MARIANA DOCAMPO
Este año no leí muchas cosas nuevas, más bien volví sobre lecturas clásicas. Tuve muy cerca el precioso libro de Paul Valéry “Degas danza dibujo”, por ejemplo, y cuentos de Akutagawa y Salinger que doy siempre en mis talleres. Entre las novedades de este año, disfruté mucho de “Subrayados” de María Moreno y del libro de poemas “Paisaje alrededor” de Paula Jiménez. También me interesó “Perder Pie”, un libro todavía inédito de Ana Ojeda, que explora el género de la no ficción.
Acabo de terminar con las últimas correcciones de una novela llamada “V”, sobre un personaje múltiple. El libro comienza en el momento en el que el personaje adquiere la consciencia de que es una y muchos a la vez. Es una novela breve, que podría pensarse dentro de la ciencia ficción, pero con algunas particularidades.
MARIANA KOZODIJ
Algunos de los libros que más me gustaron fueron: “La débil mental” de Adriana Harwicz; “El alúd” de Esteban Castromán; “Chicas muertas” de Selva Almada entre otros.
Actualmente estoy por publicar un cuento para una colección del Ministerio de Cultura de Nación y sigo trabajando en mi novela “Chocotorta“.
MAURO LO COCCO
Leí “150 gramos”, de Carlos Martín Eguía; “Intimidad del mundo” de Cecilia Eraso y “La mansedumbre del pez”, de Carolina Massola, entre los libros de poemas de este año.
Soy mucho más lector de filosofía, así que durante el año me aboqué a releer “Estancias de agamben” y “El concepto diagrama” de Deleuze.
El Tao lo leo casi todos los días.
Leí también “Los papeles perdidos” de Vicente Macoff.
En la escritura, estoy trabajando en mi nuevo libro, que se llama “Mi sabiduría es arruinarla“.
Ah, y disfruté mucho la lectura de “Tu rito”, de Pablo Gabo Moreno, un golazo.
Tuve tres mudanzas así que no fue un año muy afín a la lectura y escritura.
MICHEL NIEVA
“Cuadernos de Lengua y Literatura VIII” de Mario Ortiz. No es el mejor de la serie pero confirma a Ortiz como uno de los pocos autores argentinos actuales con un proyecto original y una voz propia. También destaco la publicación de la “Poesía Reunida (2014-2006)” de Fernando Bogado y la reedición de “De los montoneros a los anarquistas” de David Viñas.
En enero de este año me fui a repetir el viaje que hizo Mansilla cuando escribió “Una excursión a los indios ranqueles” y ahora estoy escribiendo una novela sobre esa experiencia.
MIGUEL ZEBALLOS
En estos días estoy re-leyendo “Esculpir en el tiempo”, una edición muy linda que adquirimos en Otra lluvia, la mejor librería de la ciudad.
Por otra parte, lo mejor de este año debe haber sido el reestreno de las obras completas de el Conde Lutremont, y descubrí autores que no conocía como Quignard, Marcos Miquelez, Tálata Rodriguez y Lila Siegrist.
NATALIA ZITO
Trayectos en libro
Diciembre 2013. Los días consisten en envolver platos, vasos y objetos de fortuita utilidad con papel de diario. Me la paso llenando cajas y poniendo etiquetas que nunca llegan a nombrar todo. Mudarse es seguir el recorrido. Llevo un año escribiendo una novela surcada por preguntas sobre la sexualidad y los efectos de meter algo inmenso en un solo cuerpo. En medio de las cajas, me atropella otra novela. Tengo que dejar de escribir la anterior, para escribir ésta y luego poder seguir con la primera. Le abro espacio a la notebook en medio del caos y me siento a escribir esta nueva historia que brota de mi mudanza, donde los personajes están fuera de sus cajas y no existe las cosas en su lugar.
Marzo 2014. Arranco grupo de estudio. Los psicoanalistas solemos juntarnos a estudiar y darle todavía más vueltas a las palabras. Primera propuesta de lectura: “El espectador emancipado“, de Jacques Rancière, editado por Manantial. Rancière es un filósofo francés que dice cosas como que el maestro ignora lo que enseña y que justamente ahí reside su capacidad de enseñar. Habla de la emancipación intelectual y critica a los maestros ocupados en perpetuar la asimetría con el alumno. Ideas que desarrolló con una magnífica claridad en un libro anterior llamado “El maestro ignorante“, editado por Libros del Zorzal. En “El espectador emancipado” avanza todavía más y las aplica al arte especialmente escénico. Entonces dice cosas como: “El teatro es el lugar en el que una acción es llevada a su realización por unos cuerpos en movimiento frente a otros cuerpos vivientes que deben ser movilizados”. Devoro el libro entero y arranco el año con ganas de enseñar. No sé adónde voy, pero la confianza me lleva. Escribo un capítulo en el que una mujer asesina un acolchado.
