Hubo una banda a finales de los 90 que se tomó demasiado en serio a sí misma y creyó que tenía algo tan importante para decir que podía producir un cambio significativo en el mundo desde los márgenes de la industria musical. ¿Qué fue de ese anhelo?
Para empezar a responder esta pregunta hay que ubicarse en Suecia, uno de los países con la mayor producción de artistas musicales de renombre per cápita. Y esto es un hecho objetivo, ya estemos hablando de pop electrónico o metal pesado: Suecia tiene más grupos y solistas exitosos que cualquiera de sus vecinos europeos. Esto puede relacionarse con su talento para componer e interpretar en inglés y mimetizarse con facilidad en la escena musical global, sin que el origen nacional imponga un choque cultural. Y estos artistas no vienen solo de las principales ciudades como Estocolmo, Gotemburgo y Malmo. Mucho más al norte, acercándose al círculo polar ártico, se encuentra un lugar llamado Ümea, origen de uno de los fenómenos más interesantes de la música alternativa en las últimas décadas: un quinteto fundado en 1991 bajo el nombre de Refused.
La banda se separará solo 7 años después de su génesis, el mismo año en que sacaron The Shape of Punk to Come, la obra cumbre que más tarde los convertiría en un acto de culto, al punto de que su regreso en 2012 sería con bombos y platillos en la segunda línea de nombres del festival Coachella. Aquella presentación se vio en todo el planeta, gracias a uno de los primeros streamings del festival, y les permitió ser trending topic mundial por unos minutos. Unas ochenta mil personas se acercaron a uno de los principales escenarios del festival para ver a los Refused reunidos, lo que multiplicaría casi por mil la asistencia de su último concierto antes de la separación, un show en una casa que terminó de la forma más punk posible con la interrupción de la policía después de haber tocado solo cuatro canciones. La banda ya había tomado la decisión de separarse hacía un par de semanas, en medio de una tensa gira por los Estados Unidos que los llevó a enfrentarse con lo peor de sí mismos y todo lo que odiaban de la industria del espectáculo, incluso cuando en ese entonces estaban bastante lejos de lo que podría considerarse el mainstream.
“Refused are fucking dead” fue el título del comunicado con el que la banda anunció a sus seguidores la separación. Años más tarde el mismo líder Dennis Lixzen calificaría de estúpido este manifiesto, en especial por sus falsas promesas de no volver a hablar con la prensa y, sobre todo, de nunca volver a tocar. Pero el tiempo trajo una resurrección de la banda que se materializó no solo en nuevos shows sino en un nuevo disco titulado Freedom en 2015. Este regreso recibió críticas mixtas de parte de la prensa y los fans, pero hizo poco para cambiar la percepción del legado de la banda que se sostiene principalmente con The Shape of Punk to Come. El clásico álbum llegó tras una serie de discos y EPs muy correctos e influyentes para la escena post-hardcore, pero que aún no lograban romper con las barreras de género, como finalmente llegaron a hacer. Es decir, no sería incorrecto hablar de Refused como un “one album wonder.” The Shape fue una producción de ruptura tanto en lo sonoro, con su incorporación de elementos del jazz, la electrónica y el folk, como en lo simbólico. Con este disco la banda ambicionaba una especie de revolución dentro de la escena musical. Plantaban cara ante el conformismo y la comodidad de las bandas punk de ese momento. Como dice “Summerholiday vs. Punkroutine”, en uno de sus momentos más significativos: “I’m still certain that what motivates me is more rewarding/Than any piece of paper could be/Well adjusted and corrupt, all those icons that stole our teenage lust” (Estoy convencido de que lo que me motiva es más gratificante que cualquier pedazo de papel. Bien ajustados y corruptos son todos esos iconos que robaron nuestra angustia juvenil).
En especial para Lixzen, la música era un vehículo para expresar ideas transgresoras. Tomó tiempo, pero la combinación del sonido vanguardista de las canciones con ese ethos beligerante fue abriendo un hueco dentro de la escena alternativa global. La dimensión del aporte de Refused no se puede medir con ventas o con el número de gente que hoy día los escucha, sino más bien con la cantidad de artistas y escenas que fueron influenciados por The Shape de forma directa o indirecta. Incluso en “New Noise”, el single principal del disco y el único tema que logró algún tipo de viralidad en sí mismo, la cuestión de la fidelidad al ideario es cuando menos difusa. Por su carácter explosivo ha recibido un tipo de difusión algo inusual para una banda tan contestataria, con inclusiones en videojuegos y series, al punto de convertirse para muchos efectos en una “pump-up song”, un track con el que los jocks del fútbol colegial se motivan, que es más o menos lo opuesto a lo que la banda buscaba provocar. Los miembros de la banda han reconocido que el proceso de mercantilización de su música los desbordó y tomó por sorpresa, incluso cuando Lixzen se mantuvo activo cuando formó una banda que tuvo alguna relevancia en la industria: The (International) Noise Conspiracy.
Hay un gran cliché en la complicada relación entre música y política que nos lleva a pensar que los movimientos transgresores son alienados por el establecimiento y puestos al servicio de una rebeldía empaquetada y domesticada. Como decían los legendarios Crass ante la comercialización del punk en los tempranos 80: “El escorpión puede atacar, pero el sistema robó el aguijón.” En el caso de Refused, los cuestionamientos no les han faltado, pero la banda se justifica en que el paso del tiempo las ha exigido una práxis diferente y que hay una gran diferencia entre hacer algo de dinero y “ser un capitalista.” También se puede ver como un acto de madurez el romper un juramento producto de la angustia juvenil para volver a dar a la cara y adueñarse de una narrativa que dejaron inconclusa. Es fácil romantizar y creer que los artistas deben evitar echar a perder el misticismo con actitudes rockstar, pero ¿quién les quita el derecho a reclamar la gloria por sus contribuciones? ¿Por qué no pueden aprovechar los nuevos medios para distribuir su arte? ¿Quién no quiere llegar a nuevos públicos y más oyentes?
En cuanto a “New Noise”, en el fondo los suecos sabían que estaban creando un hit y no hay que sentir vergüenza por eso. No es posible cambiar el mundo, o siquiera intentarlo, sin canciones pegajosas. Y The Shape, en medio de su apuesta arriesgada, supo ofrecer temas con melodías que se quedan en la cabeza: “Summerholiday vs Punk Routine”, “Liberation Frequency” y la canción que da nombre al disco. Si las anteriores entregas de la banda eran una muralla de ruido y decidieron revelar su lado más radio-amigable en su disco más político, eso nos dice mucho sobre cómo la crítica ante las imposiciones de los medios de masas tiene que darse en un lenguaje que tenga posibilidades de infiltrarse en ellos. Sin alcanzar el grado de popularidad que les permitiría formar parte de la historia del rock con letras mayúsculas, Refused sí tienen un lugar ganado en una sección un poco más modesta, legitimados por un puñado de publicaciones importantes de la era digital y el reconocimiento de sus pares. Un lugar que se irá haciendo más grande en la medida en que más gente descubra su material y reconozca que, incluso cediendo a ciertos clichés de rebeldía musical, han sido una banda única en su tipo.
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Foto principal: Ricky Adam.