Hace unos meses comenzamos con esta idea de enlistar los 50 mejores discos de cada década que pasó. Comenzamos con la de los ’60, en la que el debut de la Velvet Underground se llevaba el trono. Esta semana comenzamos con la década siguiente: la de los ’70. El estallido punk a cada orilla del Atlántico fue el protagonista de la época pero en estos 50 elegidos escucharemos de todo.
La lista fue confeccionada por todo el equipo de IndieHoy, así que seguramente habrá discos que falten, discos que pienses que deberían estar más arriba o más abajo, y todos esos caprichos que vienen luego del capricho inicial: hacer una lista. El lunes comenzamos con las posiciones del 50 al 41, liberándose 10 discos por día, hasta el viernes. Si hacés clic en las tapas de los discos, podés escucharlos en Spotify (en el caso de que estén disponibles).
Textos por:
Rodrigo Piedra
Adrián Rocha
Agustina Checa
Diego Álvarez Rex
Florencia Garrido
Julieta Aiello
Barto Armentano
Daniela Álvarez
Mariano Rosales
Zezé Fashhmor
Santiago Scauso
Ismael Viñoly
50. Roxy Music – Country Life
1974 – Island / Polydor
Escuchar en Spotify
Stranded (1973, Island / Polydor) había dejado la vara muy alta, pero con Country Life Roxy Music se instala como uno de los más grandes exponentes del art-rock británico de la época, ya sin Brian Eno en sus filas pero con la maestría de Bryan Ferry como nunca: la Rolling Stone consideraba a Stranded y Country Life, álbumes que salieron con un año de diferencia, como “el zénit del art rock británico contemporáneo”, por su consistencia y su originalidad. El art-rock y el glam se unen desde el gran opener “The Thrill of It All” y se extiende hasta el décimo y último tema, “Prairie Rose”. En el medio, el desarrollo estilístico y sonoro se nota en las letras y en las texturas de cada una de las canciones.
R.P.
49. Can – Future Days
1973 – United Artists
El futurismo de Future Days de Can se ubica entre el krautrock y el “ambient” amigable y pionero de su música luminosa. Editado durante el verano alemán de 1973 la banda concibió un disco de fina factura, en donde la totalidad predomina por sobre las partes. Si bien cuenta con “Moonshake” (el “hit”), comienza con “Future Days” y termina en “Bel Air“, pero parece que solo una larga canción de 40 minutos hubiese transcurrido entre medio. Can sentó bases en Future Days: en lo que respecta a lo técnico elevando el estatus de un efecto como el delay al de un instrumento y en lo compositivo achicando el universo melódico en virtud de la atmósferas que se producen repitiendo sonidos. La banda alemana dio cátedra dentro de la historia del rock y, de Radiohead a Tame Impala, pasando por Brian Eno, son ejemplos de alumnos que, posteriormente, fundarían sus propias escuelas.
I.V.
48. Serge Gainsbourg – Histoire de Melody Nelson
1971 – Philips
Histoire de Melody Nelson, sucesor del épico Je t’aime… moi non plus (1969, Fontana Records), es un pequeño disco del eterno provocador francés Serge Gainsbourg que contando con la participación de su más reciente amor Jane Birkin y con la ayuda en los arreglos orquestales de Jean-Claude Vannier, logra armar una joya musical cuyo culto ha ido creciendo con el paso de los años: este cuento musical de índole nabokoviano tiene un fondo musical de sonido rock psicodélico con un bajo hipnótico, que logró influenciar artistas diversos como Air, Pulp, Beck, entre otros. En el arte de tapa podemos vislumbrar a una joven lolita protagonizada por Jane Birkin y si miras en sus pantalones podrás observar que los tiene desabrochados, es que ahí están los primeros meses de gestación de la futura Charlotte Gainsbourg. La obra se complementa con un corto inspirado en ella realizado por Jean-Christophe Averty, míralo aquí.
Z.F.
47. John Lennon – Mind Games
1973 – Apple / EMI
El disco es un impecable cuerpo de música, brillante y variado; “One Day at a Time”, “Aisumasen (I’m Sorry)” y “You Are Here”, canciones del amor más puro, directos temas de protesta cómo “Only People” y “Bring on the Lucie (Freda Peeple)”, y puro rock n’ roll cómo “Meat City”, “Intuition” y “Tight A$”. La portada, diseñada por el mismo Lennon, se trata de una representación simbólica de cómo John se alejaba de la influencia de Yoko (que era del tamaño de una montaña), ya que por esa época habían anunciado su (temporal) rompimiento. Si hubo un disco que fungiera como el paso definitivo a la cordura y paz interna de John fue Mind Games.
D.A.R.
46. Kraftwerk – Radio Activity
1975 – King Klang / EMI / Capitol
La innovación que introdujo Kraftwerk en la música popular aún hoy no tiene quién le haga sombra. Se trata de un trabajo científico y minucioso, que se aparta un poco de la impronta del rock. Pero lo tremendamente original es que esa distanciación sucede dentro de la misma cultura pop, y es en esa fisura cultural donde la obra del grupo alemán se convierte en la más importante de la historia de la música popular del siglo XX. Pensemos, por un momento, en músicos que tienen que crear sus propias guitarras, calibrar y definir su afinación y el tipo de sonoridades, es decir, crearlas; construir también sus equipos y los matices del sonido de cada amplificador. Ese trabajo que comúnmente suelen hacerlo los técnicos -que en su mayoría no son músicos-, en Kraftwerk, fue simultáneo. Esto es: crear música y sonidos propios al mismo tiempo. Radio-activity (en alemán “Radio-Aktivität”), publicado en 1975, es un disco extraordinario, porque en él se encuentra al grupo en un momento crucial de su carrera, compositiva y técnicamente, luego de haber publicado cuatro increíbles álbumes (entre ellos, el gran Autobahn).
