Desde las cenizas que deja el tiempo, The KLF supo contar una historia en apenas un lustro de años que marcó a fuego a la industria de la música y las culturas del rock y la electrónica.
Desde sus inicios -como The JAM’s, luego The Timelords hasta llegar a The KLF- a principios del año 1988, fueron los inventores de un puñado de géneros musicales a través de la utilización del collage de samples y una potencia efectiva para comunicar todo bajo un manto de misterio y desparpajo.
A mitad de camino entre la escuela situacionista y la vanguardia neoyorquina, The KLF fue la banda que más singles vendió en todo el mundo desde 1991 hasta su retirada oficial en medio del caos que sembraron en los Brit Awards de 1992. Su final llegó con la quema de un millón de libras esterlinas en 1994, producto de las regalías que les dejó la industria de la música, lo que hoy equivaldría a casi 2 millones y medio de aquella moneda.
A continuación, estas son las 10 razones por las cuales estos agentes del caos y la creación son, desde sus días de gloria hasta el presente, la banda que más resistencia cultural le propuso a la industria de la música.
El alevoso uso de samples
El escocés Bill Drummond y el oriundo de Liverpool Jimmy Cauty no eran unos novatos dentro del mundo de la música. Drummond había fundado el sello Zoo Records, tocaba en la banda Big in Japan y además fue manager de Echo & The Bunnymen y Teardrop Explodes. Cauty, por su parte, era el guitarrista del trío Brilliant, que había firmado con el sello WEA a través de Drummond.
A comienzos de 1987, empiezan a experimentar con el uso de samples, mezclando “All you Need is Love” de The Beatles y “Touch Me (I Want Your Body)” de Samantha Fox en una canción que tomaría el mismo título que la de The Beatles. Su difusión a través de graffitis en vallas publicitarias llamó la atención de varios curiosos, pero los distribuidores se negaban a comercializarla ya que tenían miedo de ser demandados.
Finalmente, “All You Need is Love” salió en formato de single con una etiqueta blanca unilateral y fue sorpresivamente elegida como canción de la semana por la revista musical Sounds. Entonces decidieron relanzarla y remezclarla, y el éxito fue tal que les permitió acumular una suma de dinero para grabar su primer disco.
El LP titulado 1987 (What the Fuck is Going On?) fue publicado en junio de ese mismo año, e incluía la canción “The Queen and I”, basada en un sample de “Dancing Queen” de ABBA. Cuando reciben una demanda de parte de la banda sueca, el dúo viaja a Suecia con la intención de negociar, pero no logran un encuentro y terminan regalando parte de las copias a una trabajadora sexual que las pareció similar a una de las cantantes. Más tarde, prenderían fuego el resto de las copias para nunca volver a hacer tiradas del mismo y dictaminar la primera desaparición voluntaria de su obra.
Ford Timelord, el auto que componía
A comienzos de 1988, el dúo cambia su nombre de The Jam’s a The Timelords y publican “Doctorin’ the Tardis“, un single que combinaba la banda sonora de la popular serie Doctor Who (para muchos el primer tema electrónico de la historia) con “Rock and Roll Part 2” de Gary Glitter. El tema lograba un collage sonoro inusitado para la época y, pese a las críticas de parte de la prensa, fue acompañado por un público que ya se encontraba inmerso en el auge del acid house. De esa forma, la canción logró llegar al número uno de ventas en Reino Unido.
El respaldo del publico joven hacia artistas de vanguardia fue uno de los principales motores creativos y comunicativos de The KLF. Esto fue usado al extremo cuando los integrantes presentaron en diferentes programas de televisión al Ford Timelord del año 68 de Cauty como el compositor del tema. El auto respondía las preguntas de los periodistas con un efecto de luces sobre la parrilla delantera, mientras Cauty era el que modulaba la voz escondido en la parte trasera del auto con un micrófono.
