Para 1990, Soda Stereo había pasado de ser una promesa artística a convertirse en una banda consagrada. Irrumpiendo con un lenguaje musical propio, la consecuente evolución musical que transitaron desde “Nada personal” a “Doble vida” poseía el sello de los grandes artistas que saben leer los signos de su tiempo y que al adecuarlos dentro de su estilo generan una metamorfosis creativa única e irrepetible. Este poder de síntesis para comprender el mundo de la cultura rock, sumado a la lógica transformación que da el paso del tiempo, le permite a ciertos artistas terminar de generar la gran y definitiva obra que los eleva a un nivel superior dentro del mundo del arte. A partir de esto, surge el interrogante: ¿Es Canción animal el punto culmine de los conceptos musicales que Soda Stereo fue construyendo desde sus inicios?
Para responder esto hay que comenzar analizando el contexto dentro del cual se inscribe el disco. En 1990, los modernos años 80 habían terminado y comenzaba una época de revisionismo artístico. Desde el lado político, la caída del muro de Berlín con el consecuente proceso de globalización traía por ese entonces la esperanza de un posible mundo unido y feliz. En lo referente a la cultura, la explosión del éxtasis y el fenómeno cultural que se daba en Europa con el denominado “Second Summer of Love” derribaron y renovaron conceptos en el mundo de la música. Al mismo tiempo, la ciudad de Mánchester se convertía en el principal polo artístico del mundo, uniendo la incipiente música electrónica con el rock. Todo esto fue definiendo esa especie de idea “retro-moderna” que atravesó gran parte de la escena musical de los 90.
Canción animal es hijo dilecto de todo esto. Por un lado, hay en él un revisionismo musical de los artistas que constituyeron los orígenes del rock argentino como Pescado Rabioso, Almendra, Vox Dei y Color Humano. Y por otro lado, está la influencia de artistas contemporáneos de finales de los 80 como The Stone Roses y Happy Mondays. Este equilibrio entre el frenesí por las últimas tendencias y las influencias del pasado, generó una mirada musical distinta de los anteriores discos de Soda. La banda se despojó de los adornos que iban más allá de la formación clásica de rock de batería, bajo, guitarra y teclados. El vestuario y los cortes de pelo también dejaron de lado la extravagancia de otras épocas y con sus chalecos, camisas y pantalones siguieron la estética del Mánchester de los años 80 que visualmente homenajeaba el estilo de los años 60.
Todo esto terminó generando una mirada musical retro y moderna que potenció el alcance del disco. Canción animal continuó enamorando a los fans de siempre, cautivó a los más jóvenes de ese entonces y penetró en la vieja guardia del rock que antes los negaba por haberlos pensado como una banda de moda y pasajera.
Los demos originales que Gustavo Cerati ideó en su Akai MPC 60 y la zapada en la prueba de sonido de un show de su gira por México 1989 que dio origen a “De música ligera” demuestran que Canción animal es un disco orgánico en su esencia. Es un álbum construido radicalmente por el pulso sanguíneo de la guitarra, el bajo y la batería de Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. Los teclados, en esta ocasión a cargo de Tweety Gonzalez, ya no son un elemento esencial como en otros momentos de su carrera, sino que adornan suavemente las canciones, y también la percusión a cargo de Andrea Álvarez que había tenido un lugar importante en el EP Los languis aparece levemente en el álbum.
Grabado en los míticos estudios Criteria en Miami al mismo tiempo que se jugaba el Mundial de Italia 90, Canción animal salió finalmente a la venta el 17 de septiembre de 1990 y la repercusión fue inmediata. Posterior al lanzamiento hay varios hechos a destacar que hablan del espíritu pionero de Soda Stereo. Si bien Charly García como solista había tocado en 1982 en el estadio de Ferro, Soda fue la primera banda de rock argentino que hizo un estadio de fútbol en democracia como sucedió en diciembre de 1990 en la cancha de Vélez Sarsfield. Otro detalle muy importante es que fueron precursores en llevar su show con su respectiva infraestructura por todo el interior del país, cuando ningún artista argentino había reparado en eso exceptuando las plazas clásicas de Córdoba y Rosario. Este detalle fue de inmensa importancia para comenzar a federalizar el rock argentino y generar una nueva camada de oyentes del género que por ese entonces solo conocían los grandes shows de rock por haberlos visto por televisión.
El corolario de todo lo que significó Canción animal y su penetración en el calor y color de la música popular argentina se resume en el show que brindaron en la Avenida 9 de Julio en diciembre de 1991. Más de 250 mil personas asistieron al recital que cerró la imborrable época de la banda.
Canción animal es una obra trascendental que atravesó todas las capas sociales del arte y que representa el último alarido de inocencia de una sociedad que por aquellos tiempos aún apostaba a la cultura como un elemento importante de transformación personal y social. Con el avance del neoliberalismo cultural fue lentamente perdiendo su identidad, deteriorando su relación con la música y el arte en general. En este sentido, Canción animal simboliza el cierre de una época dorada para el rock de nuestro país, la transformación definitiva de Gustavo Cerati en ícono de la música popular y la confirmación de Soda Stereo como una banda que siempre apostó a la exploración artística con el afán de elevar constantemente su música y el imaginario de sus fans. Treinta años después, siguen siendo recordados y aplaudidos en todas partes del mundo.