Agosto 2014. Ha pasado mucha agua bajo el puente. Agua del mismo caño. Me voy de vacaciones. El dilema de siempre: no llevar libros de más. Logro elegir tres para un viaje de nueve días donde tengo mucho por conocer. Entre ellos, “Turistas“, de Hebe Uhart. Voy a lo seguro. “Turistas” es un libro de cuentos. Trayectos, personajes que se mueven, que se quieren mover. “Excursión larga” es el cuento que más disfruto. Un relato sobre el mundo de los paseos turísticos, esos ratos de certezas sin fundamento: a la de rulos le caigo bien, las de allá me odian, se ríen porque me pongo demasiado protector solar, el guía me trata con más confianza que mis parientes. “Turistas” es un libro para llevar de viaje. Escribo un capítulo sobre los zapatos que no ayudan a caminar.
Diciembre 2014. Se presenta “Furgón“, nouvelle de Ariel Bermani, uno de los dos libros con los que Paisanita Editora decide redoblar la apuesta. Siempre digo que con Bermani aprendí la economía de la prosa. Cada vez que borro una oración, me acuerdo de él y le agradezco mentalmente. “Furgón” es una oda a la economía. Ritmo y humor. Los personajes van a algún lado, quieren ir o aceptan que lo que importa es el trayecto. Es el vector lo que construye el destino. En “Furgón“, como en “Turistas“, los personajes se mueven. “Furgón” se interpone en la lectura de “Historia de Roque Rey“, de Ricardo Romero, novela editada recientemente por Eterna Cadencia. Se hace un lugarcito como quien, en la fila del súper, le pide al del chango repleto de adelante, que lo deje pasar porque sólo lleva un vino. “Historia de Roque Rey” tiene poco más de quinientas páginas que avanzan con fluida cadencia. También habla de travesías, de personajes que están en un lugar y de pronto comienzan a caminar hacia otro, sin saber dónde lleva el camino pero la certeza de recorrerlo. Está por terminar el año. Escribo un capítulo de fuego que deglute muebles viejos. Lo que importa es el recorrido.
NICOLÁS ALABARCES
1. “Rabia“, Sergio Bizzio. InterZona, 2011
2. “¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?“, Michel Nieva. Santiago Arcos Editor, 2013
3. “76“, Félix Bruzzone. Momofuku, 2014
4. “El asesino de chanchos”, Luciano Lamberti. Ed. Nudista, 2014
5. “Sexybondi“, Washington Cucurto. InterZona, 2012
Y, aunque creo que la clave ensayística no entra, ya que estamos te paso un par de ensayos muy buenos, por las dudas:
6. “¿Una política sin clases? El postmarxismo y su legado“, de Ellen Meiksins Wood. CEICS-Ediciones ryr, 2013
7. “El cine del diablo“, Jean Epstein. Cactus, 2014
PABLO CARAMELO
De las lecturas del año, destaco un par que me resultaron muy estimulantes y correctivas, en coincidencia con el tiempo de escritura escénica de mi espectáculo “La vida compartida“. Por un lado, “Pensamientos verticales” de Morton Feldman (Caja negra) y por el otro, “Filosofía a través de la música” de Gustavo Trifiló (Ediciones de las tres lagunas). También releí con más detenimiento a Joseph Brodsky, un poeta majestuoso. Y no quiero olvidarme de la satisfacción de haber descubierto la revista Hablar de poesía, tan dramáticamente clásica en su combate contra la insignificancia. Por estos días, trabajo en un nuevo texto teatral sobre el periodismo y, de vez en cuando, reviso un nuevo libro de poemas que ya parece casi listo y ojalá pueda editar pronto.
RAMIRO SANCHIZ
“Moby Dick“. Era una lectura de esas que se llevan años debiendo; después de una serie de coincidencias (me tocaban libros para reseñar que hablaban de ballenas, cosas así) decidí meterme de lleno. Pasé poco menos de una semana con una traducción y salí completamente fascinado. Es la Gran Novela, de eso no puede caber duda alguna.
“El momento de debilidad“, de Bob Chow. Fascinante Pynchon a escala 1/144. La mejor novela argentina del 2014 en mi opinión.
“Cómo escribir sin obstáculos“, de Francisco Cascallares. Es de 2013 pero llegó a mis manos este año. De los mejores cuentos rioplatenses que he leído últimamente; la lógica narrativa de Cascallares es única.
Todas las novelas de William Gibson menos la última. Lectura para un artículo publicado en Montevideo. Había leído la mitad, más o menos, y aproveché para recorrer todo (“The Peripheral“, la última, será mi primera lectura de 2015). Mis favoritas: “Mona Lisa Overdrive“, “Idoru“, “Pattern Recognition“. No sé si en ese orden.
“Matufia“, de Rodolfo Santullo, y “A veces tarda, casi nunca llega“, de Pedro Peña. Van juntas porque son dos policiales publicados en la misma colección de novela negra (Cosecha Roja, de Estuario Editora); lo mejor que han escrito sus autores hasta la fecha y novelas sumamente disfrutables.
“Leviatán o la ballena“, de Philip Hoare. Hermoso ensayo sobre la “historia cultural” de las ballenas, desde la narrativa hasta el arte plástico, desde “Moby Dick” hasta la historia de la caza de ballenas en el siglo XX. Imprescindible.
