“Batallas, tempestades, amoríos, por mar y tierra, lances, descripciones, de campos y ciudades, desafíos y el desastre y furor de las pasiones, goces, dichas, aciertos, desvaríos, con algunas morales reflexiones acerca de la vida y de la muerte, de mi propia cosecha, que es mi fuerte”.
José de Espronceda, “Canto I” (1833).
Nicholas Rodney Drake nació en Birmania en 1948, debido a que su padre se encontraba supeditado a cuestiones laborales en el país asiático por esos tiempos. Luego de una forzada vuelta a tierras británicas debido a que el clima tropical perjudicaba su salud, una temprana afición por la música se despertó en el joven Nick , logrando a los cuatro años componer su primera composición en piano titulada “Cowboy Small”.
Como todo romántico, Nick gustaba de estar solo y observar la naturaleza, sean las estrellas, los árboles, los pájaros y las nubes. Su obsesión por el paso del tiempo que deja atrás los recuerdos puros y virginales de su adolescencia se volvió una marca registrada en las canciones de sus únicos tres discos publicados. En “Day is Done“, utiliza la metáfora de un ave para expresar la lapidaria duda existencial que nos acecha una vez desprendidos del hogar.
Drake también luchó contra la desventaja de sentirse fuera de tiempo y de contexto. La década de los 60 fueron años en los que reinaron los estridentes estribillos del llamado Mersey beat y las canciones de protesta, antes de la llegada del rock progresivo y el glam. Nunca recibió críticas favorables de la prensa, y el único que lo apoyó con mediano entusiasmo fue el DJ de la BBC John Peel.
Solo se presentó en vivo una docena de veces. Jamás levantó la mirada o dirigió palabra alguna a su público. La imagen que los pocos concurrentes recuerdan era la de un larguirucho sentado de manera cansina, que susurraba sus melodías mirando fijamente sus zapatos. Canciones como “One of These Things First” o “Fly” podrían dar cuenta de su profunda melancolía y frágil estado emocional.
En 1970, una profunda depresión lo invadió y se recluyó en la casa de sus padres en Tanworth, pasando sus días merodeando en casa de amigos o solo en su habitación. Pese a esto, Chris Blackwell, dueño de Island Records por ese entonces, apreciaba tanto el trabajo de Drake que, luego de pagarle unas vacaciones en la costa española, le recomendó que llame al productor John Wood para grabar el que sería su último disco, Pink Moon.
Nick Drake finalmente fallece el 25 de noviembre de 1974 en casa de sus padres, producto de una sobredosis de antidepresivos.
Así como el fundador de los poetas Numantinos, José de Espronceda, hablaba de su propia cosecha de vida como un escudo frente a las tempestades de amoríos frustrados, Drake retomó con su música parte de ese soliloquio romántico. El cantautor sembró un legado en donde la música parece revivificar el tesoro universal de los poetas de mil estrellas, que en su paso por la tierra dejaron una estela fugaz y eterna, ratificando que lo importante sigue siendo la nobleza espiritual, ya sea en lo agreste o suburbano, en la dulce tertulia o en la decadencia de todo sueño romántico terrenal.
A 50 años de su muerte, en Indie Hoy elegimos 10 momentos clave de su corta pero rica vida, que ayudaron a construir el carácter artístico de Nick Drake.
10. Sus primeras influencias
Con su primer guitarra regalada por sus padres, Nick se apasionó en la música de Bob Dylan y The Beatles. Esta influencia fue clara para lograr armonías vocales muy finas y originales que serían su marca destacada, a partir de las afinaciones no convencionales de guitarra que usaba. También tomaría elementos de discos como Songs of Leonard Cohen y Astral Weeks de Van Morrison, como la profunda intensidad confesional de sus composiciones.
9. Su lugar en la escena musical de Cambridge
Luego de finalizar su instrucción primaria en el prestigioso centro público de Marlborough, se trasladó a Cambridge en 1967 para comenzar sus estudios de literatura inglesa y descubrir la literatura de autores que combinaban lo folk con lo mágico, como T. S. Eliot, Lewis Carroll, J. R. R. Tolkien y Albert Camus, el último autor que leyó el día de su muerte. Allí, entre días de soledad, algunas señales de un incipiente autismo y sus primeras experimentaciones con drogas, Nick comenzó de a poco a hacerse conocido en el circuito folk de Cambridge.
