La obra de Gustavo Cerati se puede recorrer a contrapelo del canon. Su talento y su aplicación al trabajo, su interminable curiosidad y su predisposición a la búsqueda, hacen de su música un paisaje con varias rutas posibles. Una de las más intrincadas, por sus varios desvíos, es la de las colaboraciones con otros artistas.
En dúo, en sociedad autoral, en pie de igualdad o como invitado, el pequeño universo de Gustavo Cerati en roles secundarios (más valdría decir algo corridos de la estelaridad en la que lo pusieron Soda Stereo y su carrera solista) es interesante y cautivador en sí mismo. Y también propone otra forma de leer sus recorridos más conocidos, un modo de descubrir y adivinar el reverso de sus discos icónicos y las búsquedas sónicas que llevaron hasta ellos. Algo dispersas en plataformas y formatos (no todo está en la red), dejamos aquí una guía posible para tomar una nueva ruta en la obra del artista argentino.
“Vampiro” con Pedro Aznar y Charly García
Tango 4 (1991)
Después de aparecer en Nadie sale vivo de aquí de Andrés Calamaro, en Algo mejor de Fabiana Cantilo, y en Conga y Cámara de Daniel Melero, Cerati se encontró en los Overtone Studios con Pedro Aznar y Charly García para grabar las guitarras de esta gema de García. Algo relegada en la memoria por la presencia de hits como “Tu amor” y “Mientes”, “Vampiro” es una vieja composición de un drama gótico fácilmente extrapolable a la vida en la vereda del rock durante la década que acababa de terminar. A la vez, la canción es la única pista de cómo pudo haber sonado el nunca concretado Tango 3, que pretendió ser un disco tripartito entre los tres músicos y que no se concretó por cuestiones de agenda.
“Cozumel” con Daniel Melero
Colores santos (1992)
Antes de Dynamo, Gustavo Cerati hizo su statement artístico para la década que comenzaba: el pop será electrónico o no será. La convocatoria a Daniel Melero es casi un deber; una década después de los monedazos y naranjazos recibidos por Los Encargados en el BA Rock IV, Cerati se apoyó en el instinto inteligente de Melero para implicar a las matemáticas del sample y la programación con su probada sensibilidad melódica e ingresar al sonido de los noventa. En 1995, Sony Music publicó Colores santos: The Remixes, una versión del disco que incluye algunas mezclas inéditas y las canciones ya publicadas en el orden primario que Cerati y Melero le habían dado: un documento interesante porque muestra la radicalidad electrónica de la idea original, con “Cozumel” y “Quatro” abriendo el tracklist.
“Tripulante 2.4 (Black Dog Remix)” con Plan V
Plan V Vs. Black Dog (1998)
Este split entre su proyecto chileno y el trío británico de techno house es quizás el primer paso en firme que Cerati dio en sus aventuras electrónicas. La colaboración interoceánica fue publicada como maxi-single por BMG Argentina a poco más de un año del encuentro fortuito entre Cerati y Ken Downie en Londres, mientras el argentino supervisaba la masterización del disco Sueños en tránsito, de la artista chilena Nicole. Por entonces, Cerati se preparaba para despedir a Soda Stereo (lo haría entre agosto y septiembre de 1997) y alimentaba el ecosistema de experimentación puramente electrónica que había creado a mediados de la década con Christian Powditch, Andrés Bucci y Guillermo Ugarte en el sótano de la disquería Background, en Santiago. El lanzamiento incluyó dos tracks de cada grupo y remezclas cruzadas que se hicieron a distancia mediante la novedad del momento: el correo electrónico. El track final es la versión del trío de Sheffield de “Tripulante 2.3”, tema del primer disco de Plan V (que Cerati describió como “algo similar al jam que puede hacer una banda con instrumentos convencionales rockeros, pero con máquinas”) y que contaba con un videoclip realizado por su pareja, Cecilia Amenábar.
“Agua dulce” con Ocio
Medida universal (1999)
“No tengo nada que mostrar ahora en términos verbales”, le había dicho Gustavo Cerati a Clarín poco antes de incubar un nuevo proyecto de colaboración electrónica, esta vez junto a su viejo conocido y recientemente fallecido Flavio Etcheto. Con él (que había grabado para Dynamo -también estuvo en las míticas presentaciones del disco como telonero con su banda Resonantes- y Sueño stereo) se sumergió en una exploración ambiental que se desarrolló en paralelo a la producción de su segundo disco solista, y que se extendió durante toda la gira de presentación como una deriva lúdica que terminaría con status propio dentro de la escena electrónica. En noviembre de 1998, cuando Cerati presentó en sociedad a Ocio en el CC Recoleta, él y Etcheto tocaron tres temas de lo que sería el único LP del dúo, Medida universal (le seguiría un EP, Insular). Uno de ellos fue “Agua dulce”, con el que Cerati invitó a la audiencia a “bailar dulcemente”.
