El universo editorial argentino tiene motivos para celebrar. En un contexto de sobreproducción tecnológica, imprevisibilidad económica y aumento del costo del papel, la industria demostró versatilidad para continuar publicando títulos disruptivos que movilizaron librerías y bibliotecas, e incluso inspiraron la creación de nuevas editoriales en pleno 2022. Por eso llegan noticias sobre escritoras argentinas reconocidas en Estados Unidos y Europa, donde las escogen para ser traducidas o para filmar películas con sus historias.
Este 2022 se dio varios lujos: premiar autores para que publiquen su primera novela o compilar décadas de la obra de otras; reconocer facetas inéditas de escritores conocidos o despedir en la vanguardia a un posible Nobel de Literatura. Indie Hoy seleccionó diez libros argentinos publicados este año, para recordar los motivos que tenemos para brindar.
Camila Sosa Villada – Soy una tonta por quererte
Tusquets Editores
Hay que disfrutar ser contemporáneos del momento prolífico de Camila Sosa Villada, una de las escritoras más atrevidas y disruptivas que se encuentran escribiendo en castellano en este momento. Soy una tonta por quererte conjuga la esencia de su obra publicada y la efectiviza en forma de nueve relatos transgéneros e inclasificables que se empoderan de todas las instituciones que la oprimieron, para tomarse revancha de lo católico, lo cis, lo pulcro y lo cheto.
La autora jadea en cada oración. Respira anhelosa a partir de la magia de la realidad oculta y devela la naturaleza de las figuras fantásticas que se pasean por las calles. Honra con crudeza la coreografía de la noche cuando no quedan luces, las proezas de los cuerpos para atravesar la supervivencia, y, principalmente, el compañerismo para resistir a una urbanidad salvaje. Una vez más, Sosa Villada demuestra que los relatos verborrágicos de lo popular y provinciano pueden convertirse en literatura best seller.
Cristian Alarcón – El tercer paraíso
Alfaguara
La ficción del yo y las consecuencias de la pandemia han tenido y tendrán muchos encuentros, pero si el autor es Cristian Alarcón difícilmente nos encontremos con un relato propuesto desde lo estándar. Los espasmos del recuerdo de su propia biografía se alternan con el espectro de una realidad que exagera, para florecer con la vitalidad de su reencuentro con las infinitas posibilidades de la botánica. En el cuidado de las plantas halló una puerta hacia un pasado más sereno, una mejor compañía en la soledad, un universo que lo desafía pero no lo apura: todo lo que Buenos Aires no puede darle.
Ganadora del Premio Novela de Alfaguara, El tercer paraíso de Alarcón está hecho de la nostalgia a su infancia, pero también de la esperanza que lo entusiasma al pasar de la adultez a la madurez, disfrutando su oasis terrenal acompañado por la vida de sus cultivos y la luminosidad de ver a un hijo crecer. Cronista anfibio, poeta de la performance, sensible político: el autor se vuelca a sí mismo por completo en su primera novela y revaloriza el género autobiográfico, para insinuar que las tragedias de la infancia y la violencia que devienen de los prejuicios ocurren y ocurrirán, pero ese no es motivo para no tener una fiesta.
Esteban Buch y Abel Gilbert – Escuchar Malvinas
Gourmet Musical
¿Cómo se oía música durante la guerra? Ese fue el punto de partida de Esteban Buch y Abel Gilbert, melómanos y divulgadores del vínculo entre música y política, para convocar a otros ocho periodistas especializados que giran un bolillero de preguntas, en clave de gestión y producción artística, sobre uno de los hechos más paradigmáticos de nuestro siglo XX. Escuchar Malvinas detalla cómo las canciones tomaron la dimensión de armas para la supervivencia en las trincheras y para la penetración frente a otros de los conflictos que se vivían en suelo argentino: la censura y el hastío contra la dictadura militar.
Desde la estrategia mediática para resguardar el regreso de Mercedes Sosa, hasta las composiciones explosivas de Charly García y los debates artísticos por el Festival de Solidaridad Latinoamericana, este ensayo investiga un universo de acontecimientos reconocibles desde una perspectiva inédita: ¿de qué manera la guerra, que precipitó el regreso de la democracia, también provocó la celeridad en la renovación del panorama musical argentino? Gourmet Musical, uno de los tantos sellos nacionales obsesionados con que escuchemos más allá del sonido, intentó imprimir el ritmo frenético en el que sonaban las melodías durante los dos meses más intensos de nuestra breve historia. Porque tras el manto de una neblina de cuarenta años, el mar continúa azul y los montes se nievan blancos.
