Como a muchos amantes del rock, al periodista y escritor Walter Lezcano lo sedujo la trilogía de El Mató a un Policía Motorizado. Particularmente se enganchó con las letras de la banda: le despertaban imágenes mentales muy fuertes y diversas. Un día se preguntó si las letras podrían sobrevivir sin la música y comenzó a pasarlas al papel. El resultado de este experimento lo atrajo tanto que decidió armar un libro. Escribió un relato sobre su relación sentimental con la banda, estructuró las letras en forma de poemas y realizó una extensa entrevista a Santiago Motorizado, que se sumó al proyecto aportando ilustraciones inéditas. Así nació La ruta del sol, que se publicó originalmente en 2011.
La editorial Gourmet Musical acaba de reeditar una versión aumentada de este libro que busca retratar el universo personal que la banda platense creó con sus tres EPs canónicos: Navidad de reserva (2005), Un millón de euros (2006) y Día de los muertos (2008). En La ruta del sol, Walter Lezcano abre nuevas puertas de entrada para pensar la trilogía y pone sobre la mesa los distintos elementos que Él Mató supo conjugar para crear una de las obras más significativas que dió el rock argentino post-Cromañón.
El libro tiene una estructura particular: al igual que la trilogía está formada por tres partes que conforman un todo. ¿Esto fue azaroso o siempre estuvo en tu cabeza construirlo de esta manera?
Fue azaroso cómo encontramos el formato. Al principio fue muy caótico el proceso, pero a medida que avanzamos nos dimos cuenta que esa tenía que ser la estructura, teníamos que respetar la cuestión tripartita. Al principio costó encontrarla, pero una vez que la definimos todas las piezas encajaron bien en ese formato.
¿Cómo fue pensada y armada esta reedición?
Lo que quisimos hacer con esta reedición fue aceitar mejor el artefacto. Escribí un ensayo llamado “La tercera posición” que sumamos en la primera parte del libro. También incorporamos fotos y flyers. Y por último agrandamos la entrevista del final incorporando las voces de todos los chicos de la banda. En la primera edición solo estaba entrevistado Santi, pero cuando el libro comenzó a circular me pareció que faltaba el testimonio del resto. Porque a medida que los fui conociendo, que fui teniendo una relación con ellos, me di cuenta que si bien el Santi compone todas las canciones y construye el universo pictórico y gráfico de la banda, todos aportan. Es innegable que son una banda, eso es importante que lo sepamos y lo entendamos: cada uno hace su aporte esencial.
En la primer parte del libro, en el ensayo, afirmás que El Mató construyó una tercera posición en el rock nacional post-Cromañón. ¿Qué características tiene este camino que construyeron?
En ese momento había ciertas influencias externas que no estaban presentes en el rock nacional: las bandas del sello Matador, la escena de los Strokes en Estados Unidos o el sonido del krautrock. Ellos pudieron metabolizar eso, pudieron fagocitar las influencias foráneas para darle vida a algo puramente nacional y argentino, sin ser rolingas y sin querer ser bestias pop. Creo que esa es la tercera posición de ellos.
Además de un sonido nuevo, ¿que aportó El Mató al rock post-Cromañón desde esta tercera posición?
El Mató es una banda del siglo XXI, comienza su carrera en la época de la masificación de internet, del derrumbe de las discográficas y de la caída de un sistema de estrellato del rock. Ellos, por su forma de ser a nivel humano, ayudaron a derribar el protocolo de la estrella de rock argentina, esta cuestión de amar a la persona por sobre la obra, como si el artista fuera una especie de semidiós. Ellos rompieron con eso. Se relacionan con el público se da manera horizontal. Además no educan a su público diciéndoles qué escuchar, qué películas ver, etc. Sino que comparten con su público gustos en común.
Y por otro lado, las letras de El Mató pueden generar sentidos muy diversos. Ellos con sus letras no están yendo a lo fácil ni buscan golpes de efecto. Abren el sentido o tiran muchos sentidos posibles. “Chica Rutera” es un caso concreto: “Chica rutera, espero que vuelvas”. Parece imposible que una letra así pueda tener tanta belleza e intensidad. Incluso parece que dice más de lo que realmente enuncia. Ese espejismo que produce la banda con sus letras no estaba antes. Nuestro rock está apoyado sobre grandes y farragosas letras: Spinetta, Charly, Litto Nebbia. En cambio, El Mató buscó atomizar sentido en pocas significantes y abrió significados enormes en la mente de los oyentes. Eso, por lo menos en el siglo XXI, no estaba en el rock nacional.
Es muy interesante el análisis que hacés de la trilogía como una obra de arte pop. Porque uno tiende a pensar los LP como discos conceptuales. ¿Qué elementos construyeron esta obra?
