Confío, y estoy casi seguro, en que el público que lee este sitio regularmente es más de escuchar discos completos que un shuffle constante (no quiero con esto desestimar al shuffle igual porque a veces es necesario y es igual de buen amigo). Con esa premisa, sabemos también que hay discos en los que nos tienta pasar alguna canción, porque si bien el disco está bueno, qué se yo, pinta pasar por alto determinada canción que no nos cierra del todo. Te puede pasar con cualquier disco. Pero con el disco homónimo de los Stone Roses apuesto a que no. Es uno de esos discos “redondos” (valga la redundancia), perfecto de principio a fin.
Corría 1989 y en Manchester todo era sobre el éxtasis. The Smiths se había separado recientemente y New Order entraba en sus años finales, por lo que había un hueco importante en la música alternativa. Las denominadas “raves” se multiplicaban al mismo tiempo que el éxtasis se volvía más y más fácil de conseguir, permitiendo que, bajo su efecto, la música se vuelva más sobre los sonidos y los sentidos. Y justamente ahí es donde nace The Stone Roses, inmersos en la escena pero con el factor diferenciador de que no se enfocaban sólo en la música, como sus primos hermanos Happy Mondays.
The Stone Roses, a todo esto, se formó en 1983 con Ian Brown en voces, John Squire en guitarras, Mani al bajo (que se fue un año antes de la disolución del grupo, que tuvo lugar en 1996) y Reni en la batería. Una formación que trataba de desvincularse del Madchester pero que no hubo caso. La etiqueta geográfica y la psicodelia de la música ya era suficiente para que la prensa los encasille en el género. Pero después de editar varios singles en distintos sellos, en 1988 se juntan con el productor John Leckie, quien había trabajado con Pink Floyd en Meddle, y así conciben el disco seminal del madchester: The Stone Roses, lanzado finalmente un día como hoy pero de 1989, al mismo tiempo que en las tapas de los periódicos se reportaba la muerte de 600 personas en un reclamo social en India.
El primer encuentro con un disco (al menos cuando uno va a la disquería) es su arte de tapa. The Stone Roses presenta, como en casi todos los lanzamientos de la banda, una pintura del mismo Squire, quien se inspiró en los disturbios de París de mayo de 1968, donde los que protestaban usaban los limones como antídoto del gas lacrimógeno que usaban para reprender. Esta obra de Squire se titula “Bye Bye Badman”, que también es una canción que viene en el disco, inspirada por los mismos hechos históricos.
Entonces, comienza la música y la alquimia. La larga introducción de “I Wanna Be Adored” nos pone ansiosos, con ese collage de sonidos con el que empieza, al que luego se le suma el bajo de Mani y comienzan cada uno a aportar lo suyo. Hasta que entra la voz de Ian Brown con todo un statement: “I don’t have to sell my soul / He’s already in me / I don’t need to sell my soul / He’s already in me / I wanna be adored.”. No nos olvidemos que estamos a fines de los ’80, principios de los ’90, y todo el mundo quiere ser famoso y llegar a ese status. En fin, con ese título, sabemos que estamos ante una banda que quiere llevarse el mundo por delante. Las cosas se ponen más madchester en “She Bangs The Drums”, que les dio el primer número 1 en las radios del Reino Unido, lo que a su vez le dio un poco más de reconocimiento en el país y en Estados Unidos, donde se preparaban para reeditar este disco unos meses después.
Le sigue “Elephant Stone”, que es una canción que fue agregada en su edición norteamericana (originalmente fue uno de los singles editados antes del LP), pero seguramente es la edición que hoy todos conocemos. Producida por Peter Hook de New Order, el ritmo no deja de subir (¡!) y se convierte en todo un hit. A propósito, Ian Brown dijo alguna vez que ellos eran sólo una banda rítmica con un pastiche folk de por medio. En “Waterfall” se entregan por completo a la experimentación, a base de una energía e imaginación que hacen que terminado este track comience “Don’t Stop”, que es la misma “Waterfall” pero al revés, por supuesto con una letra adaptada. Un experimento magnífico que podría haber salido mal, pero sin embargo se convirtió en toda una impronta de la banda.
El estribillo y el verso final de “Bye Bye Badman” es un éxtasis en sí mismo. Como toda banda alternativa británica, van a tener problemas con la monarquía y cualquier movimiento político relacionado a él, plasmando su visión en esta canción y en la que le sigue, “Elizabeth My Dear”. La hermosa y dulce “(Song For My) Sugar Spun Sister” es una creación que realmente los pone en otro pedestal que el resto de las bandas de Manchester de la época. Nadie estaba haciendo canciones así, tan aptas para un viaje psicodélico pero también para ir conduciendo totalmente sobrio en el auto de papá un domingo a la tarde.
“Made Of Stone” es otro de los temas principales de este disco, que fue publicado también como sencillo y escaló algunas posiciones en los rankings de esos días. Tiempo después, Squire declaró que esta canción es sobre pedir un deseo y verlo hacerse realidad. “Shoot You Down” es la prueba de que para hacer una canción de amor no hay que ponerse cursis y melosos: la violencia, en su punto justo, puede ser muy romántico también.
La parte final del disco comienza con “This Is The One”, una de esas canciones que a pesar de haberla escuchado miles de veces, te sigue poniendo la piel de gallina, desde el tranquilo comienzo hasta que explota todo en los últimos minutos. Una canción absolutamente de estadio. El viaje toma su curva final con las largas, pero bien medidas, “I Am The Resurrection” (que originalmente cerraba el disco con su outro de 4 minutos) y “Fools Gold” (añadida también en una reedición norteamericana por ser el mayor hito comercial de la banda a pesar de sus casi 10 minutos de duración).
El legado de este disco es inmesurable, y sobre todo en el movimiento británico que vino después: el brit-pop. The Stone Roses editó el sucesor, Second Coming, en 1994 y se separó en el ’96. Los rumores de un tercer álbum tras su reunión del 2011 volvieron a aparecer (e incluso en algún momento ellos lo confirmaron), ¿pero quién lo necesita? The Stone Roses, el disco, es de esos discos épicos, atemporales, pero que a su vez atesoran el espíritu de toda una época.
Hoy, es su aniversario número 25, por lo que vamos de nuevo por el play a estas maravillosas trece canciones, químicamente alteradas por las drogas pero comandadas a la perfección por Squire y Brown. Nunca es exagerado, más bien siempre esencial decir que es la fundación del madchester, y por qué no, del britpop también.
The Stone Roses – The Stone Roses
1989 – Silvertone Records
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01. I Wanna Be Adored
02. She Bangs The Drums
03. Elephant Stone
04. Waterfall
05. Don’t Stop
06. Bye Bye Badman
07. Elizabeth My Dear
08. (Song For My) Sugar Spun Stister
09. Made Of Stone
10. Shoot You Down
11. This Is The One
12. I Am The Resurrection
13. Fools Gold