A.R.
45. Black Sabbath – Paranoid
1970 – Vertigo Records / Warner Bros. Records
Paranoid comienza con el tono de la legendaria guitarra de Tonny Iommi y la voz de vieja bruja de Ozzy Osbourne en “War Pigs“, canción en la que despotrican contra el siniestro sistema de reclutamiento, del que los jóvenes de la clase trabajadora eran/son y serán víctimas. Porque Sabbath es eso, Sabbath es pueblo. De un experimento de cuatro muchachos de la clase trabajadora de Birmingham, que sin querer, en un juego lúdico que involucró sonoridades vanguardistas (la guitarra afinada varios tonos más abajo), crítica social, introspección y películas de terror: de la mano de Paranoid el metal entró en los rankings. Se trata de metal en “slow motion”, pues tocarlo más lento les permitió exorcizar los demonios de la banda oriunda de la fábrica del mundo. La base del disco entero oscila entre las piruetas de batería de Ward (con destellos jazzísticos, como en “Rat Salad“) y el movimiento rígido e hipnótico del bajista Geezer Butler. El disco finaliza con “Fairies Wear Boots“: final apoteósico para un disco inmenso.
I.V.
44. Neu! – Neu!
1971 – Brain Records
El debut homónimo de Neu! fue la primera grabación que sus integrantes, Michael Rother y Klaus Dinger, realizaron luego de abandonar su anterior banda, Kraftwerk, en 1971. Las grabaciones del disco comenzaron en diciembre de ese año y duraron cuatro días, fue producido por Konrad Plank (quien ya había colaborado con Rother y Klaus en Kraftwerk) y fue lanzado en 1972. Atmósferas ambient e industriales, guitarras rugosas y la inclusión del motorik (ritmo característico de la escena de aquél entonces) son los elementos que predominan en el disco. La duración de los temas no baja de los cuatro minutos e incluso algunos de ellos superan los diez, como es el caso de “Hallogallo”. “Sounderangebot” parece salida del soundtrack de una película de terror y la transición que se produce entre el final de ésta y “Weissensee” es pura magia.
D.A.
43. Stevie Wonder – Songs in the Key of Life
1976 – Tamla
El disco doble (con un EP adicional) del rey del soul irrumpe en la década de los ’70 con innovaciones musicales, melodías clásicas, grandes baladas románticas y una enorme cuota de groove. Podría decirse que esta enorme obra condensa una buena muestra de la carrera de uno de los músicos más virtuosos y conmovedores de la historia. El disco contiene las alegres “Sir Duke” y “Isn’t She Lovely”, la denunciante “Black Man”, las melancólicas “Knocks Me Off My Feet” o “If It’s Magic”.
J.A.
42. Neil Young – Harvest
1972 – Reprise
Siendo el cuarto disco de la carrera de uno de los músicos canadienses más influyentes del rock de todos los tiempos, Harvest es tal cual su cosecha o el clímax musical de Neil Young que no se volvió a repetir hasta la llegada de otros discos como Comes a Time u Old Ways. Y es que el año en que se logró plasmar este disco, de tonos country pero con un rock más intenso, hubo dos hechos importantes en su vida: uno fue el nacimiento de su primer hijo Zeke y en segundo lugar la muerte de su músico Danny Whitten. Esto último lo llevó a un período de creatividad musical pero de resultado oscuro y nada de lo que surgió después superó este número 1 de ventas en los EUA en el año en que vio la luz.
Z.F.
41. Wings – Band on the Run
1973 – Apple
Si alguien pensaba que Paul McCartney no podía tener una carrera prometedora luego de The Beatles, se equivocaba. Con su banda Wings lanza el tercer disco, Band on the Run, un disco compuesto de inolvidables hits, con aires rockeros y melódicos (las hermosas e inconfundibles melodías maccarnianas siguen presentes). El disco arranca con una energía de la que es imposible no contagiarse: el tema que da nombre al disco “Band on the Run” seguido de “Jet”, y luego nos entrega canciones con tono hippie como “Bluebird” y “Mamunia”.
J.A.
40. The Who – Who’s Next
1971 – Track / Decca
Luego del genial Tommy, Pete Townshend planea otra opera rock aún más ambiciosa llamada Lifehouse, pero ese proyecto no llega a realizarse y Townshend termina con una crisis nerviosa. De las cenizas de ese intento, quedan elementos que pasan a formar parte de este nuevo disco, pero ahora sin un hilo conductor definido. Saliéndose de la lógica del album conceptual, la banda le da a cada canción un peso propio y el resultado es brillante. Un disco claro, conciso y directo. Hay hard rock, psicodelia, furia, emoción y electricidad. La introducción definitiva de sintetizadores también le da nuevos matices a la banda, que suena como nunca, completamente cohesionada y llena de energía. Algunos de los mejores resultados pueden escucharse en clásicos como “Baba O’Riley”, “Behind Blue Eyes” y “Won’t Get Fooled Again”.
M.R.
39. David Bowie – Aladdin Sane
1973 – RCA
Pocos artistas han tenido períodos de creación tan intensos, fructíferos e inmediatos como Bowie tuvo a principios de los ‘70, manteniéndose a un nivel realmente alto por casi una década. The Man Who Sold The World, Hunky Dory, Ziggy Stardust y Aladdin Sane, uno por año desde 1970. Claro que el quiebre es Ziggy Stardust pero cuando salió Aladdin Sane, la crítica del momento se dividió. Éste es otro álbum-personaje de la fauna bowieística, concebido en el tour norteamericano de Ziggy Stardust, y esa confusión de bueno pero a la vez destructivo está plasmado en el arte de tapa. Pero si algo nunca se le criticó al Duque fue su infinito sentido de innovación y vanguardia: no iba a hacer un disco similar al anterior, y en Aladdin Sane lo escuchamos más rocker, incursionando además en el jazz y en la música de cabaret, sin nunca dejar de hacer arreglos increíbles.
