Trepidando aparte de la sensibilidad-mundo que brama por los agudos: cierta penumbra en el bajo, en la batería así a lo lejos, en la voz que canta casi hablando cada verso. Están los sonidos extendidos así, como una mano que nos invita a quemarnos en ese fuego sin temer, a bajar hasta esos latidos por darnos otro tiempo, mientras el colectivo avanza en su sordidez casi infecunda, la mayoría de las veces.
Curtis Curtis Curtis decimos frente al ventanal pero no se rompe, mientras la señora del asiento de al lado nos mira mal. Sucede el pliegue a estos placeres prismas del substance que este súper héroe romántico supo concebir tras los días de detrás del escritorio en la Oficina de Empleo.
Estas canciones quieren dejar ver las marcas de lo que demuele ciudades de certezas, construyen un mundo fantástico a la medida de la Razón que volvió monosilábicos algunos diálogos generacionales. Con poco esfuerzo podrían oírseles preguntar: ¿acaso hay algo más saludable que ese silencio?
La Joy Division de Curtis abre la puerta de las habitaciones más frías en apariencia para hacernos conocer el espíritu del hombre después de muchas guerras más o menos manifiestas. Comisura de Lo mundo, siendo más verdaderos de cerca a ciertos elementos que distinguen la vigilia del sueño: seguirán sonando sus mantras de fuerza contenida en cada canción que remita a su luz. Por lo impostergable del vínculo, por una intensidad que nos debiéramos según otro mandamiento de esos que siguen apareciendo.
Joy Division – Unknown Pleasures
1979 – Factory Records
01. Disorder
02. Day of the Lords
03. Candidate
04. Insight
05. New Dawn Fades
06. She’s Lost Control
07. Shadowplay
08. Wilderness
09. Interzone
10. I Remember Nothing