El coche además sería el protagonista de su proyecto de roadmovie titulada The White Room y correría en la carrera Swaffham Raceway en 1991.
Fundadores de géneros
Desde sus inicios, The KLF utilizó el rap como un elemento conectado a la música bailable. Esto los llevó a ser pioneros en géneros como el pure trance -como en “3AM Eternal“-, el house de estadios -escuchar los gritos de multitud y voces de raperos de la versión en vivo de “What Time Is Love?“-. Lograron esta concepción al notar la locura del público británico en las raves y fascinarse por las inmensas multitudes que se agrupaban alrededor de estas fiestas.
El dúo luego tomaría el estilo belga que Technotronic había desarrollado en el clásico “Pump Up the Jam” o Black Box en “Ride On Time”, para crear canciones con un sonido más exuberante que representa el pináculo de la cultura dance de fines de los 80 y comienzos de los 90. De esa forma, The KLF llevó la cultura dance al mundo del pop y allanó el camino para la popularidad masiva de artistas de los 90 como The Prodigy o Primal Scream.
Como si esto fuera poco, The KLF se volverían fundadores del ambient house con su disco Chill Out en 1990, ideado para crear una atmósfera post rave. Conocido como “chill culture”, esto atrajo a los melómanos que buscaban concebir a la música como un espacio de relax, fuera de los excesos del éxtasis. Hay que recordar también que Cauty fundó junto a Alex Paterson el otro legendario dúo The Orb, antes de volver con Drummond a producir Chill Out y el sucesor The White Room de 1991.
El manual para crear hits
En 1988, The KLF publican y difunden una guía sobre cómo crear éxitos pop titulado The Manual (How to Have a Number One the Easy Way). Las reglas de oro del libro son:
A. La canción tendrá un ritmo de baile que se ejecutará hasta el final de la misma.
B. La canción no debe durar más de 3:30 minutos, en lo posible, 3 minutos con 20 segundos.
C. Debe constar de una introducción, un primer verso, un primer estribillo, un segundo verso, un segundo estribillo, una sección de corte, de nuevo un estribillo el doble de largo, y el coda final.
D. La letra debe ser lo más minimalista posible.
Una de las primeras agrupaciones en seguir las reglas serían los austríacos Edelweiss, quienes lograron su único éxito comercial con “Bring Me Edelweiss“, sampleando la base de “SOS” de ABBA.
Periodistas en una ceremonia pagana
Sea en sus entrevistas con la prensa a través del Ford Timelord, o la ropa ceremonial que usaban en sus actuaciones televisivas, The KLF era una lección constante de situacionismo artístico.
Hacia fines del verano de 1991, tras estar más de un año en los principales puestos de los charts británicos y estadounidenses, decidieron romper su manto de silencio con los medios. Invitaron a treinta periodistas a la isla de Islay, frente a la costa oeste de Escocia, que luego fueron transportados en ferry a la isla de Jura, que no contaba con aeropuerto.
Cuando llegaron ahí, Drummond y Cauty, disfrazados de patrulla de frontera, sellaron el pasaporte de todos los periodistas con el logo de The KLF. Más tarde, hicieron vestir a todos los periodistas de ropa ceremonial y los invitaron a un ritual pagano en el que Drummond habló con un lenguaje inteligible, mientras Cauty pasaba música a todo volumen. El ritual terminó con la quema de un hombre de mimbre.
Un sonido en constante crecimiento
Las diferentes etapas que el dúo atravesó se reflejó en la evolución de sus canciones, muchas de ellas con diferentes versiones que daban cuenta de esta mutación. Tracks como “Last Train to Trancentral” o los mencionados “What Time is Love?” y “3AM Eternal”, van desde el trance hasta llegar al stadium house, como puede verse reflejado en sus discos disponibles desde 2017 en YouTube y plataformas de streaming (durante más de dos décadas, el dúo hizo desaparecer todo su catálogo de internet).