R.P.
38. Neil Young – After the Gold Rush
1970 – Reprise
Concebido en el contexto de la bohemia hippie de Topanga Canyon, Neil Young escribió y grabó gran parte del sucesor de Everybody Knows This Is Nowhere en el sótano de su casa. Alejándose del rock y la guitarra eléctrica de aquel trabajo, After the Gold Rush resultó ser un espacio de prominencia para la instrumentación acústica del canadiense, donde los solos de minutos fueron mayormente reemplazados por arpegios y melodías de piano de Nils Lofgren. Este álbum surgió como soundtrack para una película que nunca se materializó, pero sí nos da un pantallazo al alma de Young, que nunca estuvo tan expuesta ni emocional como acá, en temas como “Birds” o “Don’t Let It Bring You Down“. Fue la guerra de Vietnam la que sirvió como fuente de preocupación para los problemas sociopolíticos presentes, desde el racismo en “Southern Man” hasta el calentamiento global en “After the Gold Rush“, merecidamente una de las canciones más emblemáticas de Young y de toda la década de los ’70.
B.A.
37. Bruce Springsteen – Born to Run
1975 – Columbia
Amor y escapatoria en los suburbios. Corazones profugos. Nevada en Nueva York. Born To Run es EL álbum del Jefe, es la canción y el momento en que se volvió icono y referencia de toda la honestidad, carisma y entrega del pueblo norteamericano ante inclemencias o temporadas no tan prometedoras. Es el único disco en que algún otro miembro de The E-Street Band aparece en la portada (Clarence ‘Big Man’ Clemons). Historias atemporales, sentimientos e ideales multi-generacionales. Born To Run es un estado de ánimo y un camino hacia la luz, es posiblemente el mejor álbum de Bruce Springsteen sin miedo a decir que es lo mejor que pudo haber dado Norteamérica en toda la década de los setentas.
D.A.R.
36. Kraftwerk – Autobahn
1974 – Philips / Vertigo
Autobahn se ha convertido en un disco de culto. Constituyó el inicio de la música electrónica, comprendida dentro de su fusión con el pop (pero aún perteneciente al krautrock), abriendo un camino de creatividad inconmensurable para las generaciones de músicos venideras. El grupo formado por Ralf Hütter y Florian Schneider, producía con este trabajo un quiebre importante en la cultura pop, ya que el éxito del disco convirtió a Kraftwerk en un puente que conectó las experimentaciones del mundo musical académico con la cultura urbana y el underground.
A.R.
35. The Clash – The Clash
1977 – CBS
Crudo, directo, horriblemente mezclado y un testimonio de lo que era vivir en un edificio abandonado en el Londres de 1977. “White Riot”, “Jeanie Jones” y “London’s Burning” de tan solo ser mencionadas evocan desde microscópicos clubes hasta sudorosas arenas. El primer paso de una de las bandas más grandes y completas no solo del punk, sino de la música británica. El cartón blanco, negro, verde y naranja encierra furia y agresividad, pero a la vez esperanza y la voz de un cambio, bajo un cambiante y progresivo ritmo de caos.
D.A.R.
34. Led Zeppelin – Houses of the Holy
1973 – Atlantic
El quinto album de Zeppelin es aquel que marca una ruptura con los números y los nombres impronunciables. Es uno de los pilares más prominentes de su carrera musical, porque muestra una banda asentada y osada en explorar nuevos matices de su sonido. Que comprenda canciones tan diferentes pero igualmente impactantes como “Dyer Maker”, “No Quarter” o la canción de lluvia más hermosa de todas, hace que se disipen las dudas acerca de su relevancia en esta lista.
A.C.
33. The Modern Lovers – The Modern Lovers
1976 – Beserkley / Rhino
Lo de los Modern Lovers es una historia de dramas con sellos discográficos, como a más de una banda le pasó, y le sigue pasando. Jonathan Richman fundó la banda en el Boston de 1970 y a los pocos meses entraron al estudio. Por no poder decidirse con qué sello grabar, si la Warner Bros. (en la que contarían con la producción de John Cale) o en A&R (con producción de Alan Mason y Robert Appere), grabaron un poco con cada uno, y el álbum tardó cinco años en salir. En este debut es notable la producción de Cale, dándole todo un tono Velvet Underground a la poesía de Richman, que era en cierto punto similar a la de Lou Reed, pero en vez de retratar lo más oscuro de Nueva York, Richman escribía sobre cosas más naive e inocentes. Débilmente etiquetado como proto-rock, dejenmé decirles que acá hay mucho más. Reseña completa.
R.P.
32. Blondie – Parallel Lines
1978 – Chrysalis
Parallel Lines es el tercer y definitivo álbum de Blondie. El debut homónimo está bien, Plastic Letters también, pero con Parallel Lines Debbie Harry y los suyos finalmente alcanzan el suceso comercial y las razones son más que obvias: con “One Way or Another”, “Picture This”, “Sunday Girl” y por supuesto “Heart of Glass” dejan de lado el sonido new-wave para ser una banda netamente pop, y del más exquisito, llegando a editar seis sencillos (de un total de doce canciones). De actuar en el CBGB y ser parte de la escena punk a ser bailada y coreada en discotecas: en Parallel Lines está la confirmación de que si algo fue under en un momento, no hay por qué ser celoso cuando se convierten en mainstream si el producto sigue siendo de alta calidad.
R.P.