Primero, hay una continuidad sobre la idea de trabajar en discos que tengan temáticas. Hicieron tres, no es que se coparon con uno tipo La Biblia o The Dark Side of the Moon. Por otra parte ellos trabajan con materiales icónicos que no son tan habituales en el rock de acá: las influencias cinematográficas son innegables, también trabajan con elementos que provienen de la pintura y hasta de la historieta. Es decir, ellos incluyen en el rock, elementos que están casi siempre por fuera del rock. Una de las obras más conocida de Warhol es la sopa Campbell, es decir, el metió adentro del sistema del arte algo que estaba por afuera de este sistema. Lo que hizo Él Mató al incluir dentro de la canción rock estos elementos es darle otro status, otro posicionamiento a esos elementos. Y creo que eso configura un movimiento artístico: generar un desplazamiento del sentido. Es como Duchamp poniendo el mingitorio en una galería de arte. Ese tipo de movimientos hacen que algo que puede ser natural tenga otra trascendencia. Ellos hablan de una fiesta tradicional como la Navidad como si fuera una película de guerra. Ese tipo de operaciones hacen que el LP tome otra trascendencia o relevancia. Yo creo que esas son las clases de actitudes que hacen de la trilogía una obra de arte pop. Ellos nombran mucho a Warhol y a otra gente con ese tipo de valentía para tomar esos riesgos. Por eso creo que la independía fue tan importante en ellos, no había nadie que les dijera cómo moverse o que hacer..
En la segunda parte del libro, las letras están organizadas en forma de poemas. ¿Por qué decidiste mostrarlas de esta manera?
Expuestas sobre el papel, sin la música, las letras abren nuevos sentidos. Hay letras que me fueron pidiendo que jugara con el espacio de la página, por eso algunas tienen tamaños de tipografía distintos, o a otras les agregué varias vocales. Busqué igualar la experiencia que a mí me generaban estas letras, que tiene que ver con algo mántrico. Cuando las empezás a leer te metés en una zona no ordinaria de la vida, podés romper cierta relación espacio-tiempo e ingresar en otro lugar. Eso es lo que yo quería lograr poniendo las letras en el papel, por eso el juego con la poesía.
La tercer parte del libro es una larga entrevista a los miembros de la banda. ¿Cómo trabajaste esa entrevista? ¿Qué te interesaba conocer de boca de ellos?
Me planteé esta pregunta que vos me hacés: ¿qué tipo de declaración quiero tener? Pero como es un libro y no me interesaba saber nada en términos de novedad, fui a que ellos me dieran lo que tuvieran ganas, a que me contaran lo que ellos quisieran, a tratar de pasar un tiempo con ellos y que surgiera una charla interesante. Por ahí si tuve alguna intención fue que no tuvieran puesto el cassette, pero por suerte no lo tienen. A medida que fueron hablando y cada uno fue contando sus experiencias vitales con la música, con la banda y grabando cada uno de los discos, te vas dando cuenta la diferencia entre una banda y un cantante acompañado de una banda. Y El Mató es una banda, cada uno hizo su aporte al territorio que construyeron. Y a la vez también te asombra la humildad con la que toman lo groso que hacen.
¿Qué descubriste de El Mató mientras escribías el libro?
Tanto en la primera edición como en esta encontré lo mismo: hay un misterio de la creación que solo lo tiene el creador, nadie más puede llegar ahí. Y cuando digo creador me refiero a toda la banda. Lo que nosotros podemos hacer, a los que nos gusta indagar, es acercarnos un poco, pero siempre hay una parte nebulosa. Y ahí es donde entra la intuición o la imaginación. En ese sentido las dos ediciones del libro tienen la misma esencia, cada lector tendrá que ir descubriendo si puede o no develar el misterio de la creación. Pero creo que es un trabajo hermoso, una aventura increíble: tratar de entender como algo que nos conmueve se concibió y por qué. Creo que por eso se escriben los libros de rock.
¿Por eso escribiste este libro?
Claro. En general todo lo que hacés es para conocerte a vos. Uno quiere preguntarle todo a este tipo de personas para tratar de entender por qué te gustó su obra, por qué te movilizó o por qué te ayudó a seguir viviendo. Incluso porque te inspiró, ¿qué viste ahí? Escribir un libro de rock es tratar de entender de dónde venís.
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Walter Lezcano recomienda:
Recomiendo el disco Is This It de The Strokes. Cuando salió ese disco estábamos en plena crisis del 2001 en Argentina y para mí está muy relacionado con ese momento. Todo el país estaba por el piso y ese disco me sacó de esa realidad, me dió la posibilidad de pensar en otra cosa. Pero no en un sentido de evasión, sino que me permitió pensar en un futuro, me dió una perspectiva de futuro. Y mi canción favorita de ese disco es “Hard to Explain“.