En 1967, en el prestigioso colegio católico San Román, Luis Alberto Spinetta y su mejor amigo Emilio del Guercio se permitieron una última travesura de la secundaria: editar una precaria revista llamada La costra degenerada, una publicación surrealista que contenía noticias inventadas e ilustraciones de sus autores. También tenía frases sueltas de los Beatles y de poetas como Antonin Artaud o André Breton. No hay registro de la publicación, pero se dice que contenía dibujos que acompañarían a Spinetta a lo largo de su vida: peces, árboles, estrellas, caras tristes y autos. La revista llegó a manos del director del colegio e inmediatamente fue ocultada en un cajón de la oficina de dirección. Spinetta y Del Guercio tendrían su revancha en 1969 con la creación de la mítica banda Almendra y su disco homónimo. El álbum quedaría impreso en la memoria de los argentinos y construirá las primeras palabras de una gramática que ahora se conoce como “rock nacional”.
La casa de Spinetta en Núñez fue la base de operaciones para pensar, en palabras de Del Guercio, la música como “un proyecto artesanal”. La banda, integrada también por el guitarrista Edelmiro Molinari y el baterista Rodolfo García comenzó como un grupo de adolescentes intensos que ensayaban cinco horas todos los días. A veces se quedaban hasta tarde y cenaban junto la familia del Flaco, que apoyaban al grupo y hasta sugerían títulos para los temas. En sus descansos los jóvenes discutían sobre filosofía, música, poesía e imaginaban un mundo sin guerras y muertes. La contracultura hippie fue una gran inspiración y también los Beatles: los escuchaban en Modart en la noche, un clásico programa radial de la época liderado por el locutor peruano Pedro Anibal Mansilla.
El 29 de noviembre de 1969 salió a la luz el disco debut Almendra y fue un éxito rotundo: las personas encontraron en las canciones un refugio contra un mundo gris, dividido por tensiones sociales y políticas. Fue considerado el sexto mejor álbum de rock argentino por la revista Rolling Stone en su listado actualizado de 2013 y hasta el día de hoy es recordado por adolescentes, jóvenes y adultos. De la música de Almendra se ha dicho mucho, pero sus aspectos visuales también son memorables: “el hombre de la tapa” fue el personaje icónico que Spinetta dibujó para generar un ida y vuelta entre los oyentes y las canciones del disco.
Un hombre con los ojos y la nariz enormes llora mientras mira al frente con un dejo de arrepentimiento y culpa. Tiene una remera rosa que dice Almendra y que combina con un pañuelo a rayas que le tapa el pelo. Tiene pegada una sopapa negra en la cabeza. Este payaso triste podría representar al “pequeño burgués” que tanto rechazo generaba entre la juventud progresista de finales de los sesenta, o podría ser la caricatura de algún profesor del secundario: era sabido que Spinetta odió su etapa escolar y en vida no dejo de hablar pestes del Instituto San Román. Incluso llegó a bautizar al personaje como “el idiota”.
El payaso generaba un sentido interno en la lectura de las canciones, sumado a los textos de la contratapa: “Muchacha (Ojos de papel)”, “Figuración”, “Plegaria para un niño dormido” y “Que el viento borró tus manos” fueron agrupados como “temas que están en el brillo de la lágrima de mil años que llora el hombre de la tapa”. “Color humano” y “A estos hombre tristes” fueron definidos como “temas que canta el hombre de la tapa desmayado en el vacío”. Finalmente, “Ana no duerme”, “Fermín” y “Laura va” eran los “temas que les cantan los hombres a esa lágrima del hombre de la tapa, atados a su destino”.
El payaso triste podría ser un oficinista que no puede ver más allá de sí mismo, un pobre hombre encerrado en su propia vida que encontraba en la música su única escapatoria. El disco retrata a una Argentina con el espíritu dañado a causa de la dictadura militar de 1966, pero también con esperanza y deseos de cambio (el Cordobazo en mayo de 1969 podría ser una prueba de esto).
La aprobación de la tapa no fue nada fácil. Spinetta llevó un primer borrador a las oficinas de la compañía discográfica RCA y los ejecutivos no estaban a gusto con el diseño. Para ellos, los jóvenes tenían que aprovechar que eran un grupo de varones y que las que compraban más discos en la época eran las mujeres. Una tapa con los chicos como protagonistas era lo más razonable y lo más vendible. Luego de varias discusiones, la discográfica aceptó la propuesta y envió el dibujo al departamento de arte. Días después, dijeron que el dibujo se había perdido y Spinetta, enfurecido, rehizo el dibujo y finalmente quedó para la tapa. En varias entrevistas, Rodolfo García defendió que no era una mera rebelión adolescente y que Spinetta tenía ideas muy claras en relación a la imagen y la venta del disco: “La idea del Flaco era interesante y original. Un fondo blanco, en una estantería donde hay muchos discos, resalta sobre los demás”. El fondo blanco era pensado como un imán para atraer a los oyentes, algo que en la compañía no supieron ver al principio.
Ante todo, “el hombre de la tapa” fue una imagen con la que Almendra le dijo a los argentinos que había algo más allá de la tristeza y que era posible ser feliz rodeados de música, lejos del vacío blanco de la cotidianidad. La letra de “A estos hombres tristes” retrata muy bien el legado del disco: “Una vez vi que no cantabas y no sé por qué/ Si tienes voz, tienes palabras, déjalas caer”.