31. The Doors – L.A. Woman
1971 – Elektra
L.A. Woman es el sexto y el último disco que Morrison grabó con los Doors por lo que lo convierte en su despedida musical y de Los Angeles, ya que poco tiempo después de las grabaciones, Jim dejaría esa ciudad para irse a París y morir allí tres meses más tarde. Podría decirse que L.A. Woman es una oda al blues, a esos sonidos que tanto influyeron sobre Morrison a lo largo de su niñez y adolescencia pero que nunca había abordado hasta la salida del anterior disco del grupo, Morrison Hotel. Canciones como “The Changeling”, “Cars Hiss by my Window” o la misma “L.A. Woman” son una clara prueba de la devoción que la banda tenía por el blues, de todos modos se atreven a jugar un poco con el pop en “Love Her Madly” y experimentan en “The Wasp (Texas Radio & The Big Beat)” y en la mítica “Riders on the Storm”, sin dejar nunca de lado la poesía surrealista de Morrison.
D.A.
30. Nick Drake – Pink Moon
1972 – Island
Los últimos años de vida de Nick Drake, antes de su sobredosis de antidepresivos, hallaron al cantautor británico sumergido en una depresión clínica, viviendo de nuevo con sus padres, y progresivamente más retraído e incapaz de comunicar o socializar. Es un verdadero acto de generosidad que nos haya dejado Pink Moon antes de partir, donde el músico folk condensó todo su sufrimiento y lo convirtió en un disco pocas veces igualado en términos de belleza, con su voz gentil y sus cuerdas acariciando los oídos y la sensibilidad de cualquiera que decida escucharlo. Para esta obra, Drake se limitó al uso de guitarras acústicas, arpegios y no mucho más. Es un testamento de su enorme talento que con tan pocos recursos haya logrado uno de los albums más bonitos del mundo (aunque sea uno que probablemente termine requiriendo pañuelos descartables durante sus escuchas).
B.A.
29. Wire – Pink Flag
1977 – Harvest
Mientras que el punk asomaba su nariz allá por 1977 con los Pistols o The Clash, Wire se despachaba con Pink Flag que si bien puede ser catalogado como punk, no sonaba demasiado parecido a nada de lo que las bandas de ese género venían ofreciendo hasta ese momento. El disco fue aclamado por la crítica pero no corrió la misma suerte en lo que a ventas se refiere, algo que treinta y siete años después resulta un dato insignificante ya que Pink Flag ejerció una fuerte influencia en sus contemporáneos, desde el hardcore hasta el britpop, pasando por el post-punk y el rock alternativo. Canciones como “12XU” y “Strange” le marcaron el camino a futuras bandas como Black Flag y Sonic Youth respectivamente.
D.A.
28. Pink Floyd – Wish You Were Here
1975 – Harvest / EMI
Sonidos psicodélicos y unas pocas pero extensas canciones irrumpen en los ’70 con el segundo disco de Pink Floyd. El disco abre con una imponente obra maestra “Shine On You Crazy Diamond”, una extensísima canción conceptual. El disco, de pocas pero imponentes canciones, contiene las rarezas vanguardistas propias de la banda con referencias lisérgicas, sociales y a su amigo Syd Barrett. “Welcome to the Machine”, “Have A Cigar” y la bellísima “Wish You Were Here” llevan la fuerte impronta conceptual de Waters y la musical de Gilmour. Un disco tan desopilante como complejo y de lo más influyente en la época.
J.A.
27. The Doors – Morrison Hotel
1970 – Elektra Records
Con perlitas como “Roadhouse Blues” y “Peace Frog“, Morrison Hotel fue el anteúltimo disco de estudio de The Doors. La mayor parte de las canciones fueron escritas por Jim Morrison y en la mayoría de ellas se encuentra muy marcada la influencia del blues pero obviamente sin dejar de lado los tintes psicodélicos como en “Waiting for the Sun“. Se puede decir que es un disco que explora varios sonidos y así como por ejemplo nos lleva por atmósfera algo oscura de “Blue Sunday” o la sensualidad de “The Spy“, también nos pasa por el alegre hammond de “Land Ho!” y el rock de “Queen of the Highway“.
F.G.
26. The Who – Quadrophenia
1973 – Track / MCA
Hay discos que condensan el espíritu de toda una época, de todo un movimiento. Álbumes que se crearon en el meollo de la efervescencia juvenil y por eso llevan consigo la sustancia de esos momentos que, como todo éxtasis, se terminan. Quadrophenia, la ópera rock creada por Pete Townshend y publicada en 1973 como disco doble, fue el álbum distintivo del movimiento mod. Un disco musicalmente bueno pero culturalmente mucho más poderoso.
A.R.
25. Talking Heads – Fear of Music
1979 – Sire
Tras la notoriedad que obtuvieron con More Songs About Buildings and Food, los Talking Heads decidieron derribar convenciones y empujar los límites un poco más con Fear of Music. El resultado de tal experimentación fue la excentricidad que terminaría por volverse luego el rasgo característico de la banda de David Byrne. Desde los beats tribales y los punteos de guitarra de Robert Fripp en el opener “I Zimbra“, el tercer LP de los neoyorquinos es un viaje lleno de insania funk, melodías y hooks inolvidables. No debería sorprender entonces que haya sido producido por el vanguardista Brian Eno. Si bien Fear of Music no termina de alcanzar los momentos más brillantes de Remain in Light, es imposible escuchar un tema como “Life During Wartime” y no permitirle a tus pies que se pongan a bailar.
B.A.
24. David Bowie – Low
1977 – RCA
Reconocido como una de las obras maestras de Bowie, el comienzo de la Trilogía de Berlín marca uno de los giros y reinvenciones más radicales en su carrera. Luego de los excesos de cocaína que acompañaron a Station to Station, Bowie inicia un proceso de reconstrucción y reconección con el mundo, explorando sentimientos de alienación, autodestrucción y melancolía, en un disco que vuelve a expandir los límites de lo que la música popular podía abarcar. Canciones fragmentarias, sintetizadores disonantes, híbridos de pop, rock, electrónica y krautrock, construyen una primer mitad vibrante, enérgica y nerviosa. En la segunda parte, se hace más evidente la colaboración con Brian Eno. La música fluye en composiciones instrumentales donde se imbrica lo artificial con lo orgánico, la angustia y la desolación con la calma y la tranquilidad. Nos transporta a nuevos territorios de experimentación, en los que termina de desplegarse toda la potencia y la profunda belleza que hacen de Low un album fundamental.