Malén Denis – Isla de metal
Concreto
“Será que ese es el modo en el que escribo poesía, sin entender pero tirando del hilo natural de la basura divina y el entusiasmo”, define Malén Denis en el prólogo y anticipa: la poesía para ella es un instinto para refugiarse en lo que todavía la estimula. Por eso escribió llorando, escribió para jugar un rato, escribió en su exilio, escribió en su zona de confort. Escribió sin parar durante diez años en los que publicó cuatro tomos poéticos que, junto a versos inéditos, le terminaron de dar forma a esta edición de más de 400 páginas que jerarquizan a la palabra escrita como principal resguardo de la existencia.
En Isla de metal confluyen los relatos de toda una generación sub 40: la fragilidad de las incertezas, el aspecto previsible de la insatisfacción, el agotamiento de un alcoholismo insaciable y el inamovible desánimo que ocasiona el desamor. Sus palabras abren nuestras propias heridas, porque en el filo de su mirada se esclarecen las obsesiones que conservamos ocultas. Tener cerca la obra de Malén Denis se vuelve fundamental porque desnuda cómo crecen sus inseguridades con el paso del tiempo y no reniega del anhelo artístico de su principal satisfacción: convertirse en la poesía que escribió.
Marcelo Cohen – Llanto verde
Sigilo
Llanto verde es un ejemplo concreto de la experiencia inmersiva que ofrece la literatura. Desde la primera oración (“Esto sucede en la época de la piedad absoluta por todas las criaturas”) Marcelo Cohen nos presenta un universo ajeno pero consolidado con reglas antiespecistas, seres surreales, palabras inventadas y hasta nuevas modalidades cambiarias. Allí ingresa el lector que, con el paso de las páginas, va descubriendo cómo una sociedad organizada desde una presunta igualdad recurre a tradiciones de opresión y resistencia.
La autonomía de cada uno de los once cuentos son solo una excusa que utiliza el autor para experimentar géneros y navegar por el submundo que enmarca su obra en las últimas décadas, un archipiélago de islas que fluyen en el río y respira en el monte o en edificios de ciencia ficción. Sus personajes son lunáticos que se referencian con pasiones y penas del cotidiano, oscilando entre las vulgaridades escatológicas y los aforismos vitales. El hilo de la historia se diluye y a veces regresa, pero en el vértigo de las escenas se explicita la audacia de un metarrelato que abstrae al mismo tiempo que interpela. Por eso es cada vez más divertido leer a Cohen: en su madurez, se deja llevar por lo que le pide la narrativa y explora todas las dimensiones de la tradición literaria argentina.
Marina Closs – La despoblación
Blatt & Ríos
En el monte norteño, una comunidad vive con total orden: reina Dios, las mujeres crían, los varones trabajan con su fuerza y los niños juegan. ¿Qué pasaría, si entre misioneros españoles y bandoleros portugueses, irrumpe un mesías? Corrompiendo los parámetros de la tradicional novela histórica, Marina Closs vuelve a proponernos una novela que transparenta el diálogo de las almas en su soledad y en su encuentro con una tierra vigorosa de vida.
El coro de voces termina por maquetar todo el ruido que acompaña la vida rural en el siglo XVIII que, aunque monótona y frágil, desborda de poética en los colores de la naturaleza y la imprevisibilidad de la acción animal. Todo es ilimitado, salvo por las prohibiciones bíblicas, que entran en disputa con la espiritualidad selvática y la ambición colonialista. Closs logra abordar este marco estructural y, en simultáneo, reflejar los más profundos dolores de los que son contados como excentricidad por el snobismo porteño. Descomponiendo la construcción de “lo provinciano” y dotando a sus personajes de una deseosa mirada hacia el futuro, esta autora continúa consolidándose como una de las voces más necesarias de una nueva generación de escritores argentinos.
