Berlín se ha convertido en décadas recientes en una de las capitales de la vida cultural a nivel global. Su vida nocturna era tan rica hasta antes de la pandemia de COVID-19, cuando clubes como Berghain eran visitados cada fin de semana por turistas de todo el mundo.
Si bien Alemania parece haber superado la primera ola de contagios de esa enfermedad, las autoridades recalcan que es necesario mantener un mínimo de medidas de distanciamiento social para evitar un rebrote masivo. En este contexto tan difícil, muchos bares y discotecas han anunciado su cierre temporal, mientras que otros buscan cómo reinventarse mientras llega una vacuna o un tratamiento eficaz contra el coronavirus.
Según reporta la prensa europea, en el Berghain los artistas Sam Auinger y Hannes Strobl han colocado una instalación sonora con la cual buscan ser otra vez un lugar atractivo en vista de que dicho club ya no funciona como una espacio cerrado de baile. En la mencionada instalación de Auinger y Strobl, también conocidos como el dúo tamtam, “el lugar es un instrumento”: el Berghain ocupa la antigua locación de la empresa eléctrica sueca Vattenfall. La instalación en cuestión puede visitarse entre las 14 y las 20 horas.
Otro local nocturno berlinés que está teniendo una transformación parecida es el Tresor; su dueño Dimitri Hegemann comentó al diario The Wall Street Journal que está convirtiendo el espacio de baile de su negocio en un lugar poblado por vegetación exótica. Su plan es ofrecerle a grupos pequeños de asistentes una experiencia sensorial para “descubrir su yo interior”.
Pese al despliegue de creatividad que han realizado empresarios como los antes mencionados, Lutz Leichsenring, portavoz de la Comisión de Clubes de esa ciudad, reconoce públicamente que actualmente existe una “dependencia del dinero público” para que esta industria siga a flote. En medio de todos estos esfuerzos, se estima que unos 30.000 puestos de trabajo se han visto afectados por esta crisis.