M.R.
23. The Beatles – Let It Be
1970 – Apple Records
Pese a que Abbey Road fue grabado antes, Let It Be fue el último trabajo de estudio de The Beatles y vio la luz el 8 de mayo de 1970. Las sesiones de grabación de este álbum fueron un poco turbulentas, con tensiones, cambio de locaciones y varios roces entre los integrantes, por ello fue realizado de una forma particular ya que la mayoría de las canciones no estaban grabadas con toda la banda en simultáneo y en el mismo estudio sino que cada Beatle iba completándolas individualmente. Aunque era notable que la banda ya se estaba desgastando y que las cosas no iban a seguir funcionando como antes, lograron regalarnos temas hermosos como “Two uf Us“, “Dig a Pony” y “The Long and Winding Road” y McCartney, Lennon, Harrison y Starr dieron nacimiento a un disco que todos deberían tener el placer de escuchar.
F.G.
22. The Cure – Three Imaginary Boys
1979 – Fiction Records
Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst eran tres muchachos no tan imaginarios a fines de los 70, cuando se daban a conocer al mundo con este, su disco debut, bajo el nombre: The Cure. Poco podían anticipar la grandeza que luego evocarían esas dos palabras. Three Imaginary Boys, marca la faceta esencialmente post punk de la banda, con canciones simples pero contundentes, que ya evidencian el inmenso potencial de una banda que luego crecería para demoler emociones a su paso.
A.C.
21. Pescado Rabioso – Artaud
1973 – Talent/Microfón
Uno de los discos más influyentes e importantes del rock nacional argentino nace en esta década con una fuerte dosis de surrealismo, con una poesía fascinante y bellas melodías. A partir de este momento se inmortalizan canciones como “Todas la hojas son del viento” y “Bajan”. La complejidad y belleza musical parece regir esta obra magnánima del rock, lo cual queda demostrado en “Cantata de puentes amarillos”, “Cementerio Club” y “Las habladurías del mundo”.
J.A.
20. David Bowie – Hunky Dory
1971 – RCA
Lanzado el 17 de diciembre de 1971 y teniéndolo al mismo Bowie como productor, probablemente sea uno de los discos con el que todos deberían empezar para adentrarse en su obra. Fácil de escuchar y sin muchas pretensiones pero con mucho piano, contiene hits como “Life on Mars” o “Changes” y a pesar de ser catalogado como un álbum pop, juguetea con guitarras rockeras en canciones como “The Supermen” o “Queen Bitch“. Hunky Dory fue el primer álbum que contaba con todos los miembros de la banda que el año siguiente serían los Ziggy Stardust’s Spiders From Mars en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.
F.G.
19. Sex Pistols – Never Mind the Bollocks
1977 – Virgin
Las grabaciones del único disco de estudio de los Pistols fueron bastante caóticas; Sid Vicious tocó el bajo en “Bodies” pero los productores no estaban conformes con sus habilidades musicales por lo que decidieron llamar al ex bajista Glen Matlock quien solo tocaría en “Anarchy in the UK“, ya que abandonó las sesiones luego de que no se llevara a cabo el pago que habían acordado. Finalmente Steve Jones terminaría tocando el bajo en el resto de los tracks. Para aquel entonces A&M Records cancela su contrato con la banda y son rechazados por muchos sellos hasta que Virgin decide contratarlos y lanzar Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols. El resto es historia.
D.A.
18. T-Rex – Electric Warrior
1971 – Fly / Reprise
Electric Warrior es sin dudas el mejor trabajo de T. Rex, y también de Marc Bolan. La influencia que tuvo en el glam rock de David Bowie, Slade y en todo el punk y post-punk es inconmensurable. La arrolladora actitud escénica de Marc Bolan se transforma en puro sonido en este disco de 1971, que inaugura una década dorada del rock. Canciones como “Get It On“, “Cosmic Dancer“, “Girl, “The Motivator“, expresan la nueva sonoridad de aquella época, que posteriormente será llevada a los sitios más elevados por muchísimas bandas que fueron herederas directas de este gran álbum.
A.R.
17. Patti Smith – Horses
1975 – Arista
“Jesús murió por los pecados de alguien, pero no los míos” fue la frase con la que Patti Smith empezó su debut Horses y con la cual decidió presentarse al mundo. Desde el comienzo, ella comanda tu atención y se impone como una presencia que no está para juegos. Salida de la escena under del CBGB de Manhattan, la Madrina del Punk pasó de intelectual feminista a front woman, terminando como inventora de un género entero con su primer y mejor disco. Horses incorporó la poesía de la formación literaria de Smith y le sumó quintas y punteos violentos (con la ayuda de Lenny Kaye y Tom Verlaine de Television), con momentos de jazz y referencias a Rimbaud. El highlight del disco es “Land“, una canción épica de casi diez minutos de duración que haría temblar a los Ramones y a los Sex Pistols. Con Horses, Patti Smith dejó su marca en la historia.
B.A.
16. The Rolling Stones – Sticky Fingers
1971 – Rolling Stones Records
Sticky Fingers fue el primer disco de los Rolling Stones producido por su propio sello discográfico, luego de la ruptura con Decca Records. El álbum sigue la misma línea que su antecesor, Let it Bleed, pero es sin dudas más salvaje y real. Un arrebato al sexo, las drogas y el rock and roll que comienza desde el primer contacto con su controvertida portada, diseñada por Andy Warhol, y continúa incluso con su disco sucesor, Exile on Main St. (1972). Sticky Fingers es el primer álbum que contó con la participación íntegra de Mick Taylor como miembro de los Stones. Además, se incluyó en la contratapa por primera vez el logo de la banda, diseñado por John Pasche. Este es un disco sucio y honesto, considerado por muchos el más rockero de la banda.
