Cuando este disco salió a la venta en 1970, Syd Barrett ya estaba fuera de muchos lados. Estaba fuera de Pink Floyd, (casi) fuera del mundo exterior (cerca de pasarse el resto de sus días encerrado en la casa de su madre luego de que sus problemas psíquicos y el abuso de LSD lo dejaron al borde del knock out mental) y a punto de quedar fuera del mercado de rock para convertirse en el mayor mito de la psicodelia inglesa.
Para la grabación de su segundo disco solista, el ex líder de Pink Floyd tenía un comportamiento errático y por ello las canciones que inmortalizó con su guitarra acústica y su voz sedada de clown depresivo requirieron varias tomas. De esa maravilla llamada “Gigolo Aunt”, por ejemplo, se hicieron quince intentos hasta dar con su versión definitiva. Para que estas maquetas tomaran vida fue clave el aporte de David Gilmour (amigo de la infancia de Syd que tomó su lugar vacante en Floyd) como músico y productor quien reunió a un séquito de instrumentistas en los míticos estudios Abbey Road, entre los que estaba otro nombre ilustre del universo floydiano: el tecladista Rick Wright.
Sin embargo, a pesar de su poco prometedor estado mental el genio de Cambrigde aun tenía magia y belleza para ofrecer: el comienzo del disco es arrollador con “Baby Lemonade”, su intro de guitarra blusera y su estribillo naif dan forma a una obra maestra del pop surrealista. Luego, el Syd más íntimo se desarma con la bellísima “Love Song” y sangra con la tristeza hipnótica de “Dominoes” toda una acuarela del momento que atravesaba; perdiendo el tiempo jugando al domino mientras había sido expulsado de Pink Floyd.
Pero la riqueza de matices de la música de Syd hace que no todo sea psico folk sublime (que reaparecerá en la pegadiza “Waving My Arms in the Air” y en la reposada “Wined and Dined”). También nos regala “Maisie” un blues ácido y oscuro en el que prueba su registro más grave sobre una línea asesina de bajo, esa exquisitez de pop rítmico y juguetón llamada “Gigolo Aunt” o esa viñeta fugaz y graciosa con la que se despide el disco titulada “Effervescing Elephant”. Sin embargo, más allá del esfuerzo de Gilmour por darle contención al caos barrettiano, apenas logra sostener bajo el formato canción piezas estrafalarias y delirantes como “It is Obvious”, “Rats” o “Wolfpack”
Roger Keith Barrett fue un compositor genial y un guitarrista visionario. Fusionó pop y surrealismo, rock e historias infantiles, ciencia ficción y romanticismo desbordado. Llevó los límites de las canciones populares de finales de los sesenta más allá de lo previsto. Su concepción revolucionaria de la música lo pone a la altura de compositores de la talla de Lennon, Bowie o Lou Reed. Barrett, el disco, es una prueba más de ello.
Syd Barrett – Barrett
1970 – Harvest / Capitol Records
01. Baby Lemonade
02. Love Song
03. Dominoes
04. It Is Obvious
05. Rats
06. Maisie
07. Gigolo Aunt
08. Waving My Arms in the Air
09. I Never Lied to You
10. Wined and Dined
11. Wolfpack
12. Effervescing Elephant