Para comprender mejor el proceso de la banda, es indispensable escuchar la versión de su disco The White Room que tiene un arte de tapa blanco con dos parlantes en forma de T; en cambio, la versión con un arte de tapa violeta es más bailable y menos conceptual que la visión original del álbum, que además guarda una sinergia con la road movie del mismo título.
Entre el pop y la experimentación
“Kylie Said to Jason” es quizás la mejor canción de la banda, alcanzando niveles de house de estilo balearic beat que solo sería igualado por bandas como Pet Shop Boys en “So Hard” o New Order en “Round and Round“.
Sin embargo, este track no fue de preferencia dentro del circuito de raves, y solo alcanzó el puesto 103 del ranking británico. Una muestra de la extraña contradicción dentro de The KLF, que podían conjurar gemas pop pero solo alcanzaban el éxito a través de la experimentación.
Country electrónico
“Justified & Ancient”, el cuarto y último single de The KLF que llegaría a los rankings de Reino Unido y Estados Unidos, logró unir los mundos de la música country y el house electrónico. El dúo había comenzado a trabajar en la canción tras su disco debut destruido por el conflicto con ABBA, y apareció primero en su sucesor The White Room, con vocales de Black Steel.
Más tarde, el dúo convocó a la cantante estadounidense de country Tammy Wynette, ya que Drummond tenía una obsesión por el género (el uso de steel guitars en el disco Chill Out había sido su idea). El track además incluiría samples de “Voodoo Child (Slight Return)” de Jimi Hendrix. El hilarante final de esta anécdota llegaría durante la filmación del video, cuando Drummond se dio cuenta que había confundido a Wynette con Dolly Parton.
Discos que se sienten como viajes
Con cada álbum, The KLF proponía un nuevo rumbo posible para la música. En Chill Out, al cruzar elementos del house, el country, el soul de los samples de Elvis Presley y Fleetwood Mac, y otros sonidos sampleados de Van Halen y State 808, la banda daba cuenta de un universo entre utópico y relajado, como quedó expresado en canciones como “Madrugada Eterna“. Esto hizo de Chill Out una suerte de Autobahn -el icónico disco de Kraftwerk– pero del siglo XXI, que incluía el sonido del paso de autos, pájaros y otros efectos de movimiento.
En The White Room, el dúo propuso un viaje distinto, al cruzar el góspel y el soul con la música house. Canciones como “Church of The KLF” tratan de un sonido post trance y más cercano a lo orgánico de la música negra del sur de los Estados Unidos.
Un caótico final
El cenit de la disputa interna de The KLF entre lo comercial y lo contracultural se vivió en la entrega de los Brit Awards de 1992. Totalmente decepcionados por la industria que los había adoptado y amado, el dúo decidió sabotear su actuación en la entrega de premios. Entre varias ideas, consideraron cortarse una mano en vivo, vaciar baldes de sangre a los asistentes de la primera fila, o incluso tirar una oveja muerta al público.
Finalmente, el dúo se presentó con la banda de hardcore punk Extreme Noise Terror para tocar una versión caótica de “3AM Eternal” con metralletas de mentira y anunciar por los parlantes que “The KLF ha dejado oficialmente el negocio de al música”. Pese a esto, ganaron el premio a “Mejor banda”, estatuilla que decidieron enterrar en Stonehenge, solo para ser encontrada un año más tarde por un granjero y cuando se las quizo devolver le pidieron que la enterrasen más profundo esta vez.
A partir de ese momento, el dúo se ocupó de retirar todos los discos de su catálogo y pasaron a ser recordados solamente como la banda que había quemado el millón y medio de libras esterlinas. Dos generaciones enteras crecieron sin saber bien qué era The KLF, hasta que finalmente en 2017 comenzaron a subir su catálogo y videos al internet. Tal vez la buena noticia sea que las futuras generaciones van a poder conocer la música de The KLF e inspirarse en su historia de vanguardismo antisistema y arte contracultural.