Es sabido que David Bowie fue uno de los músicos más influyentes del siglo pasado. Su trayectoria ha sido tan extensa como completa y no se privó de nada: incursionó en arte, diseño gráfico, música y actuación.
Su carrera como actor comenzó oficialmente con The Man Who Fell to Earth (1976) de Nicolas Roeg y se ha ganado bien merecidos elogios por sus interpretaciones, como en la obra The Elephant Man y films como Labyrinth (1986) y The Prestige (2006) de Christopher Nolan.
Sin embargo, en el año 1984 a Bowie le ofrecieron un rol que podría haber definido su carrera: el villano Max Zorin en A View to a Kill, la decimocuarta película de James Bond, protagonizada por Roger Moore y dirigida por John Glen. Si bien al principio el músico aceptó la oferta, ya que no tenía obligaciones laborales en ese momento, luego cambió de opinión y rechazó el papel. Su explicación fue que “no quería pasar cinco meses viendo a su doble de riesgo caerse de acantilados”.
Finalmente, fue Christopher Walken quien se puso en la piel de Zorin y su performance fue considerada como una de las mejores interpretaciones de villanos de la franquicia Bond. Aun así, siempre quedará la duda de cómo habría sido ver a Bowie en ese rol, colgado de un helicóptero y disparando una lluvia de balas a Roger Moore.