Durante este mes se cumplieron 20 años de la trágica y poética muerte de Mark Sandman, cantante y bajista de Morphine. Un 3 de julio de 1999, la banda originaria de Massachusetts se presentaba en un festival en Palestrina, una pequeña comunidad a pocos kilómetros de Roma. Era un lugar ideal para el trío, un paraíso que intrigaba por cómo vivía la gente respirando ese aire puro. Montañas, praderas y mucho verde se combinaban con la arquitectura antigua y prominente de la zona. Era una tarde muy calurosa ya durante la prueba de ensayo y la noche permaneció así, pero resultó ser mucho más sombría de lo habitual. Morphine estaba tocando para miles de espectadores, ya habían pasado la séptima canción del repertorio, cuando de repente Mark Sandman cayó desplomado en el escenario por un infarto. No era un tipo que sufría problemas de salud, ni deficiencias cardíacas, fue un golpe fatídico que sucedió de repente y que no tuvo respuestas clínicas.
Morphine consiguió la mirada del público por su propuesta tan extraña para la época, y aún hoy, seguiría siendo moderna. Un bajo de dos cuerdas con slide, dos saxofones barítonos y una batería. “Fuck rock,” o como Sandman llamaba a sonido, “low-rock.” Morphine, por las características de sus instrumentos, apuntaba a una tonalidad grave que les otorgaba una oscuridad subterránea. Incluso la voz de Sandman era muy corpulenta y hacía de la banda un destello en la noche. Morphine posee un sonido sensual y poderoso, una fusión del blues y del jazz con el rock alternativo. Lo del bajo de dos cuerdas con slide es hasta angurriento, según Sandman, ya que para él con una cuerda ya era más que suficiente. Morphine experimentó sobre la materia, desarmando instrumentos y probando afinaciones para conseguir lo que ellos creían que era el sonido adecuado para expresar su lenguaje. Algo que fascinó al público, que primero se acercó de incógnita o con cuestionamientos técnicos, y luego permaneció bailando bajo la atmósfera atónita del grupo.
Mark Sandman tuvo numerosas bandas antes de consolidar el trío final, pero la más importante de estas fue Treat Her Right, un nombre llamativo e impotente que Mark sabía que la gente iba a preguntarse de qué se trataba y se acercarían. Mark en esta formación blusera tocaba la guitarra y publicaron tres discos de estudio: Treat Her Right (1986), Tied to the Tracks (1989) y What’s Good for You (1991). La banda estaba conformada por Dave Champagne, Steve Mayone, Jim Fitting y Billy Conway; este último luego pasó a tocar la batería en Morphine, reemplazando a Jerome Deupree. El grupo atravesaba distintas crisis y varias discusiones, pero la gota que derramó el vaso fue durante la noche que invitaron a participar del show al saxofonista Dana Colley. Desde esa noche, Mark quedó obnubilado y con sueños de formar una banda con él, cambiando completamente el rumbo de su trayectoria. Morphine no tardó mucho en existir y arrojarse a la experimentación de los géneros para coexistir en la nebulosa década de los 90.
Morphine sacó su álbum debut llamado Good en 1992. Con éxitos como “You Look Like Rain”, demostraba su temperatura nocturna, donde el imaginario visual se reflejaba en unas postales callejeras. Con la frenética “Good,” la rutera “The Saddest Song” y el grito de guerra “You Speak My Language,” su primer disco conservaba algo enérgico y extravagante para la música. Con este glorioso inicio siguieron el camino para no perder la adrenalina. Un año después, Morphine publicó su disco más importante, Cure of Pain. Sandman volcó toda su melancolía y experiencia en las letras de este disco. Canciones como “I’m Free Now” y “Candy” eran conmovedoras, pero también habían momentos de rebeldía delirante con “Buena” y “A Head With Wings.” También habían escenarios oníricos como “In Spite of Me,” un tema con cuerdas agudas y una voz susurrante que invita a un vacío del sueño. “Cure of Pain” da el nombre al disco, una canción que expresa la soledad y la angustia de una humanidad que se resiste con drogas o mentiras, hasta que algún día se invente la cura para el dolor. Su trayectoria siguió con los discos Yes (1995) y Like Swimming (1997), y en 2000 salió el póstumo The Night.
