Iniciada la década de los ochenta, la cultura rock comenzaba a sentir un fuerte cambio de paradigma a la hora de representarse en la juventud. La revuelta cultural que pregonó el punk y el advenimiento de las nuevas tecnologías, sumado al descreimiento generalizado de los relatos poderosos sobre los cuales se construyó la sociedad de posguerra, comenzaron a tener una fuerte influencia entre los jóvenes nacidos entre los años cincuenta y sesenta.
Así, el amanecer de la nueva cultura joven iba a estar representada por infinitas masas de adolescentes con predilección por la pista de baile, que construyeron su identidad en los clubes y le cantaban al amor ligero de las discotecas. Esta nueva camada musical consolidó una segunda revolución sonora en la música contemporánea luego del rock and roll de Elvis, en donde los avances tecnológicos y la sociedad post industrial definieron un cambio rotundo de perspectiva a la hora de crear y componer música.
La generación musical de Depeche Mode (con bandas como The Human League y Soft Cell, entre otras) forma parte de una juventud inquieta y en constante contacto con las innovaciones tecnológicas que modificaron los conceptos de producción de estudio y generaron una estética que nada tenía que ver con lo sucedido durante las décadas de los años sesenta y setenta. Así comenzó la denominada “hora cero de la composición musical moderna” que no partía de los tradicionales instrumentos como piano, guitarra y bajo sino de sintetizadores y samplers que rompieron con todo el pasado de la cultura rock.
Oriundos de Basildon, una ciudad gris construida luego de la Segunda Guerra Mundial, los Depeche Mode plasmaron en su disco debut Speak & Spell una obra inmediata y cultural al mismo tiempo. Comandados por Vince Clarke, quien compuso nueve de las once canciones del álbum, la banda apostó a la efectividad de la canción pop que conectaba con la moda y los signos de su tiempo.
Si bien Depeche Mode estaba influenciado por el avant garde sonoro de artistas como Kraftwerk, Gary Numan y la escena de “high energy” de Nueva York, también sentían una gran devoción por la canción pop del motown norteamericano y la invasión británica de los años sesenta. Esto determinó que las composiciones de su debut sean de una belleza simple que relaciona esas armonías y melodías pop de aquellos años con el pulso melódico de los sintetizadores, como si se trataran de una suerte de The Beatles pero anclados en los años ochenta. Canciones como “New Life”, “NoDisco” e incluso su inoxidable hit “Just Can’t Get Enough” suenan inmediatas y enérgicas, como si se trataran de una declaración de principios que representaba a toda una generación de la misma forma que canciones “(I Can’t Get No) Satisfaction” de The Rolling Stones había representado a la generación psicodélica de la década del sesenta.
Otro elemento que diferenció a Depeche Mode de otros artistas contemporáneos es su fuerte equilibrio para adecuar la canción pop con influencias sonoras de vanguardia. En este punto aparece la participación clave de Daniel Miller, padrino del synth pop inglés y director del sello Mute Records, como productor del álbum. Por aquel tiempo, la banda tenía una trayectoria de apenas 19 shows y Miller, aprovechando la inexperiencia que poseían en el estudio, se encargó de plasmar en el disco la energía de sus presentaciones en vivo. Así logró que la electrónica de los sintetizadores se conecten con las formas y matices de la canción pop tradicional.
Miller añadió muy pocos filtros a los presets de sintetizadores que venían utilizando en sus actuaciones en vivo. La raíz sonora del disco sigue una estructura que tiene como instrumento principal al Kawai Synthesizer F100 y la máquina de ritmos Korg Rhythm, un elemento esencial en las bases de todas las canciones del disco. A esto se suma el Yamaha C5, el Arp 2600 y el Roland Jupiter 4 y el secuenciador Roland Microcomposer CM4; todo esto pasado por la máquina de cinta Revox A77, esos gigantescos cabezales de cintas que se pueden ver colgados detrás del escenario de algunos artistas de la época.
La belleza natural del disco consolida la idea de unir al pop con la electrónica a través de las melodías de distintos riffs (escuchar “Boys Say Go!” o “I Sometimes Wish I Was Dead”). Algo que resultó fundamental en Speak & Spell y en toda la carrera de Depeche Mode es que jamás hay un exceso rítmico en sus canciones, sino que el tempo es siempre funcional a las armonías y melodías. Su claridad para investigar diferentes paletas sonoras los ubica en el mismo horizonte creativo que genios del pop y el rock como The Beatles, The Rolling Stones y The Beach Boys.
Un elemento más que sirve para comprender la importancia histórica y artística de Speak & Spell es el contexto de producción del mismo. Desde fines de los setenta, las nuevas tecnologías habían comenzando a cambiar la percepción y las maneras de relacionarse socialmente. Al mismo tiempo, se produjo el hartazgo generalizado de las ideas revolucionarias de los sesenta y setenta que se vio reflejado en las diferentes maneras de apreciar la música, el cine y la moda, las tres artes que por excelencia siempre han sido la mayor influencia a la hora de repensar la cultura rock. Habían pasado ya doce años del mayo francés y la palabra revolución era sinónimo de derrota cultural, por lo que los jóvenes trataban de vivir solo el presente con la pista de baile como instrumento de escape y pasatiempo social.
A partir de esto, la nueva contracultura iba a estar basada únicamente en la confrontación estética y musical, influenciando el lenguaje visual y el sonido tanto de Depeche Mode como de otras bandas de synth pop. Speak & Spell se gesta en un contexto en el que Gran Bretaña y el mundo intentaban huir de sí mismos y su pasado. La épica de los sesenta y el punk había terminado en fracaso y los sujetos sociales comenzaban a tener conciencia de la importancia de lo privado (la figura del “yuppie” reemplaza al “hippie”). Décadas antes del surgimiento de las redes sociales, la formación de la identidad personal y social se buscaba en el encuentro con el otro y en conjunto. Speak & Spell dejaba de lado la radicalidad de sus predecesores punk pero al mismo tiempo propuso una búsqueda artística mayor que ya se sentía desde el post punk y el new wave.
Los ochenta fueron un equilibrio entre el lento envejecimiento cultural de los años sesenta y setenta, y el rápido envejecimiento de la cultura de los años noventa. Speak & Spell formó parte de la última etapa modernista del imaginario de la cultura popular que experimentó a la creatividad desde un discurso romántico y al mismo tiempo innovador, a diferencia de los tiempos presentes donde la mayor parte de la vanguardia cultural está en gran parte determinada por el consumo y el valor del dinero. Desde una perspectiva histórica, constituyó una de las primeras deconstrucciones fuertes de la cultura rock y sus parámetros artísticos. A su vez, romantizó la modernidad de aquellos tiempos a través de lo lúdico a diferencia del juego más melancólico y experimental de otros contemporáneos como The Human League y Soft Cell.
Pero Speak & Spell también simboliza la apertura y cierre de una época de la banda con la posterior partida de Vince Clarke, quién continuaría su éxito componiendo hits junto a Yazoo y Erasure. A partir de entonces, Martin Gore asumiría gran parte de la dirección artística de la banda, lo que provocaría la mutación de Depeche Mode hacia un sonido más oscuro y trágico influenciado por el Berlín de comienzos de los años ochenta. Cuarenta años después, la idea de asociar la modernidad con la adecuada convivencia entre la tecnología y la creatividad siguen plenamente vigentes en Speak & Spell.