“Canto sobre emociones con las que es fácil identificarse”, así resume Amaia Romero lo que sale de lo más profundo de su alma. Luego de ganar Operación Triunfo en 2018, la artista española se alzó con una nueva victoria al despuntar el alba de una trayectoria que deslumbró al mundo con la rapidez del relámpago. Dueña de una voz celestial, salió de la sombra del reality televisivo y comenzó expandir sus melodías por medio de una actitud, tan madura como pueril, que hace conectar al oyente al exhibir una emotividad que eriza la piel.
Antes de coronarse en la pantalla pequeña, Amaia ya había conquistado nuestros corazones. Lejos de significar una abundancia de televidentes argentinos del popular concurso, la reputación de la cantante de 24 años empezó a resonar por este lado del mapa al instante que se viralizó un video en que interpretaba en el piano “El mundo extraño” de El Mató a un Policía Motorizado frente a uno de sus colegas. Este suceso casual fue mucho más trascendental de lo que imaginó. Lo que allá encendió el chispazo del factor sorpresa, acá fue la bomba por el fuego que hemos construido.
“Cuando me dijeron que Santiago [Motorizado] iba a venir a España para componer conmigo era algo increíble, imaginate tener al cantante de tu banda preferida trabajando a tu lado”, admite Amaia en conversación con Indie Hoy acerca de su primer trabajo discográfico, Pero no pasa nada (2019), grabado junto al mismísimo cantante de El Mató entre Argentina y Chile. Esos viajes andinos quedaron registrados en Una vuelta al sol (2020), la película documental con la cual fue nominada a un Grammy Latino.
Pasaron más de dos años y llegó el momento del ansiado sucesor. Conformado por una decena de canciones, Cuando no sé quién soy (2022) desdobla la propuesta pop con la participación de Alizzz en la producción. El resultado: un repertorio cálido y revelador en donde se aferra a sus sentimientos y experiencias en historias de romance, caídas y redención. Piezas como “Yo invito”, “Dilo sin hablar” o la folclórica “Yamaguchi” (de la cual estrenó su versión en japonés), entre otras, revelan la sinergia poética entre naturalidad, nostalgia y exposición disipada en las múltiples pinceladas de un retrato crepuscular.
¿A qué clase de sensaciones está ligada la elección del título de tu último álbum, Cuando no sé quién soy?
Esa frase la digo en “Bienvenidos al show”, la primer canción: “Fue una pesadilla, pero ahora me abrazo a ese dolor, que a veces lo bello aparece cuando ya no sé quién soy”. Representa el proceso que he tenido en la creación del disco, esa sensación de no saber por dónde tirar. Si bien tenía claro que quería evolucionar a nivel musical, no sabía hacia dónde ir. Poco a poco en el proceso creativo lo fui descubriendo de una forma natural, se ha ido creando en cada momento. El hecho de no saber quién eres no supone que sea algo negativo, sino todo lo contrario. Puede ser hasta algo positivo, porque esa cuestión ya implica una búsqueda. Pensar de esa forma a mí me tranquilizaba.
Sin embargo, en el disco hay una canción llamada “Pesimista”, ¿qué nos podés decir de ella?
Esa fue una de las primeras canciones que hice del disco. Surgió durante la pandemia cuando todos estábamos encerrados en casas. Justamente porque no soy una persona pesimista, esa canción se llama así. Era una época en la que yo notaba que estaba muy pesimista, pero no por la pandemia, sino que me sentía así a nivel personal. Estaba en un proceso de cambio y conmigo misma, por eso la letra dice eso. La canción habla de pensar en el pasado, ya que también soy una persona muy nostálgica.
Estamos acostumbrados a conocer las obras terminadas pero rara vez vemos el desempeño, el esfuerzo y la voluntad que eso conlleva. Tu carrera se puede leer como la excepción que confirma la regla, ya que esa intimidad artística fue la pieza clave de Operación Triunfo. ¿En qué otros sentidos la nostalgia es una fuente de inspiración?
A mí me encanta la nostalgia. Es verdad que se vio la intimidad en distintos momentos de la Academia, y es algo que valoro un montón por todo lo aprendido. Me considero nostálgica en lo que tiene que ver con la niñez, mi vida en Pamplona, mi familia, soy una persona que le gusta mucho pensar en todo eso que remite a la infancia. No tengo tanto tiempo, pero suelo volver, no tanto como me gustaría, pero cuando vuelvo siempre es precioso y está todo bien. Siento que es un sitio donde nunca va a pasar nada malo, siempre me siento muy en casa. Hay que volver a las raíces de vez en cuando.
Siguiendo por esta línea de añoranza artística, ¿te cuesta revisitar esos sentimientos que quedaron impresos en tus primeras composiciones?