Mark Sandman tuvo una vida dura y atravesada por la desgracia. Sus padres no apoyaban su carrera como músico, lo trataban de vagabundo y le dieron el ultimátum de que se consiga un trabajo decente o se marchara del hogar. Sin vuelta atrás, Sandman se fue a buscar su destino como músico confiando ciegamente en él. Muy por el contrario, sus padres se negaron a ir a escuchar lo que hacía como músico a sus recitales, y prefirieron juzgar los trabajos temporales que Mark hacía para subsistir sin ellos. Fue desde pescador hasta recolector de hongos y marihuana. Pero aún así, consiguió lo que buscaba: ser una estrella de rock. La vida de Mark primero fue marcada por la muerte de su hermano menor, Roger, con una salud delicada desde el momento que nació. Mark quedó desconcertado, pero lo que no iba a prever, es que 16 meses después, su otro hermano Jon se iba a suicidar tirándose de una ventana en Nueva York. Devastado, Mark eternizó el recuerdo de su hermano en la canción “Bye Bye Johnny.”
El imaginario de Morphine está conformado por varias influencias, no precisamente musicales. Adoptó temáticas, escenarios y colores del cine noir para crear ciudades corruptas en la que la gente sobrevivía en nidos de ratas. También la literatura tiene un rol muy importante en la pluma de Mark, ya que se sintió fuertemente cercano al escritor beatnick Jack Kerouac. Mark se sintió identificado con el escritor de En el camino por el acto de agarrar las valijas y echarse a andar en la ruta. Pero también encontró una prosa fluida y libre que se análoga con la improvisación en el free jazz; Kerouac fue llamado el Charlie Parker de la literatura y tenía una fascinación con el saxo. En su novela más jazzera, Los subterráneos, describe varias escenas con palabras que intentan dejarse llevar por la nota Re de una pieza. Morphine en 1997 saca un álbum recopilatorio de singles llamado B-Sides and Otherwise, donde se encuentra una canción con el nombre de Kerouac.
Luego de la muerte de de Mark Sandman hubo numerosos intentos de mantener vigente su espíritu. Orchestra Morphine fue el primero, con Conway y Colley junto a un grupo de amigos. Luego crearon un sello discográfico llamado Hi-N-Dry, donde publicaron una antología del grupo. Y también convocaron a Laurie Sargent en una nueva banda llamada Twinemen. 10 años después de la muerte de Mark, Colley se volvió a unir al primer baterista de Morphine, Deupree, junto al bajista Jeremy Lyons, a interpretar temas de la banda. Regresaron justo una década después al mismo escenario donde perdieron a su vocalista y dieron un show emotivo bajo el nombre de Vapors of Morphine, agrupación que sigue en movimiento hasta el día de hoy. Vinieron en dos ocasiones distintas a Argentina, una en el ND Teatro y otra en Niceto Club. Alguien que se sube a zapar con los integrantes de Morphine en cada visita es Sergio Dawi, el saxofonista de la mítica banda nacional Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Mark Sandman tenía un extraño sentido del humor, era medio ácido y manejaba un nivel de sarcasmo superior, según sus allegados. Hasta muchos decían que incomodaba su frialdad y su forma de interpretar las cosas. Mark supo explorar con sus canciones la corriente subjetiva de su inconsciente, encontrando momentos, emociones, o imágenes sin sentido alguno. El día de su muerte, Queens Of The Stone Age tenían que subir al escenario después de la tragedia en el festival. Josh Homme recuerda su temblor a la hora de tener que tocar sus canciones, esa noche de luna llena. Mientras, a lo alto de las colinas, Dana Colley se encontraba gritando y llorándole a la luna sin comprender lo que había sucedido. Mark Sandman, como su nombre lo refleja, tenía el destino desdichado del reloj de arena, que puso fin a su vida mientras estaba haciendo lo que más amaba.