S.S.
15. Iggy and the Stooges – Raw Power
1973 – Columbia
Raw Power apareció en febrero del ’73 y fue el tercer y último trabajo de estudio de los Stooges antes de su disolución en 1974. Aunque al principio el álbum pasó algo desapercibido y poco valorado, tiempo después Iggy y compañía convirtieron a Raw Power en uno de los discos que más influencia iba a tener sobre las bandas de punk rock venideras. En poco más de media hora podemos escuchar ocho canciones bien crudas y poderosas como lo indica su nombre. Los clásicos: “Search and Destroy” y “Gimme Danger“. Las que no hay que dejar de escuchar: “Raw Power” y “Shake Appeal“.
F.G.
14. The Rolling Stones – Exile On Main St.
1972 – Rolling Stones Records
En 1974, ocho años después de publicar su disco debut, los Rolling Stones entregarían su 12º disco, doble, y el que cerraría todo un ciclo de rock and roll. La grabación de este disco se dio cuando ya la fuerte adicción a las drogas era de conocimiento público y ellos eran parte del más exclusivo jet-set global. Grabado casi íntegramente en Francia, sus 67 minutos destilan blues, country, gospel en canciones como “Tumbling Dice”, “Sweet Virginia” y casi al final el épico “Shine a Light”. Cierran una etapa que algunos críticos la llaman “la edad dorada” de la banda: es que los Stones nunca volvieron a sonar como en Exile On Main St.
R.P.
13. Joni Mitchell – Blue
1971 – Reprise
Cuenta la leyenda que cuando Joni Mitchell le mostró la versión finalizada de Blue a su amigo Kris Kristofferson, él reaccionó diciendo: “Dios Joni, guárdate algo para vos misma”. El grado de desnudo e intimidad que expuso acá no tenía precedentes: en la hermosa “Little Green“, la canadiense narra sobre cómo la embarazaron en su juventud y tuvo que dejar a su bebé en adopción para que tenga la mejor vida posible – y ese es sólo un tema de diez. Es que este álbum, como el color de su título adelanta, es una colección de tristezas catárticas escritas por Mitchell en pleno pasaje del folk al jazz y del romance a la soltería tras ser abandonada por James Taylor. Entre las afinaciones de guitarras complejas, los cambios de acordes inusuales, las letras personales y la voz angelical de su autora, Blue es uno de los mejores discos de la historia. Y en cuanto a canciones románticas, es difícil encontrar alguna mejor que “River” o “A Case of You“.
B.A.
12. Pink Floyd – The Wall
1979 – Harvest Records / EMI Records
Pocas cosas han sido más impresionantes que el impacto y la repercusión del undécimo disco de Pink Floyd, sin dudas una de las obras más icónicas de este último tiempo. The Wall es el álbum conceptual por excelencia, destroza corazones y reconfigura nuestra manera de aprehender el mundo. La grandeza del disco se complementa con la sublime interpretación audiovisual de Alan Parker y los imponentes shows que lo toman como estandarte. Sin dudas, una obra de arte en todos los sentidos.
A.C.
11. David Bowie – “Heroes”
1977 – RCA
En el segundo album de la Trilogía de Berlín, Bowie regresa con Tony Visconti como productor y la colaboración de Brian Eno, sumando además al lider de King Crimson, Robert Fripp. Tomando la estructura de su anterior trabajo, Low, hay también una primera parte con canciones más “tradicionales” y una segunda mayormente instrumental. Bowie continúa y refina esa línea experimental, con un resultado general que se siente más pulido, menos denso y claustrofóbico. El sonido es más accesible, sin dejar de ser complejo. Aparece también algo del cosmopolitismo de Berlin. Introduce en los pasajes instrumentales sonidos de medio oriente y Japón. Sigue habiendo sintetizadores, guitarras, ritmos pulsantes, extrañeza, claridad y oscuridad. Pero “Heroes” termina de brillar con luz propia especialmente en la canción que da título al disco. En esos seis minutos se fusionan los talentos de todos los involucrados y la voz de Bowie termina de impulsar el álbum hacia nuevas fronteras.
M.R.
10. Bob Dylan – Blood On The Tracks
1975 – Columbia
Cada cierto número de álbumes, hay un ‘antes y un después’ cuando se trata de Dylan, pero el caso de Blood on the Tracks va más allá por ser un estándar en su discografía dentro de una década que ofreció clásicos eternos. Lo que se traduce como ‘sangre en las pistas’ es un conjunto de canciones introspectivas meticulosamente arregladas y un punto de referencia para futuras generaciones.
D.A.R.
09. Television – Marquee Moon
1977 – Elektra
Un momento en la música que nadie vio venir, nadie supo clasificar, pero todos reconocieron como hito. Crítica y sequito por igual tuvieron en frente una deconstrucción musical que ofrecía complejos arpegios más terrenales pero poéticas letras en medio de canciones disonantes de dos minutos sobre inhalar pegamento o llamadas telefónicas. Un disco que existe dentro de su propio espacio-tiempo, con su métrica, sus melodías y su propia elocuencia. Ninguna guitarra ha sido la misma desde Marquee Moon. Reseña completa.
D.A.R.
08. Pink Floyd – The Dark Side of the Moon
1973 – Harvest / Capitol
Las limitaciones del lenguaje se hacen evidentes en este tipo de situaciones. No existen palabras suficientes para explicar todo lo que hace a Dark Side of The Moon uno de los discos más importantes de nuestro tiempo. Por más que hablemos de lo hermosas que son sus canciones, lo emotivo que resulta en cada segundo y la fuerza contundente con la que se separa de toda creación previa o posterior, todavía no estaríamos haciendo justicia a la verdadera experimentación del disco. Un regalo invaluable en la vida de todo individuo.
