Un 8 de marzo de 1994, el resultado de un intenso año y medio de producción, repleto de pretenciosidad, polémicas y excesos, era publicado bajo el título de The Downward Spiral, el segundo álbum de estudio de Nine Inch Nails.
Liderados por su excéntrico vocalista, Trent Reznor, el grupo estadounidense había logrado hacerse un nombre en la escena gracias a su primer disco, Pretty Hate Machine (1989), y a la promoción que le dio un MTV en auge. Sin embargo, fue este nuevo y controversial proyecto el que los hizo trascender más allá de la fama para convertirse en referentes del rock industrial. Tres décadas después, lejos de mostrar signos de degradación o envejecimiento ante el paso del tiempo, el álbum resalta por explorar los terrenos más hostiles, distorsionados y ruidosos de la electrónica, revestida de una atmósfera oscura, violenta, provocativa y, por momentos, existencial.
The Downward Spiral no inventó al rock industrial en sí mismo, sino que su aporte radica en la simbiosis que logró construir entre diferentes influencias musicales: el no wave europeo -representado por la escena del Neue Deutsche Welle y bandas como Skinny Puppy, Cabaret Voltaire o Killing Joke-, el krautrock -con referencias a bandas como Can y principalmente a Low, el primer álbum de la trilogía Berlín de David Bowie-, y una escena minoritaria e incipiente de no wave norteamericano -representada por bandas como Swans y Ministry-. Esta última había logrado fusionar synth pop con un sonido guitarrero y denso, proveniente de la escena punk de Seattle de finales de los 80.
La idea del proyecto surgió tras la agotadora gira de su primer álbum, cuando Reznor se sentía absorbido por una vibra negativa, producto de sus adicciones, la depresión que sufría y sus constantes disputas con Richard Patrick, guitarrista de la banda que lo abandonaría en 1993 para formar el grupo Filter. El respaldo económico vendría de la mano del sello discográfico Interscope Records, a quien le pidieron una buena suma de dinero y una libertad creativa total a cambio de un álbum terminado, con su arte de tapa, singles y videoclips.
Para llevar a cabo este proceso, Reznor decidió buscar un lugar en el cual pudiera realizar el proyecto audiovisual y, al mismo tiempo, utilizarlo como residencia temporal. Es así que entre 1992 y 1993 alquiló la mansión ubicada en 10050 Cielo Drive para convertirla en su estudio de grabación, la cual bautizó con el nombre de Le Pig.
Cielo Drive había sido la residencia del director Roman Polanski, la cual fue irrumpida en agosto de 1969 por seguidores de la secta liderada por Charles Manson. En la casa se encontraba la actriz y esposa de Polanski, Sharon Tate, quien, embarazada de 8 meses, fue brutalmente asesinada junto a otras cuatro personas. Los asesinos escribieron “PIG” con sangre en la puerta y, con el fin de fomentar esa vibra oscura y misteriosa, Reznor decidió mantener el nombre.
Reznor buscaba que The Downward Spiral fuera un disco conceptual con una calidad de sonido de baja fidelidad, similar a un demo. Todo lo necesario para producirlo -consolas, sintetizadores, samplers, cajas de ritmo y baterías acústicas- estaba disponible en la mansión. Además, contrataron a Adrian Belew -guitarrista de King Crimson– y Stephen Perkins -baterista de Porno for Pyros– para aportar a las maquetas que ya tenían. Junto con el baterista Chris Vrenna y el productor Flood, Reznor seleccionaba lo que les servía y lo loopeaban.
Un ejercicio distintivo de Reznor era el de procesar los loops de guitarra hasta el punto en que resultaba imposible distinguir el instrumento de un sintetizador. Esto no solo se aplicaba a la guitarra, ya que Vrenna solía llevar samples de películas en cintas de audio digital para que Reznor las procesara de manera casi irreconocible y así evitar problemas legales.
En cuanto a las letras, Reznor eligió el camino del dolor, la autodestrucción y el odio a sí mismo. El cantante se sincera y expresa sus sentimientos a lo largo del disco en forma de una espiral descendente. En la primera mitad del disco -en canciones como “Mr. Self Destruct”, “Piggy”, “Heresy” o “March of the Pigs”-, muestra su brutal disconformidad con Richard Patrick, la religión, el mundo moderno y su sociedad apática.
Pero para el final del álbum, nos encontramos con un Reznor completamente abatido, que comprende que él mismo es quien se causa las heridas y no los demás. Entonces abandona esa ira y frustración -presentes, por ejemplo, en frases como “Nothing can stop me now/ ‘Cause I don’t care anymore”-, y termina por refugiarse en el dolor de canciones como “Hurt” -versionada años después ni más ni menos que por Johnny Cash-, en donde enuncia de manera muy sentida: “Everyone I know goes away in the end”.
Al momento de entregar el disco a Interscope, a Reznor jamás se le cruzó por la cabeza que el álbum iba a llegar al mainstream y por eso le dijo al sello que el disco carecía de hits. Sin embargo, The Downward Spiral alcanzó el puesto número 2 en el Billboard 200, y el single “Closer” se convirtió en un himno bailable por su distintivo ritmo electrónico y provocativa letra, que no paró de sonar en la radio y pistas de baile.
Lo que terminaría de catapultar a la fama a Nine Inch Nails sería su icónica participación de la banda en Woodstock 94, festival en el cual se presentaron completamente embarrados y sacudieron por siempre la memoria de los 350 mil espectadores y los 2 millones de televidentes que sintonizaron la transmisión.