favorable para la grabación de un disco, pero obligaciones contractuales con la discográfica no les dejaban otra opción. Con la idea de grabar un LP completamente pop que no tuviera canciones de relleno y con la atmósfera creada por el verano californiano se recluyeron para llevar a cabo una intensa catarsis emocional dentro del estudio de grabación.
Rumours es un trabajo que se nutre íntegramente de las circunstancias personales que rodeaban a cada uno de sus integrantes a través del contraste entre las composiciones más agresivas y viscerales de Buckingham y Stevie Nicks y la melancolía reflexiva de las canciones de Christine McVie. Las armonías entre las voces femeninas y la masculinidad de la voz de Lindsey le otorgaban al sonido de Fleetwood Mac una versatilidad que ofrecía una multiplicidad de lecturas y puntos de vista que enriquecieron la historia que el quinteto intentaba narrar a lo largo de los once cortes que lo componen.
El álbum puede ser interpretado como un trabajo casi conceptual acerca de las relaciones humanas marcado por acusaciones de adulterio, muestras de despecho y señales de arrepentimiento que hacen de la escucha una experiencia al borde del voyeurismo. Si en cortes como “Go Your Own Way” Buckingham explora la resignación y la superación de una ruptura, su ex Stevie Nicks ofrece la contracara en “Dreams” o “Gold Dust Woman” en la que se pone a sí misma en la piel de una femme fatale sin tapujos. Por otro lado en la gran balada “Songbird“, Christine McVie otorga una mirada bucólica y cándida a través de la cual se permite experimentar el fin del amor sin resentimiento. Hacia la mitad “The Chain” (el único tema en el que intervienen todo los miembros) trae consigo el momento más épico de Rumours así como también el epicentro de su intensidad, representando con sus cambios de ritmos y su ferocidad la faceta más experimental de Fleetwood Mac.
Yo tendría 19 años y atravesaba la ruptura de mi primera relación seria. Mi visión melodramática y adolescente del mundo para ese entonces me hacía sentir vulnerable y pesimista. En esa época cada segundo libre que tenía lo dedicaba a deambular caminando por todo Buenos Aires exprimiendo el sueldo de mi primer trabajo como proyeccionista de cine en discos usados. Una tarde en una tienda de antigüedades me encontré con la edición argentina en vinilo de Rumores (así decía la tapa). A través de mis padres ya lo había escuchado pero por su mezcla de soft rock con folk lo consideraba cursi o anticuado, aunque de todas maneras lo compré. Tan pronto como la púa empezó a transitar por los surcos, fui consciente de que me encontraba con un disco completamente nuevo. Cada solo de guitarra de Buckingham, la ternura condensada en las composiciones de McVie y la violencia contenida de las armonías de Stevie Nicks y Lindsey funcionaban como una mano en el hombro que se encargaba de hacerme saber que alguien del otro lado ya había pasado por el mismo proceso que en ese momento me resultaba tan extraño. Por dos o tres meses recuerdo no haber podido escuchar otra cosa hasta llegar a saberme cada letra y acorde de memoria. Tal vez esa capacidad para tratar de forma sumamente directa cuestiones tan íntimas pero universales como el desamor o la traición sirva para explicar por qué Rumours interpeló a millones de personas de cualquier sexo y nacionalidad e imprimió a Fleetwood Mac de forma definitiva en la cultura popular.
Si me dejara llevar por una concepción excesivamente idealista del arte y de la música en particular, es posible afirmar que hay determinados discos que llegan en el momento justo y que modifican tu concepción del mundo para siempre, acompañándote en la aterradora transición hacia la madurez. Rumours es el mío, y también el de generaciones enteras desde hace exactamente 40 años.
Fleetwood Mac – Rumours
1977 – Warner Bros. Records
01. Second Hand News
02. Dreams
03. Never Going Back Again
04. Don’t Stop
05. Go Your Own Way
06. Songbird
07. The Chain
08. You Make Loving Fun
09. I Don’t Want to Know
10. Oh Daddy
11. Gold Dust Woman