Marina Mariasch – La pequeña compañía
Caleta Olivia
Veinticinco años escribiendo por la pulsión del ánimo y sin importar qué pueden opinar los demás: así construyó su carrera narrativa Marina Mariasch. La pequeña compañía reúne dos décadas y media de sus poemas, que dispersos expresaban una insurrección léxica y emotiva pero, compilados, constituyen la certeza de que en cada página la poesía está ocurriendo.
Mariasch provoca, incomoda y arriesga desde la semiótica pero también desde la sensibilidad social. Observa lo cotidiano y encuentra las palabras de lo desgarrador; corta el aire con versos y rimas; musicaliza la intimidad de la catarsis. Estas poesías exploran lo doloroso en la arbitrariedad de las reglas que nos imponemos, pero sobrevive porque existen alivios que aún permanecen ocultos, para conmoverse por la profunda devoción que le tiene a los gestos de amor ajenos. Construye, de esa forma, una poesía empoderada de los formatos y las exigencias, que se dedica a percibir para continuar palpitando.
Noé Jitrik – Un círculo
InterZona
Para hacer literatura, hay que estar dispuesto a vivir para ella. De pocas personas se puede decir eso; uno de ellas es Noé Jitrik. Como parte de una generación que privilegió las connotaciones políticas del arte comprometido con su contexto, este escritor, crítico y poeta nos dejó a los 94 años, pero su incansable necesidad de probar las posibilidades de la narración le permitió presentar una última novela en el 2022: Un círculo.
Como una catarsis lírica, configurada por el onirismo de las formas de los sueños donde permite ingresar referencias a lecturas clásicas y noticias de coyuntura, el autor plantea una historia signada por la parálisis de la paranoia. Entre la amenaza que representa el exterior y la desconfianza de un hogar lleno de trampas, el relato se moviliza progresivamente a través de enfocar las gestualidades que manifiestan las connotaciones químicas que toma la soledad. Permanentemente en vanguardia, Jitrik teje una atmósfera absurda que expresa, rompiendo los clichés, que él siempre se mantendrá joven en su literatura.
Roberto Chuit Roganovich – Quiebra el álamo
Ediciones Futurock
En su primera novela publicada, el escritor cordobés Roberto Chuit Roganovich irrumpe desde el costumbrismo gótico que, como asegura Luis Chitarroni en la contratapa, “tiene un alto grado de vanguardia”. Ganadora del premio Futurock de Novela de este año, Quiebra el álamo apuesta por una narración coral que contiene la potencia de los refranes, el despliegue del guion cinematográfico y el debate existencial de quienes no pueden pretender más que una muerte digna.
“El negro es absoluto” es la primera línea de la novela, que conservara ese clima de letargo para ensombrecer la distopía de una cotidianidad de pueblo signada por el misticismo del chisme, el diente por diente y la imposibilidad de los sueños. El autor desenvuelve con solvencia los climas de su rompecabezas narrativo, desde la cadencia del embole de la siesta rural hasta los diálogos de un apriete delictivo, consolidando una historia que exhibe las disputas de los hombres por sentirse Dios o ser uno con la tierra en la que viven.
Tomás Balmaceda, Miriam De Paoli y Juan Marenco – Cultura de la influencia
Marea
Hace diez años nadie hablaba de influencers. Hoy es la aspiración laboral de niños en el primario, de cuarentones profesionales y de artistas de todo tipo. ¿Cómo aparecieron estas figuras, que marcan la agenda política, cultural y hasta culinaria? Tomás Balmaceda es filósofo, Miriam De Paoli es influencer y Juan Marenco es director de una agencia de marketing: sus miradas confluyen para analizar el crecimiento de la figura del influencer en medio de una crisis de confianza de los medios de comunicación, las marcas y los partidos políticos.
Avalados por la presunta horizontalidad que gozan con sus seguidores, los creadores de contenidos juegan las reglas que la digitalidad les ofrece para generar influencia, una manera seductora y aparentemente transparente de convencer sin tener que presionar. A partir de allí se configuran elementos que se repiten en todas las figuras públicas: la exaltación personal, la cancelación de toda contradicción y la obsesión por la viralidad. Las revoluciones son solo individuales y están mediadas por una mirada que continúa replicando valores de hegemonía occidental. Allí radica el valor de Cultura de la influencia, que renueva el análisis de los efectos de la penetración de la virtualidad en la intimidad y detalla cómo el nuevo rostro de la sociedad se parece cada vez más a un emoticón.