El hábito de escuchar música puede tener diferentes efectos en nuestra salud. Desde hace años es sabido que cuando disfrutamos de las canciones de nuestros artistas favoritos se liberan ciertas endorfinas que nos hacen sentir bien y bajan los niveles de estrés de manera rápida y eficaz. Hace un tiempo, salió a la luz un estudio que se enfocaba en los beneficios del rock pesado, pues concluía que los metaleros manejan mejor sus emociones. Y es que al parecer escuchar a bandas tan ruidosas como Metallica, Iron Maiden y Pantera ayuda a las personas a procesar de manera sana sentimientos negativos como la ira y la culpa.
Pues bien, ahora una investigación arroja resultados un tanto sorprendentes respecto de lo poco saludable que pueden resultar los hábitos de alimentación de los fans del metal. El estudio fue compartido por Appetite hace unas semanas y enseguida ocasionó una gran polémica y fue replicado por medios especializados en música como HypeBeast. Un grupo de investigadores de China y Dinamarca fueron los encargados de revisar los posibles efectos del heavy metal y el hard rock en la dieta de más de 215 participantes. Concretamente, los científicos encontraron que la música menos agresiva fomentaba dietas más sanas.
Como parte de este estudio, a cada voluntario se le dio un abanico de opciones de comidas para que eligieran mientras escuchaban diferentes tipos de música. Así, se presentaban dos versiones de la misma canción: una más suave (jazz con piano, a tiempo pausado y en tonos mayores), y otra más agreste (con guitarras eléctricas, baterías pesadas y ritmos veloces). El resultado fue que las personas que escuchaban las melodías más apacibles tendían a escoger alimentos más saludables, mientras que las que tenían de fondo temas más agitados elegían comidas menos recomendables desde lo nutricional.
En consecuencia, se dedujo que existía una “relación causal entre los sonidos más tranquilos y las opciones de alimentos saludables”. Asimismo, el investigador Danni Peng-Li destacó que “por lo general, cuando pensamos en la comida, pensamos en el sabor, el aroma y la vista, pero el sonido ha sido, diría yo, subestimado”.