“Fiebre de guerra“, de J.G.Ballard. El último libro de cuentos del autor de “La exhibición de atrocidades“. Quizá no sea el mejor, pero incluye un fuerte candidato a “el mejor cuento de Ballard”, “Memorias de la era espacial”.
“A year in the linear city“, de Paul Di Filippo. Una de las mejores novelas cortas de la ciencia ficción de la primera década del siglo XXI.
“Primavera ninja“, Luis Orani. Divertidísima novela sobre el rock de los 90s, entre otras cosas.
“The Spectral Link“, de Thomas Ligotti. El esperado regreso de Ligotti, con dos cuentos largos tan extraños e inquietantes como su producción más conocida.
“Encantado“, de Amir Hamed. Un delicioso y breve ensayo/ficción sobre los vampiros y las hadas en la cultura occidental.
“Telegraph Avenue“, de Michael Chabon. Bellísima novela del autor de “El sindicato de policía Yiddish“.
En la pila por leer, quizá antes de fin de año:
“Skagboys“, de Irvine Welsh; “Cómete a ti mismo“, de Nicolás Mendez; “De kenchas, perdularios y otros malvivientes“, de Los Hermanos Loayza; “La banda de la tenaza“, de Edward Abbey.
En el momento estoy escribiendo una novela. Es una ucronía en la que la 2ª guerra mundial terminó con un intercambio nuclear masivo, que devastó el hemisferio norte y cambió el clima del hemisferio sur durante dos décadas. Tras este “paréntesis” –algo así como poner la civilización en pausa– la historia de la ciencia y la cultura que nos es familiar (o una muy parecida) se reanuda en la década de 1980 en el Río de la Plata, en Sudáfrica y en Australia, y el protagonista recurrente de mis relatos –Federico Stahl– aparece como una suerte de Bob Dylan y algo más. Pero muere –a los 27 años, por supuesto– en 2005, aunque empieza a crecer el rumor de esa muerte fue una mentira. La protagonista de la novela empieza a buscar indicios sólidos acerca de la verdadera condición de Federico Stahl, y se ve metida en una especie de enredo dentro de otro enredo dentro de otro enredo, involucrando alucinógenos poderosos e inteligencias artificiales que intentan comunicarse con la mente colectiva de la humanidad. Algo así como La subasta del lote 49 + Ubik. Había escrito una versión de este tema (sin la protagonista y su peripecia) a comienzos de 2013, pero sentí que tenía que reescribirla, y en el proceso de hacerlo preferí escribir un relato diferente ambientado en la misma historia alternativa.
ROSINA LOZECO
Libros que leí este año:
-“Al rayo del sol”, Fernando Callero, Ivan Rosado.
Es la obra reunida de Fer, es un libro hermoso desde las tapas hasta las tripas, además de que no alcanza con leerlo una sola vez.
-“Paterson. Libro V.”, William Carlos Williams, Luz Mala, Edición Bilingüe, Traducción de Matías Moscardi. La traducción es fiel y cálida, y la edición es hermosa la verdad. Pocas obras tan lindas hay en ediciones bilingües.
-“Ambulancia Improvisada”, Julia Enriquez, EMR
Julia sabe cómo hacer para ser genial y lo hace, Ambulancia es un libro pequeño que encierra una banda de posibilidades, tiene una sensibilidad que ya se dejaba entrever en Nuevas Pesadillas y en este se siente con fuerza, un estilo propio que me encanta.
-“Burma”, Mae Yway, Editorial Gigante
Está escrito en un español raro porque Mae Yway –si existe- vive en Birmania y la tradujo una chica que también es extranjera si mal no recuerdo. Hay un chico, un deporte, costumbres también que se sienten extrañas. Exótico y atractivo, por llamarlo de alguna manera
-“Un pequeño mundo enfermo”, Julian Joven, La Bola Editora
Es un solo poema que se lee de principio a fin con una fluidez que hay que destacar, con un lenguaje sencillo que se mezcla con el campo y la imagen de la muerte que está pero no está, es hermoso, está construido de una manera envidiable, es el libro que más me gustó leer este año.
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Yo estoy trabajando en un libro que trato de terminar desde julio más o menos, y en una plaqueta que podría salir el año que viene y, aunque recién estoy con eso, me gusta mucho la idea y estoy entusiasmada. También con un grupo de poetas amigos de Santa Fe estamos dándole vida a La Chochan, que es un espacio de lectura y creación muy lindo, organizamos algunas lecturas de trasnoche, la idea es seguir con los eventos y algunos proyectos que están latentes todavía pero que van cobrando firmeza.
YAMILA BEGNÉ
Tres de mi 2014
-“Cómo escribir sin obstáculos“, de Francisco Cascallares (Pánico el Pánico, 2013)
-“Informe de ectoplasma animal“, de Roque Larraquy y Diego Ontivero (Eterna Cadencia, 2014)
-“Cómo usar un cuchillo“, de Fernanda García Lao (Entropía, 2013)
Estoy trabajando, principalmente, en dos proyectos: una novela sobre un planeta enano y su satélite, por un lado, y un libro de cuentos sobre Jean-Jacques Rousseau, por el otro. Y, además, en un libro de relatos muy cortos: “Unidad de ilusión“.