A.C.
07. Led Zeppelin – Led Zeppelin IV
1971 – Atlantic
Uno de los discos más eclécticos e interesantes de la banda que condensa todo el misticismo que los caracteriza. El sonido vintage rockero de los dos primeros temas luego se convertirán en tremendos hits: “Black Dog” y “Rock and Roll“. Los matices que establecen “The Battle of Evermore” y la increíble obra “Stairway to Heaven“, que desde ese momento se inmortaliza como himno hardcore y rockero
J.A.
06. The Clash – London Calling
1979 – CBS Records / Epic Records
Sólo un par de semanas separan este disco de esta lista y la siguiente, ya que vio la luz el 14 de diciembre de 1979. Lo indiscutido es su pertenencia, a esta o cualquier lista que releve discos que marcaron historia. London Calling, es el tercer álbum de The Clash, y es aquel que se convirtió en emblema del legado de Joe Strummer. Al incorporar elementos del rockabilly, ska, reagge en el punk y la consigna de rebeldía, London Calling es el disco más ecléctico de la banda, y sin embargo el más cohesivo. Infaltable en cada momento de la juventud.
A.C.
05. The Velvet Underground – Loaded
1970 – Cotillion / Atlantic
Con Loaded, Lou Reed cierra su etapa con The Velvet Underground. Lanzado tres meses después de que él dejara la banda por las diferencias que hubo en el proceso de mezcla, Loaded estuvo catapultado a naufragar. Su título (“cargado” en español) viene a colación de que el sello Atlantic les pidió un disco “cargado de hits”… su fracaso comercial es toda una contradicción porque en Loaded se encuentran las canciones más accesibles de la banda: “Sweet Jane”, “Rock and Roll”, “New Age”, son temas que van completamente a tono con lo que sonaban en las radios de la época. A menudo se dice que Loaded es el disco menos esencial del catálogo de la Velvet, pero a pesar de las presiones artísticas del sello, Reed se despide a lo grande de su banda. Y además que luego vendría un disco sin Reed, y mejor ni hablar.
R.P.
04. Ramones – Ramones
1976 – Sire / Philips
¿Quién iba a decir que un álbum que fue grabado en tan solo siete días iba a tener tanto impacto en el mundo de la música? Este disco homónimo marcó un antes y un después en el punk rock y con letras inspiradas en alguna que otra chica, la playa y su surf, la marginalidad del momento y algo de política, los Ramones fueron clave para muchos artistas que se conocen actualmente. Con canciones que apenas pasan los dos minutos, la banda se caracterizó por la rapidez de sus composiciones sin dejar de lado a los temas melosos y más romanticones como “I Wanna Be your Boyfriend” o los más alegres como “Let’s Dance“. ¿Mis favoritos? “Today your Love, Tomorrow the World“, “Chainsaw” y “Havanna Affair“.
F.G.
03. David Bowie – The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars
1972 – RCA
Existe un tipo de mixtura que consiste en ser vanguardia y mainstream al mismo tiempo. Es una construcción antes que un don, y muy pocos la lograron, ya que es casi una “regla artística” que la naturaleza de cada creador se incline por una de esas dos tendencias. David Bowie es la excepción que confirma esa regla: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars fue el álbum que catapultó a la fama al compositor británico, transformándose en una de las más importantes obras de la historia del rock. Publicado en 1972, Ziggy Stardust tuvo una muy buena recepción y se convirtió no sólo en el disco por excelencia del glam rock, sino también en un trabajo de culto que marcó a diferentes y brillantes compositores: desde Morrissey a Trent Reznor; desde Joy Division a Pulp, como así también a muchas bandas del primigenio indie rock de los ‘70, principalmente las de postpunk y new wave. La originalidad de este inmenso trabajo de Bowie radica en conseguir fusionar las influencias de Scott Walker, Lou Reed y Marc Bolan, tres artistas que definieron la impronta estética y musical del camaleón.
A.R.
02. Lou Reed – Transformer
1972 – RCA
Si alguien estuvo inmerso en la locura del “under” de New York de los ‘70, fue Lou Reed. Perdido en una adicción a la heroína y el vértigo de un mundo tan cambiante, Reed siempre supo canalizar todos sus sentimientos en las fuertes letras que acompañan sus trabajos. Hoy, mucho tiempo pasó de esa realidad sórdida, marginal, corrupta y candente que Transformer relata fervientemente, y aún así no podemos dejar de imaginarla. Y es que así se siente, como un relato de sus andanzas en ese clima tan sombrío y visceral. Con un particular énfasis en los detalles y en la descripción de cada personaje, Reed nos encamina en este viaje por el vertiginoso under neoyorquino, nos invita a “caminar por el lado salvaje”. Reseña completa.
A.C.
01. Joy Division – Unknown Pleasures
1979 – Factory
Unknown Pleasures fue grabado en las sesiones de abril de 1979 y publicado en julio del mismo año bajo la difusión del sello Factory Records, uno de cuyos principales fundadores fue el periodista Tony Wilson. Producido por Martin Hannet, este inmenso trabajo de la banda británica fue el único editado en vida de Ian Curtis, quien se suicidó el 18 de mayo de 1980, convirtiéndose, posteriormente, en una figura mítica del rock y de la poesía maldita del underground.