“Pinamar” con Francisco Bochatón
Píntame los labios (2000)
Cerati conoció a Francisco Bochatón cuando lo hicimos todos, con la aparición de Peligrosos Gorriones. Los díscolos de la movida sónica tenían a un letrista que a Cerati, un preciso escritor pop, lo encantó con su libertad formal desconcertante. El ya ex Soda Stereo lo requirió para Bocanada (1999), donde Bochatón cumple un rol importante: es el autor de la letra de “Paseo inmoral“, el tercer corte del disco. Pese a otros bocetos descartados, Cerati y Bochatón siguieron frecuentándose y trabajando juntos (testigos de la época recuerdan que Cerati ya jugaba con las bondades del autotune). Gustavo fue el productor de voces del EP Píntame los labios, que Bochatón editó luego de su debut en solitario, Cazuela. El trabajo comienza con esta balada que pervive en el corazón del cancionero bochatonesco, y que tiene a Cerati en segundas voces y a Marianela Pelzmajer en guitarras.
“Rasguña las piedras” con Sui Generis
Si (Detrás de las paredes) (2001)
Una de las grabaciones de estudio que Charly García decidió añadir al disco “en vivo” del Sui Generis versión 2000 es esta injustamente olvidada versión del clásico del cancionero de fogón argentino. Pura espesura saynomoreana, es la intervención más directa de Cerati sobre el acervo rockero de los setenta que tanto valoraba: no solo toma la voz principal y graba guitarras, sino que su intervención y su influjo electrónico son claves para la reelaboración digital de uno de los hits de Vida (1973). Durante el cambio de milenio, García y Cerati vivieron un idilio artístico y afectivo que se tradujo en reiteradas apariciones conjuntas, donde el ex Soda Stereo generalmente se sumaba al grupo de Charly para tocar en vivo “El día que apagaron la luz“, mascarón de proa de Sinfonías para adolescentes.
“Día especial” con Shakira
Fijación oral vol. 1 (2005)
En medio de su despegue internacional, Shakira se dio el gusto de convocar a quien no dudó en catalogar como “el músico más grande de rock en habla hispana”. Juntos escribieron y grabaron esta canción para Fijación oral vol. 1, que también incluye su versión en inglés para su siamés angloparlante, Oral fixation vol. 2. Cerati también aportó voz y guitarras a “No”, e hizo una aparición con Shakira en el Live Earth de 2007. El fanatismo de la cantante la llevó a escribir el prólogo del libro Cerati en primera persona, de Maitena Aboitiz, y enviar una carta pública a Lilian Clark, la madre de Gustavo, en la que dijo: “Gustavo sabía escuchar. Me hacía reír. Se reía de mis cosas. De la gente que se ha atrevido a hacer rock en español, él fue el más mágico. Es un despliegue de talento único, uno de los más grandes letristas hispanos. Con él aprendí. He sido siempre y siempre seré una fan de Gustavo Cerati”.
“El mareo” con Bajofondo
Mar dulce (2007)
En el ocaso de su larga aventura electrónica, Cerati se plegó a la hibridación del tango que otro pionero del rock argentino, Gustavo Santaolalla, estaba llevando a cabo con Bajofondo. A diferencia de su colaboración con García, y aunque la canción fue un hit, la colaboración con el productor argentino más cotizado fue más un punto de llegada que de partida: “El mareo” puede verse como el resumen del recorrido que Cerati había hecho desde Colores santos hasta Siempre es hoy, con 11 episodios sinfónicos incluido. También es la oportunidad para oírlo cantar una letra bastante ajena a su registro poético, tan poco adepto a la nostalgia.
“Nunca iré” con No Lo Soporto
Avión (2008)
Luego de reunir a Soda Stereo y en medio de su reencuentro con el sonido de rock de guitarras (un ejemplo de ello fue su sorprendente preferencia por Mostruo! para incluirlos en el playlist que prologaba los shows de Soda), Cerati aceptó participar del segundo álbum del trío integrado en ese entonces por las hermanas Lucía y Naila Borensztein más Lara Pedrosa. Antes, Gustavo había subrayado ante quien quisiera oírlo su admiración por la ópera prima del grupo de 2005 que también tenía entre sus seguidores a Luis Alberto Spinetta. Y más tarde no dudó en apadrinar sus pasos en la industria, que continuaría con ediciones en México y Estados Unidos. Avión se grabó en los estudios Warehouse de Miami, donde Cerati también añadió la guitarra líder al track 3 del álbum, “Soy nada”. “Le aportó una energía masculina importante a la canción”, describió Pedrosa.
“Zona de promesas” con Mercedes Sosa
Cantora (2009)
El summum de un compositor popular podría sintetizarse en un momento así: cantar tu canción junto a Mercedes Sosa. Esta versión de “Zona de promesas” (original de la etapa Dynamo, luego incluida en un EP de 1993) es la última grabación con otro artista que publicó Gustavo antes de su accidente y temprana muerte. La reinterpretación junto a la gran cantora nacional tiene el mismo halo profético de algunos pasajes de Fuerza natural publicado ese mismo año (al igual que el dueto con Emmanuel Horvilleur, “19”): según el propio Gustavo, es la única canción donde cita a su madre, la persona que lo acompañó hasta el final.