Escucho mucho cuando ya lo he hecho. Ahora que pasó tiempo de la salida del disco y ya estoy en otro momento haciendo música nueva, lo siento como algo que ya ha pasado. Trato de darme el tiempo suficiente para volver a escucharme. No soy de oír las canciones ahora mismo. En esta temporada empecé a escuchar las canciones de mi otro disco, Pero no pasa nada, que lo hice en Argentina junto a Santi Motorizado. Soy de recordar cosas más pasadas, no tanto a corto plazo. Trato de recordarlo mucho, de sentirlo muy parte de mi vida y ser consciente de que eso soy yo.
¿Cómo surgió tu nexo con Santiago Motorizado?
Descubrí a El Mató a un Policía Motorizado cuando tenía 14 o 15 años. Enseguida se convirtió en uno de mis grupos favoritos. Cuando pasó todo lo de Operación Triunfo, yo empecé a trabajar con Primavera Labels, sello español del Primavera Sound, y una de las chicas que trabaja ahí, Natalia Brovedanni, conocía a Santi porque habían ido al instituto juntos. Me acuerdo que el primer día que nos vimos fluyó todo súper bien, hicimos música y de hecho decidió quedarse otra semana en el estudio. Para mí fue un verdadero honor, algo mágico. Y además, salió un disco que me encanta.
En cambio en Cuando no sé quién soy trabajaste la producción con Alizzz, uno de los máximos exponentes del nuevo pop en español reconocido por su trabajo con Rosalía y C. Tangana. ¿Cómo fue ese proceso?
Yo llevaba bastante tiempo sin hacer música. Esto también es una de las cosas que he aprendido: cuando saco música tengo que saber lo que voy a hacer después, porque si no estoy un tiempo bastante confundida. Si bien había arrancado la gira del disco, no estaba trabajando en nada nuevo. Alizzz me contactó para hacer conmigo una colaboración que fue la de “El encuentro”. Al igual que con Santi, hubo mucha conexión tanto a nivel personal como musical. Sentí que era la oportunidad para empezar a hacer el nuevo disco y a él le pareció muy bien. Fue un proceso muy distinto al que tuvimos con Santi, ya partiendo que con Cristian [Alizzz] estábamos los dos en Barcelona y fue una cosa más de ir arreglando los encuentros. Una semana al estudio, otra cada uno desde su casa, luego nos juntábamos otra vez a la semana siguiente. Con Santi fue todo más concentrado, trabajamos primero la composición y luego la producción. En cambio con Cristian se trabajó bastante en paralelo, podíamos enseñarnos las cosas que habíamos hecho y compartir ideas para meternos de lleno en el estudio.
El álbum incluye una versión de “Santos que yo te pinté”, un clásico de Los Planetas. ¿Por qué?
Fue una de las conexiones entre Alizzz y yo. A ambos nos encanta Los Planetas y sentíamos que era una canción que encajaba mucho y me quedaba muy bien cuando la cantaba. Cristian ya tenía una idea de producción hecha del tema y sobre todo a nivel de sonido le daba algo nuevo. Es una de mis favoritas del disco. El álbum necesitaba una canción así, también quería que hubiese una reversión y me pareció que esa era increíble.
Además, hay un par de colaboraciones con artistas muy diferentes entre sí, pero con una energía renovadora que los unifica, ¿qué te llevó a querer trabajar con Aitana y Rojuu?
Me gustaba la idea de que el disco tenga dos colaboraciones que contrastaran entre sí, son perfiles muy diferentes. “La canción que no quiero cantarte” me cuadraba muchísimo para cantarla con Aitana porque me parecía una canción bastante diferente a lo que había hecho yo y también a lo que hizo ella. Me pareció el momento perfecto para colaborar con ella por el pasado que nos une y por la sonoridad que plantea. En cuanto a Rojuu, me parece un artista increíble, lo conocí a partir de su Gallery Session y ya me enamoró. Si bien era una colaboración que cuadraba, también fue sorprendente para nuestros seguidores.
Durante tus shows en Argentina el público pudo apreciar la manera en que desnudás tu alma con las emociones a flor de piel. ¿Cuál es tu perspectiva sobre el escenario al notar los efectos que causan tus canciones?
Mis canciones hablan de emociones que todo el mundo ha vivido en algún momento. Cuando hago música no pienso en si me estoy desnudando mucho, me sale de forma natural, me gusta expresarme. Siempre digo que los conciertos son la parte favorita de mi trabajo. Disfruto muchísimo la conexión con la gente, ver de repente algo especial en sus rostros que te hace entender que todo merece la pena por esos momentos.
Escuchá Cuando no sé quién soy de Amaia en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).