8. Duelo musical con Brian Jones
En 1967, se batió a duelo de fogón y guitarra con Brian Jones, miembro fundador de The Rolling Stones, en Marruecos mientras ambos tomaban LSD. Esta experiencia le daría la confianza necesaria para decidir dedicarse a la música. Jones, un experto multiinstrumentista, quedó sorprendido con su facilidad para entonar armonías con la guitarra acústica en afinaciones no usuales.
7. Joe Boyd
Joe Boyd, el productor que produjo los primeros singles de Pink Floyd, conoció a Nick Drake a comienzos de 1968. Dueño de la compañía Witch Sessions Productions y joven veinteañero al igual que Nick, quedó fascinado al escuchar sus canciones. Con él grabó sus primeros dos discos, Five Leaves Left (1969) y Bryter Layter (1970).
6. Londres
En 1969, Drake se trasladó a Londres decidido a afianzar su carrera como músico. La parquedad de la megalópolis afectó definitivamente el débil carácter del cantautor. Durmiendo en los pisos o sillones de casas de amigos, definió la esencia de Bryter Layter y su mezcla de folk con cocktail jazz.
5. Sophia Ryder
Sophia Ryder fue lo más cercano que tuvo a una novia, a quien dedicó las dos piezas “Hazey Jane I” y “Hazey Jane II“, y fue clave en el tono optimista de Bryter Layter. Sophia lo dejaría en 1971 luego de que los diálogos con Nick se volvieran cada vez más monocordes y delirantes debido a la seria depresión que atravesaba desde 1970.
4. Antidepresivos mal recetados
En 1970, un psiquiatra le recetó tres antidepresivos diferentes, una combinación que sería letal, en especial por la amitriptilina que lo llevó a breves internaciones en neuropsiquiátricos. Fue entonces que, con un sueldo de apenas 20 libras semanales, decide volver a la casa de sus padres, donde pasó sus últimos días en su habitación, visitando viejos amigos o merodeando en auto sin rumbo fijo.
3. Su último recital
Su última presentación en el Ewell Technical College en 1970 marcó el inicio del final de su carrera. Monosilábico y distante, Drake abandonó el escenario a mitad de “Fruit Tree”. Cuando sus allegados le preguntaron qué había ocurrido, simplemente respondió: “No valía la pena, no había conexión alguna”. Al renunciar a los shows en vivo, también cerró una de las posibles puertas hacia la popularidad y el reconocimiento.
2. Island Records
La frustración de Drake por no poder superar su miedo a presentarse en vivo aumentó cuando Witch Seasons Records, el sello que había lanzado sus primeros dos discos, fue vendido a Island Records. A pesar de que la compañía no deseaba ni creía en un tercer disco de un artista que no lograba vender más de tres mil copias y que parecía estar en un aparente deterioro físico y mental, Cris Blackwell lo apoyó. Sin su intervención, Pink Moon jamás habría existido.
1. Pink Moon
Pink Moon, su último disco, se grabó en apenas dos días. De concepto minimalista, el álbum es un claro preludio de lo que sucedería dos años después. Con una estructura esquelética, en sus canciones solo se escuchan la guitarra acústica y la voz de Drake, excepto en la canción homónima, donde se suman leves arreglos de piano.
También podemos verlo como un reflejo de la esencia de Drake, un romántico que, en su viaje por la vida, perdió la cuota necesaria de narcisismo para que los obstáculos le resultaran más livianos; ante cualquier brisa, su sensibilidad quedaba expuesta. Pink Moon es un viaje musical plácido, intimista y sensual, donde la decepción y la tristeza se mitigan a través de diálogos confesionales con cuerpos celestes, campos y árboles.
Temas como “Pink Moon” o “Place to Be” hablan de esa necesidad de buscar en la inmutable naturaleza un ancla, para compararse con los demás y escapar a los problemas de socialización que tanto lo aquejaban. Aún sumido en las penumbras de la soledad, Nick Drake dejó atrás sus tormentos para confeccionar una obra sublime de total redención y aceptación de sí mismo.