“La competitividad es fundamental porque sirve para separar el polvo de la paja, a los hombres de los niños, a los competentes de los incompetentes. Su única finalidad es la de gestionar todo tipo de recursos, sean físicos, naturales, o humanos. Es nuestro deber celebrar la desigualdad y asegurarnos de dar proyección al talento y la destreza de los dotados para que abunde en beneficio de todos” – Margaret Thatcher, conferencia de prensa sobre el neoliberalismo, agosto de 1982.
Bajo estos preceptos políticos y culturales, el Gobierno británico confiaba en poder encaminar a la atormentada juventud de sus tierras, producto de las continuas crisis económicas que azotaron al país desde mediados de los años 70. Así la primera ministra proponía una suerte de darwinismo social que lejos de disciplinar a la juventud, terminaría potenciando su creatividad.
Los años ochenta estuvieron marcados por la llegada de The Smiths, la irrupción del movimiento “Two Tones” con Madness y The Specials a la cabeza, hasta llegar al advenimiento del “Madchester” que unió el rock con la música house de la mano de New Order, Happy Mondays y The Stones Roses. Para el final de la década, todos los jóvenes freaks desplazados socialmente habían aprendido el ABC del manual contracultural estético y musical para poder acercarse a la cultura rock de una manera artística y no tan comercial.
Con este contexto en mente, podemos preguntarnos: ¿Es Different Class de Pulp la síntesis del origen, auge y decadencia de la “Cool Britannia” de los años 90? ¿Cómo hizo Jarvis Cocker y compañía para lograr un álbum que se siente clásico, retro y moderno al mismo tiempo?
Para comenzar a responder estas interrogantes es necesario profundizar en la época en que surgió el disco. En 1995, la fiebre del hedonismo musical británico comandada por Oasis y Blur estaba en su pico. Los músicos del britpop no tenían más de 25 años en promedio de edad y las bandas que formaban parte del movimiento tenían una trayectoria corta de apenas 3 o 4 años. Por el contrario, Jarvis y los suyos ya habían superado los 30 años de edad y venían buscando la trascendencia desde comienzos de los años ochenta.
Esta característica va a resultar clave para comprender la potente narrativa de realismo que atraviesa el quinto álbum de la banda. Different Class habla del deseo físico roto que sucede cuando se superan los treinta años y se entra en el comienzo de la última juventud. Al mismo tiempo, es una obra que anticipa el cierre de telón de la colorida fiesta que fue el britpop y el comienzo de las pesadillas de quienes nunca iban a poder superarla. Y por último, pero no menos importante, resignificó la relación de la moda con la cultura obrera británica, como lo demuestra su canción más popular, “Common People”.
La geografía filosófica y musical del disco representa una suerte de “rebelión de los mansos”, que permitió que la contracultura se inserte en el circuito comercial. Pero al mismo tiempo la banda no pide una revolución política y cultural a cambio, sino solo ser visible, como describe el slogan de la contraportada del disco: “Please understand. We don’t want no trouble. We just want the right to be different. That’s all” (“Por favor entiendan. No queremos problemas. Solo queremos el derecho de ser diferentes. Eso es todo”).
El concepto de revolución en Different Class es una metáfora para ilustrar a los freaks que toman el poder de manera simbólica e inundan la vida cotidiana con el único objetivo de pasarla bien, como narra la canción “Mis-Shapes”. El álbum representa el cierre del proceso de transformación personal y artística que llevó a Jarvis Cocker a convertirse en el mesías de todas las personas que alguna vez se sintieron menospreciadas por ser diferentes.
Retomando el legado de artistas como Serge Gainsbourg, Jarvis logra una suerte de bidimensionalidad sexual. Por un lado como paladín de la perversión (“I Spy”) y por el otro como procaz seductor (“Pencil Skirt”). Así convierte los defectos en virtudes y, nutriéndose de pictóricas y decadentes imágenes cotidianas, rompe con la ostentación hedonista del britpop. De este modo surge uno de los mensajes fundamentales que atraviesan el disco: el de la importancia de aceptarse a uno mismo.
La otra idea que subyace en las canciones es la importancia del rol ordinario que las personas desempeñan durante gran parte de sus vidas. El fin del Thatcherismo y la irrupción del Nuevo laborismo produjo el abandono de las referencias culturales y morales de la alta sociedad británica. Lo popular adquirió un valor social agregado y se constituyó como un estereotipo a seguir que hubiera sido inimaginable años atrás. Canciones como “Common People” y “Different Class” ilustran esta obsesión cómoda y falaz de intentar pertenecer a algo ajeno, y la manera en que los sentimientos y experiencias de las personas comunes son igual de importantes que las de las personas más ricas de la sociedad.
Es curioso que la canción más emblemática del disco (y quizá también del britpop), “Common People”, haya surgido en la incertidumbre que es producto de la experiencia cotidiana de las personas de clase trabajadora que recurren a la creatividad para mantenerse a flote. La leyenda contada por el mismo Jarvis Cocker cuenta lo siguiente: “Fui al Notting Hill Record & Tape Exchange, a la parte donde tienen los instrumentos musicales de segunda mano, para vender algunos discos. Solían tener esa política por la que se puede tomar el dinero o podés obtener el doble de ese valor en vales para usarlos en alguna de sus otras tiendas. Así que me fui con la opción del bono y al rato me fui a donde estaban los instrumentos musicales de segunda mano. Terminé comprando un teclado Casio y regresé a mi casa. Ahí, jugueteando con el teclado, escribí una suerte de pequeño riff de la canción”.
Las vivencias de Jarvis en el proceso de creación del máximo himno musical de Pulp certifica la idea antes mencionada de que la vida de las personas comunes no es insignificante sino por el contrario interesante, caótica y poética, pero por sobre todas las cosas, es una experiencia personal e intransferible.
Different Class se inscribe en un contexto donde todo lo que representaba la frivolidad de gustos y costumbres de la clase alta británica fue desplazada culturalmente por el hambre de gloria y el talento de personas comunes. El disco es el retrato perfecto de aquellos días festivos de excesos y alegrías, que invitaba a celebrar la diferencia con normalidad y trascenderla a través del arte. Su legado es siempre una buena excusa, para poder acercarnos al arte y la música desde la introspección y experiencia personal, lejos del despiadado negocio del marketing de redes que hoy parece imponerse en la mayoría de la cultura joven.