¿Por qué Unknown Pleasures? Son muchas las razones que hacen de este disco una gran obra. En primer lugar, es necesario identificar que la corriente en la cual se suele ubicar a Joy Division, esa que llamamos postpunk, fue un movimiento de renovación estética dentro de la cultura pop de los años setenta, que pretendía romper con la impronta del rock and roll clásico, ya que tenía aspiraciones más intelectualizadas y una postura crítica respecto de la tradicional cultura rock. Los dilemas existenciales, la marginalidad, la angustia y toda una serie de tópicos propios de la literatura maldita y modernista, fueron tomados por varios artistas pertenecientes a esta nueva corriente, que exponía fervientemente su necesidad de romper con la tradición. Dicha ruptura se expresaba en una búsqueda que priorizaba tanto la densidad de las imágenes como la creación de atmósferas musicales que se fusionaran con ese contenido lírico. No sólo Joy Division, también Gang of Four, Talking Heads, The Fall y The Slits, fueron algunas de las bandas que adoptaron elementos de esas corrientes literarias para transformarlos en música. Influenciados por escritores como William S. Burroughs, Kafka, Dostoievski, Conrad, Beckett, esta generación de creadores erigió una nueva estética conceptual, basada en una inclinación poética que los acercaba más al arte de vanguardia que a la tradicional vertiente del rock crudo. Así lo afirma Simon Reynolds, al señalar que “aquellos años de postpunk que van desde 1978 a 1984 fueron testigos del saqueo sistemático del arte y la literatura modernista del siglo XX. El período postpunk en su conjunto aparece como un intento de recrear virtualmente todas las principales temáticas y técnicas modernistas a través del médium de la música” (véase Simon Reynolds: “Después del rock. Psicodelia, postpunk y otras revoluciones inconclusas”: Postpunk, la revolución inconclusa; pág. 33. Editorial Caja Negra)
Joy Division fue sin dudas la expresión más acababa de esta ruptura, principalmente por el talento de su cantante, un personaje único y de culto. El joven Ian Curtis era un lector compulsivo y voraz. Su condición existencial fue la del poeta maldito; la de quien construyó su propio camino en la tempestad. Más cerca de Kafka que de Burroughs, sus letras fueron efecto de una propia mixtura sensitivo-imaginaria antes que una consecuencia directa de sus lecturas. Difícilmente se podría negar el influjo de J. G. Ballard y de Burroughs en canciones como “Interzone”, tal como lo explicara Jon Savage (véase), pero la atmósfera estremecedora y densa que Curtis supo fundar constituyó sin dudas un logro particular, una obra de arte en sí misma.
Fiel a sus intuiciones, Ian Curtis sorteaba los ambages que implicaba encontrarse entre el texto y la cotidianidad, entre imagen y acción, sintiéndose parte de la obra aún fuera del escenario. Esta vocación literario-corpórea se fundió en una tripartita escenificación artística: cuerpo y voz, letra y música. Representación que reverenció el lugar del cuerpo y de la acción; que exaltó la puesta en escena; la teatralización y estetización de la vida que devino en una política del cuerpo que ya se encontraba expresada en Memorias del subsuelo:
“En mi casa pasaba la mayor parte del tiempo leyendo. Así procuraba apagar bajo impresiones externas lo que hervía constantemente en mí. Las únicas impresiones externas de que disponía había de buscarlas en la lectura. Naturalmente, eran para mí un gran reconfortante: me conmovían, me distraían, me atormentaban. Pero llegaba un momento en que me sentía harto de ellas y experimentaba la necesidad de obrar. Entonces, de golpe y porrazo, me lanzaba al libertinaje, un libertinaje mezquino, nauseabundo, irrisorio y subterráneo”.
Si en Dostoievski y en tantos otros escritores del siglo XIX la necesidad de asumir el protagonismo del cuerpo como política-poética todavía estaba obturada, como ocurrió con Oscar Wilde, quien en la célebre película del glam rock, Velvet Goldmine, fue declarado por el guionista como un ícono pop fuera de tiempo, será entonces en los estetas del rock (Lou Reed, David Bowie, Marc Bolan, Ian Curtis, Morrissey) en quienes se manifestará la realización -en el siglo XX- de esa imposibilidad decimonónica. No caben dudas -y aquí nos lanzamos al contrafactualismo- que Oscar Wilde, Dostoievski, Baudelaire, Rimbaud y muchos más, habrían sido estrellas de rock si hubiesen vivido en la segunda mitad del siglo XX; y es por esta apertura cultural que el genio de Ian Curtis tuvo asidero en y más allá de la música: en la dimensión lírica y corpórea que la escena postpunk introducía, siendo la música un canal; tal como lo señalara Simon Reynolds: un médium.
En segundo lugar, hay que reconocer que Joy Division logró sostener la independencia respecto de la industria musical. Si bien es cierto que su carrera fue muy corta -e ignoramos lo que podría haber sucedido con la banda si Ian Curtis no se quitaba la vida-, nos vemos obligados a “juzgar” su derrotero por el tiempo que duró su existencia. En sus apenas dos –o cuatro- años de vida, dependiendo desde cuándo empecemos a contar (Warsaw se creó entre 1976 y 1977), el grupo siempre optó por conservar su autonomía artística, razón por la cual rechazaron ofertas de productoras como Warner Bros.
Las atmósferas de Joy Divison seguirán evocando al espíritu del abatimiento y de la angustia impasible. Las imágenes de Ian Curtis continuarán susurrando a esa entidad que gobierna las batallas perdidas, que presagia a esas guerras que se hacen letra; porque la poesía es la venganza de las almas que sucumben ante el abismo de sí mismas; es el canto en vida desde la muerte misma:
“The strain’s too much, can’t take much more.
I’ve walked on water, run through fire,
Can’t seem to feel it anymore.It was me, waiting for me,
Hoping for something more,
Me, seeing me this time,
Hoping for something else”
Adrián Rocha
01. Disorder
02. Day of the Lords
03. Candidate
04. Insight
05. New Dawn Fades
06. She’s Lost Control
07. Shadowplay
08. Wilderness
09. Interzone
10. I Remember Nothing